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» El Ciudadano
Fecha: 08/05/2025 16:33
Luego de un 2024 signado por una contracción del 9,4% en la actividad industrial, las perspectivas para los primeros meses de 2025 siguen siendo sombrías. Aunque algunos indicadores recientes sugieren leves repuntes, el panorama general refleja un estancamiento persistente y niveles de actividad muy por debajo de los estándares históricos. El impacto de la crisis ha sido amplio y homogéneo. De los 16 bloques productivos que conforman el entramado industrial del país, 15 registraron caídas en su rendimiento durante el último año. Este comportamiento generalizado ha sido calificado por especialistas como uno de los más uniformes en cuanto a retroceso en la historia reciente del sector. Desde el Sindicato del Personal de la Industria Química y Petroquímica (SOEPU) describieron al 2024 como un «año marcadamente recesivo», en el que no se observó ninguna rama industrial con signos claros de crecimiento o resiliencia frente al deterioro general. Durante el primer trimestre de 2025 se registraron algunas mejoras interanuales, pero desde el sector se las interpreta como fluctuaciones menores dentro de una tendencia mayormente negativa. La capacidad instalada alcanzó en febrero el 58,6%, apenas un punto por encima del mismo mes del año anterior, lo que sigue evidenciando una subutilización crónica de los recursos industriales. Un ejemplo claro del deterioro estructural se encuentra en la industria petroquímica, que sufrió una baja del 9% en febrero respecto de enero, y del 14% en comparación con el mismo mes del año pasado. Este sector, clave para la economía argentina tanto por su peso en el empleo como en la producción nacional, refleja con claridad los obstáculos que enfrenta la industria en su conjunto: baja producción, escasa demanda interna y una infraestructura ociosa. Según el SOEPU, lejos de iniciarse una recuperación, lo que se consolida es un escenario de estancamiento estructural que podría prolongarse. “No se observa ninguna señal firme de reactivación. La caída continúa y amenaza con volverse crónica”, advierten. Esta situación no solo compromete la estabilidad laboral de miles de trabajadores, sino que también representa una amenaza para la economía nacional. La industria manufacturera, y en particular la petroquímica, son pilares esenciales para el crecimiento sostenido del país. Sin políticas activas que impulsen la inversión, estimulen la demanda interna y reactiven el aparato productivo, los riesgos de un deterioro aún mayor son inminentes.
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