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» Comercio y Justicia
Fecha: 08/05/2025 19:26
Por Jeffrey A. Singer* para Cato At Liberty (Estados Unidos) Los críticos advirtieron que conduciría a un abuso generalizado. Sin embargo, en octubre de 2018, los legisladores canadienses convirtieron a Canadá en el primer país del G7 en legalizar, y no solo despenalizar, el cannabis recreativo. Investigadores de la Universidad McMaster han llevado a cabo un estudio prospectivo de cohorte en el que participaron 1.428 adultos de Hamilton, Ontario. Algunos participantes eran consumidores de cannabis antes de la legalización, mientras que otros comenzaron a consumirlo después de la legalización, entre septiembre de 2018 y octubre de 2023. Sus conclusiones se han publicado hoy en la revista Journal of the American Medical Association. Los resultados: “La frecuencia del consumo de cannabis aumentó modestamente en los cinco años siguientes a la legalización, mientras que el uso indebido de cannabis disminuyó modestamente”. Durante la pandemia, el consumo de alcohol, cannabis y sustancias ilícitas se disparó en la mayoría de los países. Los investigadores descubrieron que, tras el inicio de la pandemia, el uso indebido de cannabis (o trastorno por consumo de cannabis) experimentó una fuerte reducción y aún no ha vuelto a las tasas anteriores. La caída más significativa se produjo entre las personas que eran consumidoras habituales antes de la legalización. En general, durante el periodo de estudio, las personas que consumían cannabis con frecuencia antes de la legalización tendieron a reducir su consumo, mientras que las que no lo habían consumido anteriormente eran más propensas a aumentar su uso. El consumo indebido disminuyó en todos los grupos que ya consumían cannabis antes de la legalización. Los investigadores observaron un aumento del consumo indebido entre las personas que anteriormente se abstenían, un resultado previsible dada su base de referencia de consumo nulo. Análisis más detallados identificaron cambios significativos en los tipos de productos de cannabis preferidos por los consumidores activos a lo largo del tiempo, con descensos en el consumo de flores secas, concentrados, aceite de cannabis, tinturas, ungüentos tópicos y hachís. Por el contrario, aumentó el de productos comestibles, líquidos y cartuchos de aceite o vaporizadores desechables. El abandono de los productos combustibles es una evolución positiva que puede reducir la probabilidad de desarrollar problemas de salud pulmonar. Estos hallazgos sugieren que la legalización del cannabis podría no tener los efectos adversos para la salud que temían sus detractores. De hecho, podría promover hábitos de consumo más seguros y minimizar los daños generales. La experiencia de Canadá no provocó una crisis de salud pública. El uso indebido disminuyó, los productos más seguros ganaron aceptación y la situación se mantuvo estable. La conclusión es clara: la cuestión no es si legalizar, sino cómo hacerlo de forma inteligente. (*) Cirujano. Académico adjunto del Cato Institute.
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