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  • Basura o recurso: es hora de repensar la gestión de residuos en la Ciudad

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/05/2025 06:52

    El problema de la basura en CABA atraviesa lo social, lo ambiental, lo económico y lo político En un país con una gran capacidad de resiliencia y creatividad, repensar nuestra relación con los residuos abre la puerta a nuevas oportunidades. Una mirada moderna y cooperativa puede transformar lo que antes descartábamos en valor social, económico y ambiental. Para eso, hace falta una nueva forma de gobernanza que impulse este cambio. La gestión de residuos en la Ciudad de Buenos Aires se ha vuelto una postal cotidiana de un sistema que ya no funciona. Contenedores desbordados, materiales reciclables mal dispuestos, falta de infraestructura, vandalismo. Pero lo que parece solo un problema de limpieza es, en realidad, el síntoma visible de un desafío mucho más complejo, que atraviesa lo social, lo ambiental, lo económico y lo político. Sabemos que la gestión de residuos es una cuestión multidimensional. Tiene un componente social crucial, pues miles de recuperadores urbanos dependen de los materiales reciclables para su subsistencia. Tiene otro componente urbano, más visible, relacionado con la limpieza y el orden del espacio público. También está íntimamente ligada a la economía circular, donde los residuos se transforman en insumos valiosos para industrias y sectores productivos. Y, no menos importante, la gobernanza: la gestión de residuos involucra a un conjunto de actores —el Estado, las cooperativas, las ONGs, las empresas y los ciudadanos— que deben coordinarse de manera efectiva para lograr un sistema eficiente. Hoy, sin embargo, nos enfrentamos a un sistema colapsado. Lo vemos todos los días: residuos voluminosos fuera de los contenedores, escasez de puntos verdes, materiales reciclables en lugares incorrectos -que terminan desaprovechados– y una infraestructura que no responde a las necesidades de la Ciudad. Esto genera una gran pérdida de oportunidades económicas, sociales y ambientales. A esto se suma un “contrato de la basura” que fue prorrogado durante la pandemia y que se lleva un 25% del presupuesto de la Ciudad (sin contar salarios). Desde entonces, se observa un deterioro en el cumplimiento de las metas de áreas limpias y desde 2023 que no se publican indicadores y estadísticas para medir y controlar la calidad del servicio. En un contexto con desafíos económicos, cambios en el empleo y condiciones laborales que requieren atención, pensar la gestión de residuos como una oportunidad —y no solo como un problema— puede abrir nuevas puertas. Por un lado, es necesario avanzar a nivel nacional con una ley de envases que establezca metas de valorización y de incorporación de material reciclado en nuevos envases, generando así empleo digno y dinamizando industrias tradicionales y emergentes. A su vez, puede ayudarnos a reducir el impacto ambiental y a contribuir a una economía más circular y sostenible. En cuanto a la Ciudad, un buen punto de partida podría ser la conformación de un espacio de diálogo que siente a todos en la misma mesa: el Gobierno de la Ciudad, cooperativas de recuperadores urbanos, ONGs, universidades, empresas recicladoras y organizaciones ciudadanas. Así, se podrían construir consensos y soluciones compartidas desde una mirada colaborativa, en una suerte de nuevo pacto de gobernanza, donde se planteen compromisos de todas las partes y soluciones inclusivas, eficientes y sostenibles, pero también realistas. En paralelo, es urgente reforzar la presencia de puntos verdes en todas las Comunas, para facilitar la entrega de materiales reciclables, aceites usados, pilas, aparatos eléctricos y electrónicos fuera de uso, entre otros. Otro paso necesario es promover un sistema transparente y coordinado de recolección diferenciada, que ofrezca una mayor disponibilidad de campanas verdes y que permita que las cooperativas puedan coordinar sus recorridos con los vecinos. Al mismo tiempo, hay que visibilizar todas las opciones disponibles para el reciclaje y promover campañas de educación ambiental permanentes. La solución al problema de la basura empieza por casa, con la colaboración activa de cada vecino y vecina. Pero también exigiendo una mejora del servicio público y la aplicación de multas severas ante incumplimientos en el “contrato de la basura”. Por último, hay que seguir explorando nuevas tecnologías limpias para la valorización de residuos, recordando que el relleno sanitario debe ser siempre la última opción. Cuanto más reciclamos, más barata se vuelve la gestión de residuos. Al separar y recuperar materiales, reducimos la cantidad de residuos que deben ser transportados, lo que implica menos camiones, menos combustible y menores costos operativos. Además, al evitar que más materiales terminen en los rellenos sanitarios, contribuimos a extender su vida útil y reducimos la presión sobre estos espacios. En definitiva, reciclar no solo beneficia al ambiente, a la limpieza y a la economía, sino que también aligera la carga económica del sistema de gestión de residuos. La Ciudad de Buenos Aires no puede quedarse atrás. Pero tampoco puede avanzar con recetas importadas, sin comprender sus propios desafíos y potenciales. Tenemos los actores, la experiencia y la urgencia. Solo falta tomar la decisión de empezar a trabajar juntos, diseñando un sistema que funcione para todos y, sobre todo, para el futuro.

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