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CABA » Plazademayo
Fecha: 09/05/2025 14:23
Una multitud estimada en cien mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro estalló en júbilo al escuchar el esperado «Habemus Papam». El humo blanco que emanó de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 18:07 anunciaba al mundo la elección del 267.º Pontífice de la Iglesia Católica: Robert Francis Prevost, hasta ahora Prefecto del Dicasterio para los Obispos, quien eligió el nombre de León XIV. La primera aparición del nuevo Papa desde la Logia de las Bendiciones estuvo cargada de emoción y simbolismo. Vestido con las blancas vestiduras papales, León XIV se presentó con una expresión de serenidad y asombro, experimentando en carne propia el saludo inaugural que sus predecesores ofrecieron al mundo. Los vítores de «¡Viva el Papa!» y «¡León, León!» resonaron en la plaza, acompañados por el ondeante de banderas y el brillo de miles de teléfonos móviles. El Papa León XIV se asoma al balcón central de la Basílica de San Pedro para impartir la bendición «Urbi et Orbi» y pronunciar sus primeras palabras como Obispo de Roma. pic.twitter.com/xXieXhGH9w — Vatican News (@vaticannews_es) May 8, 2025 Sus primeras palabras, pronunciadas con voz firme y un marcado acento español, marcaron el tono de su pontificado: «¡La paz esté con todos ustedes! Queridísimos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado… También yo quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones… a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!». Un «Hijo de San Agustín» con raíces globales León XIV, descrito como un «hijo de San Agustín» y un misionero originario de Chicago con raíces francesas, italianas e ibéricas, se dirigió al mundo en italiano, español y latín. Su elección, fruto de un cónclave que se desarrolló con agilidad, fue realizada por 133 cardenales provenientes de todos los rincones del planeta. La emoción en la Plaza de San Pedro comenzó mucho antes de la aparición del nuevo Papa. La multitud, que había desbordado el hemiciclo berniniano tras la primera señal de humo blanco, celebró con cánticos y aplausos la confirmación de que la Iglesia tenía un nuevo líder. El repique festivo de las campanas de la Basílica Vaticana sirvió de preludio al anuncio oficial en latín por parte del cardenal protodiácono Dominique Mamberti: ««Annuntio vobis gaudium magnum…»». Momentos previos y el primer saludo «Urbi et Orbi» Mientras la plaza vibraba con la expectativa, en la Capilla Sixtina, el recién elegido Papa León XIV aceptaba formalmente su elección y comunicaba su nombre pontificio. Tras un momento de recogimiento y oración en la «Sala de las lágrimas», revistió las vestiduras blancas que simbolizan su nuevo rol como Sucesor de Pedro. La aparición de León XIV en el balcón central de la Basílica, precedido por la cruz, fue recibida con una ovación ensordecedora. Su mano alzada ofreció el primer saludo «Urbi et Orbi», a la ciudad de Roma y al mundo entero, transmitido en vivo por cadenas de televisión de todo el planeta que interrumpieron su programación para cubrir el histórico acontecimiento. En sus primeras palabras desde el balcón, el Papa no olvidó sus raíces, enviando un saludo especial en español a su diócesis de Chiclayo, en Perú, recordando el acompañamiento y la fe de su pueblo. La familiaridad de su mensaje se intensificó al recordar con gratitud a su predecesor, el Papa Francisco, y su última bendición al mundo en el día de Pascua. «Dios nos quiere bien, Dios los ama a todos, ¡y el mal no prevalecerá!», afirmó con convicción León XIV, llamando a la unidad y a la esperanza: «Todos estamos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos mano a mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede». El nuevo Pontífice también hizo un llamado a la construcción de puentes a través del diálogo y el encuentro, agradeciendo al Papa Francisco por su ejemplo. La multitud respondió con un aplauso unánime, reconociendo la presencia espiritual de su predecesor. Finalmente, se concedió la indulgencia plenaria a todos los que recibieron la primera bendición de León XIV, marcando el inicio formal de su pontificado. Un nuevo capítulo se abre en la bimilenaria historia de la Iglesia Católica, bajo la guía de un Papa que desde su primer abrazo al mundo ha transmitido un mensaje de paz, amor y esperanza.
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