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» AgenciaFe
Fecha: 05/05/2025 10:39
Aunque es un hábito común en la mayoría de los hogares, guardar la leche en la puerta de la heladera es un error que puede afectar su duración y calidad. Muchas veces, por comodidad o costumbre, colocamos el sachet o la botella en ese espacio lateral sin pensar que es uno de los lugares menos fríos del refrigerador. La explicación es simple: la puerta de la heladera se abre y se cierra constantemente, lo que provoca variaciones de temperatura. Esos cambios afectan especialmente a los productos lácteos, que necesitan mantenerse en frío constante para evitar la proliferación de bacterias. En consecuencia, la leche puede cortarse antes de la fecha de vencimiento o desarrollar un sabor y olor desagradables. Los especialistas en conservación de alimentos recomiendan colocar la leche en la parte media o inferior del interior de la heladera, donde la temperatura se mantiene más estable. Lo ideal es que esté lo más al fondo posible, lejos de la luz y de los cambios de temperatura del entorno. Lo mismo aplica para el yogur, la crema y otros productos lácteos frescos. Este pequeño cambio de ubicación puede marcar una gran diferencia. Al conservarla correctamente, la leche mantiene su frescura por más tiempo, se reduce el desperdicio y se evita el riesgo de consumirla en mal estado. También es importante verificar que el envase esté bien cerrado y no tenga contacto con alimentos crudos. En resumen: la puerta de la heladera está pensada para productos que toleran mejor los cambios de temperatura, como jugos cerrados, aderezos o bebidas no perecederas. Si querés que la leche dure más y se mantenga en buen estado, lo mejor es darle un lugar más protegido dentro del refrigerador.
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