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» Radiosudamericana
Fecha: 16/05/2025 10:13
Jueves 15 de Mayo de 2025 - Actualizada a las: 08:57hs. del 16-05-2025 UNA PANDEMIA SILENCIOSA Los especialistas que visitaron Radio Sudamericana remarcaron que la adicción no distingue clases sociales, aunque las diferencias económicas condicionan las posibilidades de acceso a tratamiento. “Hay familias que quieren ayudar a sus hijos, pero no saben cómo, no tienen herramientas. Ahí es donde debe estar el Estado”, afirmóaron. En este marco visitaron el estudio de Radio Sudamericana Edgardo Frutos, Juez de Familia, Niñez y Adolescencia N°5, y Marcela Triay, Médica Psiquiatra Infanto Juvenil que integra el Instituto Médico Forense del Poder Judicial de Corrientes. Por teléfono participó la Dra. Susana Escobar, Médica Psiquiatra y Jefa del Departamento del Área de Salud Mental del Hospital Pediátrico Juan Pablo II de la ciudad de Corrientes. “Estamos ante una pandemia”, advirtió la médica psiquiatra Susana Escobar, quien detalló que actualmente las ocho camas de internación del área están ocupadas por menores con consumo problemático. “Lo más preocupante es que cada vez son más chicos, y más chicos, los que llegan en estado de deterioro físico y emocional. Hoy estamos hablando de niños de 10 años en adelante, nosotros atendemos hasta los 16", remarcó. El consumo de marihuana es el más frecuente, aunque también hay casos de niños que consumen sustancias más agresivas como el llamado “cristal”, de efecto rápido y altamente adictivo. Escobar explicó que la adicción se instala muy rápido: “Necesitan volver a consumir y hacen cualquier cosa para lograrlo”. La especialista explicó que el daño es tanto físico como emocional: "Este niño se vuelve indiferente, impulsivo, capaz de cualquier cosa y físicamente puede ver cosas como pérdidas dentales, deterioro cognitivo" El problema, remarcan desde el hospital, no distingue clases sociales. “Trabajo en el ámbito público y privado, y puedo decir que esto atraviesa a todos los sectores”, agregó Escobar. La diferencia, sostiene, está en el tipo de sustancias que se consumen y en los recursos que tienen las familias para acceder a tratamientos. La falta de acompañamiento de la familia Uno de los grandes obstáculos en el abordaje de esta problemática es la falta de acompañamiento de las familias. “Hay mucha negación. Algunas familias no aceptan que sus hijos tienen un problema y otras, aunque lo acepten, sienten que no pueden hacer nada. Se desentienden y dejan el problema en manos de la salud o de la justicia”, señaló Escobar. Sin embargo, también remarcó que hay padres y madres que sí se comprometen y logran acompañar un proceso de cambio. “Sí se puede, si hay un entorno que se comprometa”. Por su parte Edgardo Frutos reflexionó sobre cómo la situación ha cambiado con los años. "Antes las madres pedían ayuda por sus hijos, pero ahora encontramos que las madres son las que consumen las mismas sustancias que sus hijos", señaló. Además, recalcó que los casos de violencia doméstica han ido en aumento, con un 35% de los casos judicializados en el juzgado vinculados a situaciones de violencia familiar. También subrayó que la capacitación de los profesionales es esencial para abordar esta problemática de manera integral. "La justicia debe actuar no solo como un ente que dicta sentencias, sino como un agente pedagógico y educativo", sostuvo. LA NECESIDAD DE UN ABORDAJE TRANSVERSAL La problemática, aseguran los especialistas, requiere un abordaje transversal e interinstitucional. Salud, justicia, educación y desarrollo social deben actuar en conjunto. Desde el hospital se trabaja también con el sistema educativo: los niños internados acceden a clases a través del sistema de educación hospitalaria para evitar la desconexión escolar. “Esto no se resuelve desde un solo lugar”, afirmó la doctora María José Triay. “El consumo problemático no solo afecta al niño, sino a toda la familia. Muchas veces también los padres consumen o vienen de entornos de vulneración crónica. Es una cadena”, explicó. Triay sostuvo que la intervención del Estado debe adaptarse a lo que cada familia puede dar. “A veces hay amor, pero no hay herramientas. Tenemos que trabajar con lo que hay, no con lo ideal”. Uno de los errores más frecuentes, según los especialistas, es la exclusión del niño y su familia, especialmente en el ámbito escolar. "Muchas veces el niño es expulsado por mala conducta, pero lo que hay que hacer es acompañar a esa familia, no enfrentarse. La familia, el médico, la escuela y la justicia deben trabajar unidos. Nadie puede solo contra las adicciones", insistió Triay. La Dra. sostuvo que la única forma de enfrentar esta crisis es a través del trabajo articulado entre instituciones: justicia, salud, educación, desarrollo social y también la comunidad. “El Estado tiene que estar presente en el territorio, pero también es clave la participación de la sociedad civil. En Corrientes aún falta ese tercer sector que se involucre de forma activa”, expresó Edgardo Frutos, juez de Familia N°5. El rol de la comunidad y el Estado Frutos destacó la importancia de no delegar todo al Estado, y llamó a una participación más activa por parte de organizaciones civiles, clubes, ONGs y vecinos. “Todavía estamos a tiempo. Corrientes es una ciudad chica, nos conocemos, trabajamos en red, pero falta mayor compromiso de la sociedad civil. El Estado solo no puede”, advirtió. También se hizo referencia al sistema de protección integral de niñez (Ley 26.061), que establece como obligación la participación comunitaria ante situaciones de vulnerabilidad. “Es clave intervenir a tiempo. Lo que hizo el hospital, al dar aviso, fue lo correcto. No podemos salvarnos solos”, sostuvo el magistrado. Sobre este punto, Triay reforzó que la adicción nace muchas veces del silencio. “La palabra ‘adicción’ tiene que recordarnos que es cuando falta la palabra. Cuando no se puede hablar en una casa, cuando no se puede expresar el dolor, es cuando aparecen estas conductas”. Evitar que el problema estalle “Cuando el caso llega a la justicia, muchas veces ya es tarde”, reconoció Triay. La mayoría de los expedientes judiciales se abren cuando el niño ya ha sufrido una vulneración grave de derechos, ya sea por consumo, maltrato o negligencia. “Hay que actuar antes de que el problema explote”, coincidieron ambos profesionales. También advirtieron sobre la presencia visible de droga en barrios y escuelas, y la falta de denuncias completas por miedo o desconfianza. “No se puede tapar el sol con las manos. Todos sabemos que hay kioscos y delivery de drogas en cada barrio”, señaló Frutos. El consumo como forma de anestesia “Un niño no consume porque sí. Consume porque está anestesiando un dolor que no puede poner en palabras”, dijo Triay. Y remarcó que la educación emocional y el fortalecimiento de la autoestima son fundamentales. “Hay un libro que se llama Hasta que te puedas querer solo. Y eso es clave. Enseñarles a quererse, a hablar, a pedir ayuda”. Para cerrar, los profesionales subrayaron que no se trata solo de un problema de seguridad, sino de una emergencia psicosocial que atraviesa todas las instituciones. La solución, insisten, no llegará desde un solo sector. “Hay que estar presentes en el territorio, en los barrios, en las escuelas. No solo en el centro o en las oficinas. Y no solo cuando ya es tarde”, concluyó el juez Frutos.
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