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  • ¿Aprendemos menos mientras más tiempo pasamos en la escuela? La ciencia muestra que no se enseña para que los estudiantes realmente aprendan

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 09/05/2025 04:51

    Presentación: “¿Educación al margen de la cognición?” En el auditorio de Ticmas en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Javier Argüello puso en tensión la distancia que existe entre lo que sabemos sobre cómo aprende el cerebro y lo que sucede en las aulas. Argüello es director de COGx, una organización que trabaja para cerrar la brecha que existe entre el enseñar y el aprender a partir de una base científica y el uso de herramientas para el aprendizaje a lo largo de la vida. Argüello comenzó su charla asegurando: “Vine de Washington y quiero provocarlos un poco. El título de la presentación es Cognición al margen de la educación. León Tolstói fue un intelectual autor del siglo XIX ruso que me inspira mucho. El pasado ya no está, pero el futuro no ha llegado todavía. En la educación creo que es distinto. El futuro ya llegó, pero el pasado aún no se va” Javier Argüello, director de COGx, participó en el VI Seminario de Innovación Educativa de Ticmas Anclas, docencia y el margen “Tenemos anclas históricas de hace más de 30 años que rigen cómo enseñamos y no inspiran a que los estudiantes quieran aprender”, aseguró y continuó: “ Y esto no lo hacemos a propósito. Ningún docente entra a la profesión deseando que sus alumnos no sean exitosos. De hecho, creo que les pedimos demasiado con las pocas herramientas que les damos”. Para ello puso algunos ejemplos: “En la Universidad de Harvard, el profesor Eric Mazur, un físico, demostró que los estudiantes en Harvard tienen menos actividad en su cerebro; menos actividad neural que cuando están durmiendo. Si nos vamos a otra prestigiosa universidad en Stanford, otro físico, Carl Wieman, describió cómo al aplicar algunos elementos de la ciencia del aprendizaje- que hemos aprendido en la evidencia de cómo aprenden los humanos de los últimos 130 años- él pudo elevar el aprendizaje de sus estudiantes un 300% y redujo significativamente los que no tenían éxito aprendiendo” Otro de los referentes que citó Argüello fue al ingeniero mecánico Sanjay Sharma quien piensa que toda “la educación que él conoce superior en Estados Unidos debería de alinearse a la ciencia cognitiva. Él fue quien inventó OpenAI MIT para hacer que todos los cursos de MIT fueran abiertos y libres. Pero el reto que él menciona es que estamos anclados en tradiciones donde la cátedra magistral no lleva al aprendizaje. De hecho, la receta de estas tres universidades de MIT, Stanford y Harvard es la de rechazar al 96% de los alumnos. Entonces eso no es éxito ni debería de ser inspiración para las escuelas, porque nosotros somos incluyentes”. Y relató: “El sistema tradicional [educativo] fue creado hace 130 años aproximadamente, cuando se unieron dos organizaciones grandes, la Fundación Carnegie, con la compañía ETS, que es la que hace la mayor parte de los exámenes estandarizados del planeta para ir a la universidad”; un modelo hoy cuestionado ya que “nos lleva al aprendizaje memorístico, que es superficial y no nos lleva a la transferencia ni al propósito que es intrínseco. Y el rendimiento académico no es evidencia del aprendizaje” Conocer nuestros mecanismos de aprendizaje para crear nuevas oportunidades, dijo Argüello Aprender a cómo aprender Además de resaltar cómo estos grandes grupos desde hace décadas son conscientes de la necesidad de realizar un cambio en algo ya obsoleto, Argüello planteó: “Tenemos que enseñar de cierta forma que esté alineado a cómo el estudiante aprende. Eso es crítico para toda la enseñanza, conlleve al aprendizaje. También creo que hay que darle a los estudiantes las habilidades para que conozcan cómo aprenden y que puedan ellos usar la ciencia del aprendizaje para sus estudios y así se comparte la responsabilidad entre ambos”. Argüello, en sintonía con numerosos estudios científicos, plantea que la escolaridad reduce “la curiosidad intelectual y mi deseo de aprender” con el correr de los años perdiendo ese 100% innato del ser humano. Y agregó: “Lamentablemente una minoría de los estudiantes en primaria en Estados Unidos son competentes en ciencia y matemática al terminar primaria y a ese porcentaje, que solo es como el 40%, se le resta otro 40% para que solo uno de cuatro o uno de cinco sean competentes en ciencias o en matemáticas. Entonces el síntoma se pone cada vez más agudo. Naturalmente, si a mí no me va bien, es difícil que yo me sienta bien y que quiera aprender. Entonces mi fracaso compromete también mi deseo de aprender y mi bienestar. Si tratamos de resolver este problema con lo que ahora le llamamos social emotional learning, eso nos está haciendo enfocarnos en el síntoma, porque no es la raíz del problema”. En ese bienestar- Argüello brindó cifras estremecedoras de que casi la mitad de los niños tienen depresión o ansiedad e “incluso uno de cada cinco están contemplando el suicidio y uno de cada diez en realidad está intentándolo”- y planteó que hay “un ausentismo crónico en el sistema educacional. Después de la pandemia, se duplicó casi y nunca