» Diario Cordoba
Fecha: 06/05/2025 16:52
Los insectos zumbadores suelen ser asociados con molestias o enfermedades, pero cumplen un papel insustituible en los ecosistemas globales. Mientras la crisis climática avanza, entender y proteger a estos insectos no es solo una cuestión ecológica, sino una necesidad para sostener la biodiversidad y los servicios que garantizan la supervivencia de la vida en el planeta. Una investigación publicada en ‘Biological Reviews’ ha concluido que cientos de especies de moscas migratorias –pertenecientes al orden Diptera– realizan viajes auténticamente épicos que benefician a la agricultura, la salud de los ecosistemas y hasta la economía humana. Sin embargo, la supervivencia de estas especies está amenazada por el cambio climático y la fragmentación de sus hábitats. El orden Diptera incluye más de 125.000 especies conocidas, desde moscas domésticas hasta sírfidos y mosquitos, pero el número total podría superar el millón. El estudio identificó 592 especies como migratorias, el 0.5% del total registrado, cifra que asciende al 3% para los sírfidos, porcentaje que se refleja en otros taxones migratorios como mariposas, polillas nóctuidas y murciélagos, aunque los investigadores sugieren que la cifra real es mucho mayor. Eupeodes corollae. / Alvesgaspar Estas moscas cumplen roles clave: el 62% actúa como polinizador, el 35% como descomponedor, el 18% como plaga agrícola, el 16% como vector de enfermedades y el 10% como controlador de plagas. Pero todas contribuyen al transporte de nutrientes entre regiones. "Las moscas migratorias desempeñan una gama inigualable de funciones ecológicas, lo que las convierte en una fuerza importante en los ecosistemas y la economía", afirma Will Hawkes, autor principal del estudio. Viajes asombrosos Entre los hallazgos más destacados de la investigación figura el impacto de los sírfidos, una familia de moscas similares a abejas. Estos insectos polinizan el 52% de los cultivos alimentarios globales, con un valor estimado de 300.000 millones de dólares anuales. Además, sus larvas devoran pulgones, protegiendo plantaciones. Solo en el sur de Inglaterra, se calcula que dos especies de sírfidos, Episyrphus balteatus y Eupeodes corollae, consumen 10 billones de pulgones al año. Para definir el comportamiento migratorio, el equipo utilizó 13 criterios, como movimientos estacionales de ida y vuelta, vuelos de larga distancia y capacidad de volar a gran altitud. Las moscas sírfidas cumplieron 12 de estos indicadores, seguidas por las moscas de la fruta (Tephritidae) con 10. En total, 60 de las 130 familias de Diptera mostraron evidencia de migración. Algunos viajes son asombrosos. Por ejemplo, la mosca Delta platura, plaga de cultivos, cruza 105 kilómetros de mar desde Oriente Medio hasta Chipre en primavera. Otras, como la mosca Hypoderma tarandi, siguen a sus huéspedes en migraciones de miles de kilómetros, depositando larvas en sus fosas nasales. Ejemplares de Hypoderma tarandi. / Teppo Mutanen A pesar de su importancia, estas especies se enfrentan a riesgos críticos. La pérdida de hábitats por agricultura intensiva, urbanización y destrucción de humedales ha creado ‘brechas’ en sus rutas. "A nivel mundial, factores como la urbanización, la agricultura intensiva y la destrucción de humedales han hecho que grandes áreas sean hostiles para los insectos, creando potencialmente brechas perjudiciales en sus rutas migratorias", advierte Karl Wotton, coautor del estudio. El cambio climático agrava el problema. En Nepal, por ejemplo, mosquitos vectores de malaria ahora sobreviven en altitudes antes inhabitables debido al calentamiento. Además, la disminución de insectos migratorios afecta a especies dependientes, como las aves. En Norteamérica, las poblaciones de aves insectívoras han caído en 2.900 millones en 50 años, mientras que las no insectívoras aumentaron. Patrones migratorios ocultos Los investigadores subrayan que proteger hábitats aislados no basta. "Toda la ruta migratoria debe ser capaz de sustentar a estos insectos", señala Wotton. Esto implica restaurar la conectividad entre paisajes, como corredores naturales que unan zonas agrícolas, urbanas y silvestres. También urgen más investigaciones, destacan los autores. Muchas familias de moscas migratorias solo cuentan con un estudio sobre su comportamiento, y vastas regiones permanecen sin explorar. Técnicas como el análisis de polen, radares y simuladores de vuelo podrían revelar patrones migratorios ocultos. El estudio resalta casos emblemáticos: –Moscas comunes (Musca autumnalis): En los Pirineos, millones de ejemplares migran estacionalmente, descomponiendo materia orgánica. Un estudio relacionado con Musca domestica mostró que 50 moscas (25.000 huevos) pueden procesar 444 kilos de purines porcinos, transformándolos en compost. –Mosquitos y enfermedades: En África occidental, Anopheles coluzzii, vector de la malaria, viaja 300 kilómetros en nueve horas con vientos monzónicos. En Japón, mosquitos portadores del virus de la encefalitis siguen corrientes de aire desde el sudeste asiático. –Sírfidos polinizadores: En el archipiélago español de Columbretes, Eristalis tenax es crucial para la polinización, pues transporta polen hasta 105 kilómetros entre Chipre y Oriente Medio. "Las islas pequeñas sin capacidad para albergar poblaciones de polinizadores sedentarios podrían beneficiarse especialmente de los dípteros migratorios", recoge el estudio. Varias moscas sobre una planta. / Pixabay "Lo que hemos descubierto es que los dípteros migrantes son vitales para los ecosistemas del planeta, pero son muy poco apreciados. Esperamos que esta revisión inspire muchos más estudios sobre este fascinante e importante mundo de la migración de las moscas", expone Myles Menz, coautor de la investigación.
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