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  • La sucesión del papa Francisco: la Iglesia, entre la profundización o un freno a los cambios – Cadena Entrerriana 96.5MHz LRS 798

    Concordia » Cadena Entrerriana

    Fecha: 07/05/2025 08:41

    No es una característica de la Iglesia católica hacer cambios revolucionarios. El propio Francisco fue en varios aspectos un papa de avanzada. Pero cuánto mucho resultó un reformista, sobre todo en los modos y en el énfasis de su pontificado, pero no un revolucionario. Sin embargo, los sectores católicos conservadores lo resistieron. Ahora, tras su muerte y la elección de su sucesor, esos grupos enfrentan un gran desafío: detener la modernización de la institución. No la tienen fácil. En el colegio de cardenales no son mayoría. Más bien quedaron reducidos al tercer grupo detrás de los que quieren la continuidad de la línea de Francisco, pero sin que el futuro pontífice avance en cuestiones que puedan tensar la unidad de la Iglesia como ocurrió con la bendición a las parejas gay que autorizó Jorge Bergoglio. Y también detrás de los que siguen en cantidad y aspiran a un sucesor que profundice los cambios. Pero son poderosos. Entre sus miembros se cuenta una parte de la rica e influyente Iglesia de los Estados Unidos que siempre fue el principal frente de oposición al pontificado de Francisco. El jefe de la primera campaña presidencial de Donald Trump, Steve Bannon, llegó crear un centro de formación para líderes populistas con sede en un viejo monasterio a 130 km de Roma que reivindicaba la restauración del cristianismo. Bannon le dijo en 2016 al líder del derechista partido italiano Liga del Norte, Matteo Salvini, que Francisco “es un enemigo” al cual debía “atacar frontalmente” para aglutinar a los sectores más conservadores y tener futuro político. Fue tan grosera la ofensiva contra Francisco que un cardenal muy crítico de él, el norteamericano Raymond Burke, que había apoyado la iniciativa, tuvo que tomar distancia. La ola conservadora que surca Occidente con Trump a la cabeza probablemente tonifique a algunos restauradores. Pero el componente político gravita mucho menos que la ortodoxia doctrinaria en el ánimo de los conservadores. Para ellos, Francisco forzó demasiado la interpretación de la doctrina con tal de incluir en la Iglesia “a todos, todos, todos”, como él mismo decía, que quisieran. Las diferencias Hubo otras cuestiones que les pusieron los pelos de punta, además de la bendición de las parejas gay. Por ejemplo, que los católicos divorciados en nueva unión pudieran comulgar (recibir la hostia consagrada) bajo ciertas condiciones. Cinco cardenales lo acosaron a Francisco con cartas en las que le pedían aclaraciones sobre algo que, a su juicio, la doctrina no permitía. El cardenal Timothy Peter Joseph Radcliffe llega a una reunión de la congregación general antes del cónclave para elegir al próximo papa, como se ve desde Roma. Foto Reuters La “resistencia” -así la denominaba Francisco- al pontificado del argentino también abarcó aspectos relativos al desarrollo de la Iglesia. Centralmente, el llamado “camino sinodal”, es decir, el proceso para lograr una institución más dialogante y participativa con la inclusión de laicos, entre ellos mujeres, no sólo con derecho a voz, sino también a voto. Para los conservadores eso es convertir a la Iglesia en una asamblea popular. De hecho, afirman que los sínodos de obispos dejaron de serlo por la participación de personas que no lo son. Hasta consideran que los altos cargos en el Vaticano no deben ser ocupados por laicos y, mucho menos, por mujeres en contraposición a lo que dispuso Francisco. A todo esto habría que agregar el desacuerdo con las críticas tan severas de Francisco al sistema económico imperante -sin abjurar del capitalismo-, su posición de acogida generosa a los refugiados y su defensa del medioambiente -fue el primer papa en escribir una encíclica sobre esta problemática- que le ocasionó una campaña en su contra de las carboníferas. En rigor, hay aspectos del papado de Francisco que no sólo le critican los conservadores. No todo es blanco o negro. Hay moderados que también le cuestionan algunas decisiones y actitudes como abrir las puertas del Vaticano a creencias no tradicionales como el culto a la Madre Tierra o haber recibido a un matrimonio gay. Hay, en ese sentido, conciencia de que Francisco generó muchas tensiones internas -los africanos se levantaron contra el permiso de bendición a parejas gay y el papa lo desactivo para ese continente- y por eso son mayoría los que creen que el nuevo papa debe seguir la línea de Francisco sin ser tan disruptivo y así asegurar la unidad. Cuestiones como el acceso de las mujeres al diaconado -el primer peldaño del clero-, la posibilidad de que hombres casados mayores de probada fe accedan al sacerdocio en regiones de gran escasez de curas e incluso el celibato optativo fueron esquivadas por Francisco por no estar de acuerdo o temer un cisma. Habrá que ver qué perfil tendrá el próximo papa. Aspectos como el papel de la mujer en la Iglesia se vuelve cada vez más insoslayable. Pero está claro que la apertura, austeridad y sensibilidad social de Francisco es algo en lo cual no se podrá volver atrás -al menos, demasiado atrás- por la aceptación que tuvo en mucha gente. Así las cosas, los cardenales corren el riego de asegurar la unidad entre ellos y alejar a muchos fieles de la Iglesia. Mientras que los conservadores, de quedar arrumbados por abrazarse férreamente al argumento de que la adhesión no puede ser al precio de ignorar la doctrina. En la Capilla Sixtina se decidirá el camino. Clarin compartir

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