bajó”. Presentación: “¿Educación al margen de la cognición?” Alcanzar la meta Continuando con su análisis de la realidad educativa estadounidense, Argüello resaltó el problema de los costos universitarios y la falta de graduados donde solo uno de cada 20 logra su objetivo: “Es mucho más rentable ir a jugar un casino a Las Vegas que entrar a una universidad en Estados Unidos”. Y aseguró que es clave ver y entender la perspectiva del docente sobre el aprendizaje y su contexto personal: “no es coincidencia que el 28% de los docentes tienen síntomas de depresión y el 29% por 100 de ellos están ausentes de forma crónica. Esto es un espejo de lo que le pasa a los estudiantes”. Argüello se preguntó: “¿Estamos preparando a los estudiantes y a los docentes para que fracasen juntos?”, planteó que nos encontramos en un momento bisagra donde en el futuro cercano no habrá personas preparadas para ciertos puestos rentables; unos 85 millones de trabajos que quedaran vacantes según las cifras del análisis de la firma Korn Ferry. La disertación de Javier Argüello estuvo apuntada a presentar la ciencia cognitiva que revolucione la educación Metacognición “Nadie nace sabiendo lo que es el intercalado, el efecto espaciado, la metacognición. Cómo trabajar en mis funciones ejecutivas, la ciencia de los hábitos, lo que es la retroalimentación efectiva, la importancia de olvidar y el fracaso para aprender de verdad. Esto nadie nace sabiéndolo”, planteó el especialista y destacó: “Si nadie me enseña a aprender, difícilmente voy a poder aplicarlo. Entonces, si el aprendizaje no es el propósito de la escolarización, tenemos que tener claro que vamos a tener problemas con el compromiso. Y lo mismo pasa con el docente. Son síntomas de un sistema y ahora lo que estamos viendo es que el mundo nos está llevando a demandar habilidades que definitivamente son necesarias”. “El enfoque que yo cuestiono es que ahora hay un gran alineamiento para las habilidades del siglo XXI, que son las cuatro Ces: colaboración, creatividad, pensamiento crítico y la comunicación. No estoy en desacuerdo con estas, pero las voy a atacar en un segundo porque esas son las llantas del auto y está bien que tengamos llantas y esta vez que inflemos esas llantas. Pero lo que lleva al aprendizaje es el motor del auto. El motor es la cognición, las habilidades cognitivas, las emocionales y los comportamientos esenciales para el aprendizaje”, resaltó. ¿Qué es el aprendizaje? “El aprendizaje tiene un componente afectivo, un componente de comportamientos y un componente cognitivo”, planteó y señaló: “La resiliencia emocional es importante. La pertenencia, la motivación intrínseca y la mentalidad de crecimiento o el Growth Mindset. Estos solos no son suficientes para provocar el aprendizaje”. “La administración del tiempo, la perseverancia, iniciación de tareas, lo que se llama grit o la determinación y los hábitos. Estos dos son solo algunos de los comportamientos y de lo emocional. Lo cognitivo es lo más complejo”, subrayó y bromeó- aunque no tanto- “Es una ofensa a los romanos que digamos que el pensamiento crítico es de este siglo. En todos los siglos hemos necesitado el pensamiento crítico y eso depende de que acumulemos conocimiento para acumular conocimiento. Yo debo de poder tener control. La metacognición, la autoeficacia, son fundamentales para que yo pueda administrar lo que voy aprendiendo. Y para aprender necesito tener habilidades de aplicación. Esto quiere decir que mi conocimiento previo es esencial para lo que voy a aprender en el futuro. La metamemoria, la capacidad de codificar información y de recuperar información es un prerrequisito para las habilidades del siglo XXI. Y antes de eso tenemos funciones ejecutivas como la autorregulación de los impulsos, el control de mi tiempo, la planificación y la organización”. A ello se suman: “Tres habilidades cognitivas que trabajan juntas: la atención, la velocidad de procesar y la memoria de trabajo. No hay un profesor que no dependa de esto a la hora de enseñar”. El problema “El problema de la educación es cómo enseñamos, cómo aprendemos y cómo medimos todo esto. Entonces, esos son los dos programas que básicamente nos llevan a cerrar de nuevo con León Tolstói. La primera frase del libro de Anna Karenina dice Todas las familias felices se parecen entre ellas, pero cada familia infeliz es infeliz a su manera” Y reflexionó: “Mi sueño es que el sistema educacional pueda ser incluyente, como la personalización, sin poner la tecnología como la solución, porque es una herramienta y no podemos pensar que la inteligencia artificial es una amenaza o una solución, es una herramienta para fomentar el aprendizaje”. En el cierre de la presentación, Patricio Zunini le consultó sobre qué aprendizajes podemos tomar de otras disciplinas para llevar al aula. Argüello se tomó un momento y respondió: “Lo que me gusta de las ciencias cognitivas es que son interdisciplinarias. Y no solo abarca la historia o evidencia de todo lo que hemos aprendido, sino que en sí lleva de antropología, de sociología, de psicología, de neurociencias. Lo que hay que hacer es digerir 133 años de investigación científica y eso es lo que he hecho los últimos 15 años”.

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