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  • La sorprendente rana que no salta, tiene un ADN colosal y está al borde de la extinción

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/05/2025 12:52

    La Pseudophryne corroboree, una de las ranas más icónicas de Australia, se caracteriza por su llamativo patrón de colores, ahora amenazada por la quitridiomicosis, enfermedad provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis. Crédito: Corey Doughty, Estudio A chromosome-level reference genome for the critically endangered Southern Corroboree frog (Pseudophryne corroboree) La Pseudophryne corroboree, una diminuta rana australiana, es una de las especies más enigmáticas y amenazadas del mundo, ya que alcanzó el estatus de “funcionalmente extinta” en la naturaleza debido a la devastadora enfermedad: la quitridiomicosis, causada por un hongo. Además, el cambio climático agravó su situación. Con su distintiva coloración amarilla y negra, este anfibio se caracteriza no solo por su apariencia, sino también por su comportamiento: a diferencia de muchas otras ranas, la Pseudophryne corroboree no salta. Incluso, a diferencia de muchas otras ranas, es capaz de sintetizar toxinas en su piel, además de obtenerlas de su dieta, una adaptación química que la hace potencialmente peligrosa para los depredadores y, por si faltaba algo, pese a su pequeño tamaño, posee un genoma de más de 8.87 gigabases, tres veces más grande que el del ser humano. Esta característica genética monumental, además de ser fascinante, plantea interrogantes sobre su función. Más del 80% de su ADN está compuesto por material no codificante, lo que significa que no produce proteínas directamente, pero podría tener funciones aún desconocidas para la ciencia. Los avances en la genética permiten a los científicos analizar la gran cantidad de material no codificante en el genoma de la Pseudophryne corroboree, buscando nuevas formas de restaurar la especie en su hábitat original. (Imagen Ilustrativa Infobae) Este genoma, ahora secuenciado en su totalidad por primera vez, ofrece una nueva perspectiva para entender la biología de la especie y, potencialmente, salvarla de la extinción, ya que este avance alcanzado por expertos Universidad de Melbourne y publicado en la revista Wellcome Open Research, podría ser clave para reintroducir a la especie en los humedales alpinos de las Montañas Nevadas de Nueva Gales del Sur (al sureste de Australia). La doctora Tiffany Kosch, líder del estudio realizado por la Universidad de Melbourne, declaró en un comunicado de prensa: “El mapeo del genoma es el primer paso crítico en nuestro objetivo final de devolver esta especie única y visualmente impactante a su lugar natural en el ecosistema”. De todos modos, a pesar de las buenas noticias, la amenaza aún está presente y la Pseudophryne corroboree sobrevive en la actualidad gracias a programas de cría en cautiverio, dependientes de zoológicos y centros de conservación. La amenaza de la quiridiomicosis: un enemigo invisible Aunque la quitridiomicosis es el principal factor detrás de la extinción funcional de la Pseudophryne corroboree, el cambio climático ha intensificado la crisis, alterando el hábitat natural de la rana y creando un entorno aún más inhóspito para su recuperación. (Imagen Ilustrativa Infobae) La existencia de este pequeño anfibio ha sido marcado por la presencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, un patógeno letal responsable de la enfermedad que lo llevó a su actualidad de especie “funcionalmente extinta”. Este hongo afecta la piel de los animales, crucial para su respiración y regulación de líquidos, lo que lleva a la muerte de las especies infectadas. Para la Pseudophryne corroboree, el impacto fue tan grave que las poblaciones en la naturaleza se han reducido drásticamente, y esta rana, antes un símbolo de los humedales alpinos de las Montañas Nevadas, ahora depende por completo de la intervención humana para evitar su extinción total. En la naturaleza, este anfibio ya no tiene capacidad para reproducirse sin ayuda, y los esfuerzos para reintroducirla en su hábitat han sido limitados. La dificultad para restablecer a la especie radica no solo en el hongo, sino también en su vulnerabilidad genética, sumada a la falta de una población viable en el entorno natural. Antes de ser casi aniquilada por la quitridiomicosis, la Pseudophryne corroboree prosperaba en los humedales alpinos de Australia, siendo parte fundamental del ecosistema local. (Imagen Ilustrativa Infobae) Los programas de cría en zoológicos muestran un posible camino hacia la conservación, aunque son insuficientes sin una solución definitiva que permita su supervivencia sin la intervención constante de los