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» Elterritorio
Fecha: 10/05/2025 07:24
Las industrias de la yerba mate y de la madera en nuestra provincia, en las primeras décadas del siglo pasado, están íntima y trágicamente ligadas a la historia de los mensúes. sábado 10 de mayo de 2025 | 6:00hs. Las industrias de la yerba mate y de la madera en nuestra provincia, en las primeras décadas del siglo pasado, están íntima y trágicamente ligadas a la historia de los mensúes, los trabajadores mal llamados peones de campo cuasi esclavizados en establecimientos a orillas del río Paraná; también durante los mismos años aparecen los primeros esbozos de organización sindical, los primeros reclamos por condiciones laborales que toman carácter público y fueron llevados adelante por grupos numerosos, que se habían fogueado en un largo proceso de fugas, motines y revueltas que fueron la tierra fértil para el nacimiento de la conciencia de clase de los trabajadores, en adelante. De acuerdo con las fuentes disponibles en el año 1903 la superficie cultivada de yerba mate era de 16 hectáreas; en 1920 había crecido a cuatro mil hectáreas, cubriendo el área circundante a San Ignacio, Candelaria, Corpus, Posadas y casi todo el Departamento Capital, la cosecha o tarefa está en manos de mensúes -aunque según algunos historiadores, el sistema de mensualeros estaba en decadencia- que la realizaban en condiciones casi inhumanas, salarios muy reducidos, debían adquirir la mercadería necesaria para la tarea y subsistencia en las proveedurías de los establecimientos donde se desempeñaban a precios exorbitantes, jornadas de doce horas o más, sin descanso dominical, con escasa o nula posibilidad de libre circulación; el pago por las hojas verdes de yerba mate cosechada se concretaba “a mes vencido”, previo descuento total de lo adeudado en el almacén del patrón y la amenaza constante de castigos, denuncias y hasta muerte era parte del folklore diario. El siglo XX trajo en los vapores la influencia necesaria para impulsar la organización obrera, la tripulación de aquellos barcos conformada por muchos inmigrantes paraguayos, europeos y algunos brasileños hacían la ruta Buenos Aires-San Ignacio-Buenos Aires y tenían contacto fluido con los avatares porteños y el movimiento sindical que por allá se gestaba; la Federación Obrera Marítima (FOM) era la organización más fuerte, seguida por dos sindicatos potentes: la Federación Obrera Ferrocarrilera y La Fraternidad. En el año 1917 se creó en nuestra ciudad la Sociedad de Obreros Unidos (SOU) y fue la compañera de camino del Círculo de Obreros Católicos que funcionaba en el medio desde tiempo antes con gran aceptación entre los trabajadores; mientras el Círculo se caracterizaba por favorecer descuentos en algunas compras, convenios y conferencias, la Sociedad se ocupó de difundir los métodos más efectivos para la organización y la lucha, de carácter anarquista dentro del movimiento obrero argentino, con énfasis en la importancia de la agremiación, la creación de bolsas de trabajo, huelgas, boicots, marchas, mitines y actos públicos, entre otras acciones. A partir de entonces se sucedieron un número importante de huelgas en Posadas, al año siguiente la cantidad aumentó considerablemente y se extendieron por los establecimientos más importantes con el apoyo de la SOU y la Sección Alto Paraná de la FOM; entre 1920 y 1921 el descontento, la agitación y la organización de los trabajadores de yerbales creció y se intensificó; se organizaron seccionales de la FORA en San Ignacio, Puerto Istueta, Candelaria y Corpus y se realiza la primera huelga obrera en San Ignacio. El protagonismo de un hombre fue fundamental en este derrotero, su nombre fue Eusebio Mañasco, foguista de oficio, responsable de recorrer ingenios difundiendo los derechos de los trabajadores, en gran número nativos y criollos, para entonces el Sindicato de Obreros Yerbateros (SOY) había crecido en afiliados e importancia. La huelga del mes de julio del año 20 fue en pos de conseguir veintiocho puntos detallados en un pliego, entre los más significativos estaban el reconocimiento de las organizaciones sindicales, mejoras salariales, optimización de las condiciones de trabajo y el pago en moneda de curso legal -ya que hasta ese momento se realizaba en vales que solo se podían canjear en los comercios de la patronal-, la disputa fue larga, nadie entraba y/o salía de los establecimientos yerbateros, finalmente se logró un acuerdo en beneficio de los huelguistas, sin embargo los empresarios despidieron trabajadores, obligaron a la desafiliación sindical; dado el crecimiento y respeto intentaron asesinar a Mañasco, después trataron con sobornos, sin resultado alguno. Entonces, en junio de 1921 se concretó una nueva huelga, Mañasco envió a cuatro miembros del sindicato para intimidar a un chofer, del que se decía transportaba provisiones para las empresas desde Paraguay; los hombres se ocultaron en inmediaciones del arroyo Yabebirí, debían realizar disparos de intimidación al aire, sin embargo, lo hicieron directamente sobre el vehículo matando al conductor Allan Stevenson, vecino de Loreto. Ante los hechos, la Policía del Territorio Nacional detuvo a los cuatro atacantes -Cirilo Ramírez, Liberato Espinosa, Crescencio López y Pascual González- y recibieron órdenes de hacer lo mismo con Eusebio Mañasco y su compañera, Mónica Ballazar, los llevaron a la comisaría donde los interrogaron, presionaron y torturaron sin descanso, los acusaron de asesinato premeditado organizado por Mañasco, los medios de prensa sostuvieron la inocencia del dirigente, a pesar de todo fue trasladado a Buenos Aires. Tres años después, el juez lo condenó junto a tres compañeros a prisión perpetua, se allanaron y clausuraron todos los locales sindicales de Posadas, San Ignacio y Corpus, se detuvo a varios delegados obreros y se incautaron bienes; fue casi el fin de la organización gremial misionera y de los periódicos especializados Semana Obrera y Bandera Roja que se editaban en nuestro medio, pero no fue el fin de esta historia… ¡Hasta la semana próxima!
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