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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 10/05/2025 13:31
Por Viviana Isasi (*) El liderazgo y el concepto de grandeza de un país resultan indispensables para todo político con ansias presidencialistas en la nueva matrix política. Sin embargo, el gobernador santafesino Maximiliano Pullaro abrió el pasado 1 de mayo el año legislativo provincial con un discurso del desarrollo primario productivo, lo que lo presenta como un político de antaño, con sesgos y limitaciones. Desde la región más mileista del país, Pullaro decidió disputarle el poder narrativo a Milei desde un mal entendido “región-centrismo”. Su discurso político ante la Asamblea Legislativa se concentró en el reclamo del bache rutero, a pesar de que la sociedad en 2025 piensa que los gobiernos provinciales y municipales tienen que financiarse sus propias obras. La mayoría de los argentinos hoy está en un tránsito entre el pasado, creador de una memoria dolida, y una visión de futuro que aspira a la evolución. Tanto es así, que la fortaleza de las instituciones pareciera depender de ese discurso. A partir de Milei, las iniciativas orientadas a reducir gastos, facilitar inversiones, desburocratizar, luchar contra “los curros” y garantizar la seguridad tienen un apoyo nunca antes visto. Estamos en una época de revolución, y eso explica en buena medida el 50 por ciento de imagen positiva que mantiene Javier Milei, a pesar de estar próximo al año y medio de gestión. Habiendo dejado atrás, con creces, el umbral histórico de la luna de miel que disfrutan todos los gobiernos en su etapa inicial. Milei no necesita “desensillar hasta que aclare”, porque aun con errores no forzados se recupera y al final no muestra signos de opacarse. Mientras tanto, Pullaro propone “región-centrismo” para defender la agenda vetusta de la obra pública atada a los recursos del estado. El error es que no está imponiendo agenda con temas nuevos, sino que recurre al espejo del reclamo provincialista y le habla a un destinatario “positivo” que suele ser partidario de las antiguas prebendas estatistas nacionales. Repite ideas, cuando el juego real está habitado por esos múltiples indecisos que siempre se han sentido excluidos; allí, en definitiva, es donde realmente se pone en juego el poder de persuasión, y allí se pide otro discurso. Ahí está el límite de discurso de Pullaro, que muestra no tener ideales de grandeza ni estar dispuesto a defender las nuevas aspiraciones de una Argentina grande con un think tank de política moderna argentina. Entender y superar la agenda mileista desde la apropiada agenda del “región-centrismo” le permitiría al gobernador santafesino otro volumen político y económico. Sobre todo, si se piensa desde el núcleo productivo que genera el 40 por ciento de las exportaciones del país. Por ahora, elige el camino conocido de disfrazar y sobrevalorar los roles del santafesinismo que administra, y eso pareciera quedarle más cómodo. Porque mirar la verdad de la política cara a cara no es algo soportable para todos. (*) Viviana Isasi es politóloga. Socia de Isasi / Burdman Consultores Políticos.
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