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  • Mudanza vol. 1

    » Diario Cordoba

    Fecha: 17/05/2025 17:56

    Me mudo. Sobrecogimiento. Me mudo de una casa de la que no me quiero ir porque lleva siendo mi hogar, mi lugar en el mundo, mi espacio seguro, durante 10 años. Y me tengo que ir por... Lo mismo que todos: el capitalismo salvaje del mercado inmobiliario, una subida del alquiler por encima de mis posibilidades. No soy la única que se ha visto en esta situación a mi alrededor en los últimos meses. Con tiempo empecé la búsqueda, allá por enero. Esto es, psicológicamente me llevo mudando desde enero y... no hay estado emocional que aguante ese peso durante 5 meses, es decir, aproximadamente 150 días. ¡150 días! ¿Quién es capaz emocionalmente de cargar con ese pesar sin que le pase demasiada factura a todos los niveles: sueño, comida, estado de ánimo...? Too much. Para cualquiera. Y especialmente si sientes que «te están echando de tu casa». Pero hay que aguantar. Respirar mucho, tener temple y aguantar. Sobrellevar con entereza todo lo que sale mal, respirar de nuevo, decir «no pasa nada» y aprender a transigir. Encontré un lugar, el llamado «el piso nuevo» -el otro sigue siendo «mi casa»-, que no estaba mal, tenía potencial. Esto es, no me enamoré de él. No sentí en los primeros 30 segundos que resultan cruciales para saber que quieres esa casa que era el sitio idóneo. Simplemente, racionalmente tomé conciencia de que sería una opción aceptable aunque no estaba ni enfrente de la parada de bus, ni al lado del centro de salud, ni a dos pasos del banco, a 2 minutos de la boca de metro, con la farmacia enfrente... como «mi casa». Y no tenía balcón para que Toffee se tirara al sol. Ningún piso le llegaría a la punta del zapato a «mi casa». A pesar de todo eso, «el piso nuevo» está bien y punto. ¿Estará bien Toffee en nuestro «nuevo piso»? ¿Se adaptará bien? Casi es lo que más me preocupa... Como «gathija», su bienestar pesa a veces más que el mío, porque sé que cuando pase el tiempo seré capaz de dejar la pena a un lado, pero por ahora, estoy de luto. La pérdida del hogar... No sé cómo me sentiré cuando la empresa de mudanzas me deje todo lleno de cajas en «el piso nuevo» y dos días más tarde entregue las llaves de «mi casa» y sepa que no voy a volver a entrar al 2º izquierda. Menudo dolor. Que conste que hay una Ana racional que intuye que esto es un paso necesario, un cambio de etapa vital (por si no hubiera sido suficiente con el divorcio...), y que cuando lo procese puede que hasta me encuentre mejor «por dentro», sin tantos recuerdos agolpados en las paredes, que la mitad de los 30 formará parte de otra historia que construiré a solas, y... (Continuará). *Escritora

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