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Parana » Radio La Voz
Fecha: 05/05/2025 10:31
La delegada de la Asociación de Mujeres Juezas, y exmiembro del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), analiza la situación actual de resistencia sobre avance de derechos de las mujeres. Desde Córdoba, la delegada provincial de la Asociación de Mujeres Juezas de Argentina (Amja), María Esther Cafure –y también exintegrante del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ)–, analiza el presente político, judicial y social marcado por el avance sobre los derechos conquistados por las mujeres en nuestro país. Testigo de lo logrado por las mujeres en las últimas décadas, y en medio de un contexto reactivo a dichas conquistas, Cafure no duda en advertir: “Los derechos humanos de las mujeres hay que defenderlos todos los días”. La letrada analizó el rol de la Justicia en la defensa de los derechos de mujeres y también se refirió a la composición actual de la Corte Suprema de Justicia, y aseguró que es “inconstitucional” que no haya mujeres entre sus miembros. En ese sentido, destacó la labor de Amja en su reclamo para que más mujeres ocupen puestos de relevancia en la toma de decisiones. Con 30 años de trayectoria como organización nacional, y parte de una red internacional de magistradas, Amja renovó autoridades y estableció la continuidad de Susana Medina en la conducción. –Amja tomó posición sobre la Corte Suprema y la falta de mujeres en su composición. ¿Qué lectura hace de eso? –Presentamos una nota a los senadores de Córdoba. Nadie respondió, la ignoraron. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw) establece que las mujeres deben integrar todos los órganos de decisión y la ley nacional 26.485 incorpora a la Cedaw al cuerpo constitucional. No se trata de cupo, se trata de paridad. Y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ya lo recomienda de forma explícita: la composición debe ser paritaria (50% y 50%). No tener mujeres en la Corte es inconstitucional. No lo dicen sólo las juezas: lo dice la ley. –¿Percibe que existe una resistencia social a los cambios logrados hasta el momento y mayor violencia contra la mujer? –Lo que hay es una reacción frente a una transformación profunda. Muchas mujeres han tomado conciencia de sus derechos. Eso modifica los vínculos, porque ya no aceptan determinadas situaciones. Y esa rebeldía, esa autonomía, enardece a muchos hombres y responden con violencia. Ahí aparecen las respuestas violentas. “La violencia contra las mujeres existe porque son desobedientes”, me supieron decir una vez. ¿Desobedientes a qué? A no aceptar que otros decidan por nosotras: si trabajamos, cómo vestimos, cómo criamos a nuestros hijos. -¿Qué lectura hace de la intención del Gobierno nacional de sacar el agravante de femicidio del Código Penal? -Esa posición forma parte de una postura negativa de los derechos de las mujeres, del carácter estructural de desigualdad en el que se encuentran las mujeres. Niegan esa realidad. Pero, a medida que pasa el tiempo, ya no hay vuelta atrás en la afirmación de las mujeres sobre sus derechos, sus libertades y su autonomía, sobre todo su autonomía en lo económico. Eso no se puede volver atrás a pesar de la resistencia. Se trata de un cambio de pensamiento, de actitudes, de forma de ser. La resistencia a los cambios siempre existió. En cuanto a la figura del femicidio, esta tiene apoyo legislativo, constitucional y convencional. Están negando lo que está escrito en la Constitución. Es más, creo que ni siquiera lo niegan, directamente lo ignoran. Entonces, ¿cuál es la resistencia? ¿Resistencia a la ley? ¿Resistencia a la Constitución? Bueno, entonces que propongan cambiarla. Porque mientras exista, hay que cumplirla. -¿Cuál es hoy el mayor desafío hoy para el Poder Judicial en cuanto a la violencia de género? ¿Tiene un rol de prevención o sólo de resolución de los casos? —La impunidad es la llave que garantiza la reiteración de los actos de violencia. Entonces, el Estado tiene la obligación, por su compromiso firmado en los tratados internacionales, de proteger a las víctimas y a los sobrevivientes. Y esa protección no se agota con una sentencia. Involucra acceso a vivienda, a educación, a seguimiento, especialmente en los casos con hijos. El Poder Judicial debe adoptar medidas protectoras inmediatas, pero la mayor carga está en el Poder Ejecutivo. Es una responsabilidad compartida, pero ineludible. Sostener todo lo hecho, porque las corrientes en contra son muy fuertes. Hay una reacción evidente frente al avance de los derechos de las mujeres. Esas ideas negacionistas, que desestiman nuestra situación real, están creciendo y se contagian. Por eso decimos que los derechos hay que defenderlos todos los días. Formo parte de una generación que ha visto los cambios. Viví una época en la que las mujeres empezaron a tener más peso porque habían sido educadas. Saber leer, escribir y terminar el primario y el secundario primero les permitió ser maestras o secretarias, que era a lo que se podía aspirar, y luego, a medida que la educación se fue ampliando, se fue aumentando la participación de la mujer en la política, se modificó el Código Civil y Comercial para reconocer sus derechos en la administración conyugal. -En su camino como profesional, ¿qué tipo de obstáculos tuvo que sortear? -Yo quería dedicarme a la Justicia penal y recuerdo que estaba embarazada y me decían: “¡¿Cómo una mujer embarazada va a tratar con esa gente?!“. En ese momento, las mujeres en el derecho se dedicaban al fuero de Niñez y Familia. Yo me fui al área de comercial y quiebras. Fui jueza 12 años y luego me fui al área penal. Me relacioné con penal desde la cátedra en la Facultad de Derecho, me capacité y luego fui jueza en ese fuero. –¿Cómo ve hoy a la Justicia en cuanto a celeridad en los casos de violencia? –Hay una falsa idea de que un proceso más rápido es siempre mejor. Pero la celeridad no puede vulnerar derechos. El Poder Judicial en Córdoba funciona bien. Cuando el expediente está para sentencia, se resuelve. El proceso tiene tiempos para garantizar defensa, prueba, seriedad. Se puede mejorar, claro. Pero cuidado con eliminar recursos y después lamentar fallos injustos. La Justicia no es automática, tampoco puede ser negligente. –¿Hay una forma de pensar que aún sigue anclada en el poder? –Sí. Esa idea de que las mujeres nunca fuimos importantes. Sólo para el Día de la Mujer. Pero el cambio ya empezó. Y no hay vuelta atrás. Lo vemos en las nuevas generaciones, en las juezas jóvenes, en quienes hoy se forman con otra mirada. La afirmación de los derechos de las mujeres pasa también por su independencia económica, por sostener una familia en conjunto, por una tarea compartida con el varón. Hay que cambiar las formas de pensar. Pero estamos caminando.
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