humanos. En este sentido, los avances en genética pueden ofrecer claves para resolver este problema, ya que, al identificar genes específicos, se les podría conferir resistencia al hongo para restaurar la población de ranas en su medio natural, al menos en las zonas donde la enfermedad no haya logrado propagarse por completo. Además de la cría selectiva, la reintroducción a su entorno original requiere una estrategia integral que contemple la protección del hábitat. Las áreas alpinas de Nueva Gales del Sur, donde la especie solía habitar, son extremadamente vulnerables al cambio climático, lo que agrega otra capa de complejidad en el proceso de restauración. Un genoma colosal: la esperanza en la ciencia genética Investigadores de la Universidad de Melbourne, junto a equipos de todo el mundo, han trabajado durante años para mapear el genoma de la Pseudophryne corroboree, con la esperanza de usar este conocimiento para salvarla. (Freepik) El genoma de la Pseudophryne corroboree es uno de los más grandes conocidos en el mundo animal, con una magnitud de 8.87 gigabases, lo que equivale a tres veces el tamaño del genoma humano, una particularidad genética que puede ser clave para la conservación de la especie. Incluso, como más del 80% de su ADN no está directamente relacionado con la codificación de proteínas, esta realidad abre numerosas preguntas sobre su función. En ese tono, Kosch explicó: “Descubrimos que las ranas Pseudophryne corroboree tienen genomas sorprendentemente grandes: más de tres veces el tamaño del genoma humano". Este hallazgo no solo resalta la complejidad de su biología, sino que también abre nuevas avenidas para comprender las características únicas de este anfibio. El material genético no codificante de la Pseudophryne corroboree ha sido un tema central de estudio. Si bien tradicionalmente se pensaba que el ADN no codificante era simplemente “basura genética”, investigaciones recientes sugieren que puede tener funciones regulatorias importantes en la biología del organismo. En el caso de esta rana, los científicos sospechan que podría estar involucrado en la respuesta inmunológica frente a enfermedades como la quitridiomicosis. El genoma de la Pseudophryne corroboree es sorprendentemente grande, tres veces el tamaño del genoma humano, lo que plantea nuevas preguntas sobre su estructura y función biológica. (Imagen ilustrativa Infobae) El hecho de que el genoma de esta rana sea tan grande también tiene implicaciones importantes en términos de su evolución y adaptación. Al estudiar cómo los genes de la Pseudophryne corroboree se interrelacionan con los de otras especies de anfibios, los investigadores esperan identificar patrones que podrían ayudar a mejorar la resistencia al hongo en otras especies igualmente amenazadas. Por ejemplo, la secuenciación de su genoma ha permitido a los científicos comenzar a comparar sus características con las de otras ranas más resistentes, lo que podría conducir al desarrollo de técnicas de cría selectiva que fortalezcan a los ejemplares más vulnerables. La investigación genética también podría ofrecer soluciones innovadoras, como la edición genética o la hibridación con especies más resistentes. A pesar de los avances, el proceso de restaurar a la Pseudophryne corroboree a su hábitat natural aún es un desafío considerable. El hongo Batrachochytrium dendrobatidis, responsable de la quitridiomicosis, no solo ha diezmado a la Pseudophryne corroboree, sino que ha afectado a numerosas especies de anfibios en todo el mundo, siendo una de las mayores amenazas para la biodiversidad de estos animales, que ya se encuentran entre los vertebrados más amenazados del planeta. (Imagen Ilustrativa Infobae) Aunque la secuenciación genética ha proporcionado herramientas útiles, la reintroducción de la especie al medio natural dependerá de la protección activa contra el hongo y la restauración del hábitat. Los programas de cría en cautiverio continúan desempeñando un papel fundamental y el conocimiento adquirido a partir de este genoma puede tener un impacto mucho más amplio en la conservación de otras especies de anfibios y animales en peligro de extinción. A través del análisis comparativo, los científicos pueden aplicar las mismas técnicas de secuenciación y edición genética para otras especies afectadas por enfermedades similares, ampliando el alcance de los esfuerzos de conservación a nivel mundial. Esta investigación no solo tiene el potencial de salvar a la Pseudophryne corroboree, sino también de cambiar la forma en que abordamos la conservación de especies vulnerables a nivel global. Mientras que su genoma se presenta como un faro de esperanza para el futuro de la biodiversidad.

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