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» Diario Cordoba
Fecha: 10/05/2025 18:50
Ficha del festejo Ganado: cuatro toros de El Pilar, con volumen pero desiguales en cuanto a cuajo, alzada y cabezas, que salvo el segundo, con nobleza y clase, dieron escaso y deslucido juego por falta de fuerzas o de raza, cuando no por su sentido defensivo; uno de Castillejo de Huebra (5º), bien presentado y muy manejable, aunque a menos, y uno de Villamarta (6º), largo, serio y sin entrega, ambos cinqueños y sustitutos de sendos titulares devueltos por flojos. Diego Urdiales, de azul noche y oro: pinchazo, estocada delantera desprendida y tres descabellos (silencio); estocada desprendida delantera (silencio). David Galván, de malva y oro: estocada tendida delantera (vuelta al ruedo tras petición de oreja y dos avisos); estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja). Víctor Hernández, de buganvilla y oro: estocada desprendida algo atravesada (oreja); tres pinchazos y estocada desprendida (palmas tras aviso). Plaza: segundo festejo de abono de la feria de San Isidro, con casi lleno en los tendidos (20.586 espectadores, según la empresa), en tarde fresca y muy ventosa. El joven torero madrileño Víctor Hernández, que le cortó una oreja de mucho peso al tercer toro de la tarde, hizo hoy en Las Ventas todo un despliegue del valor más auténtico, tanto en la faena premiada como en la que le hizo al sexto, ambos con unas complicaciones que superó con creces con su excelente actitud. Solo los fallos con la espada ante el último le impidieron redondear mejor en la estadística una actuación muy sólida en cuanto a actitud y proyección, pues en sus dos turnos dejó ver esa firmeza y esa verdad que ya apuntó en esta plaza como novillero y en la que insiste desde que tomó la alternativa hace solo año y medio. Esa forma de aguantar y de imponerse a los toros de Hernández, que trae el recuerdo de José Tomás a muchos aficionados, le sirvió para imponerse sobradamente a un primero de lote de muchas complicaciones, pues fue empeorando sus defectos a medida que avanzaba la lidia y llegó a la muleta con violencia y colándose con peligro por ambos pitones. Pero a pesar del fuerte viento que hacía aún más crítica la situación, el joven madrileño se plantó ante él con una firme impavidez para aguantar sin dudas todas las amenazas del toraco e irle metiendo así en el engaño en todo un alarde de valor natural, sin aspavientos y, significativamente, sin irse nunca del radio de los serios pitones para tomarse respiro alguno. Sin que cesaran las ansias del toro por echárselo a los lomos, Víctor Hernández no cejó tampoco en el empeño hasta hacer valer su mando en unos más que meritorios naturales -con su mano más diestra- casi impensables en un principio y que hicieron que se entregaran tanto el toro como el público, hasta la concesión de esa oreja de ley. Esa misma actitud fue la que mantendría después con un sobrero de Villamarta con hechuras e ideas de toro viejo, con más de cinco años cumplidos y que sin entrega alguna solo respondió con cabezazos y coladas ásperas a otro alarde de valor natural del madrileño antes de pincharlo, pero sin que se perdiera esa sensación de presentarse como uno de los jóvenes toreros de mayo proyección. En el lado opuesto, el lote de la corrida fue a parar a manos de David Galván, pues el segundo fue el único de los de El Pilar que quiso tomar los engaños con recorrido y calidad, hasta que perdió celo, y el sobrero de Castillejo mantuvo durante el tiempo suficiente una nobleza más que manejable. Dos toros, pues, para triunfar en Madrid. Y lo cierto es que a la muerte de ambos el gaditano dio la vuelta al ruedo tras peticiones de oreja que no quiso atender la presidencia, pero también lo es que en ambas faenas le faltó un punto mayor de intensidad y concreción para que las pañoladas hubieran sido indiscutibles, teniendo en cuenta el material que tuvo delante. En los dos trasteos Galván llegó a torear con compostura y buen gusto, solo que casi siempre con cierta ligereza en muletazos de breve trazo que complementó con adornos y efectos vistosos que fueron, eso sí, los que levantaron las mayores ovaciones. Es decir, mejor lo accesorio que lo fundamental. Por su parte, Diego Urdiales, el veterano del cartel, se encontró con un lote de nulas opciones, compuesto por dos toros de la divisa titular, un primero zancudo y de muy escasas fuerza y duración y un cuarto más rematado que manseó en los primeros tercios y se paró en el último. El maestro riojano intentó sostener a uno con temple y tuvo que desistir pronto con el otro, justo cuando el viento más soplaba en Las Ventas.
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