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Crespo » Estacion Plus
Fecha: 04/05/2025 14:34
El Vaticano ya cerró al público la histórica capilla para adecuarla al ritual secreto que designará al sucesor de Francisco. Mesas, estufas y medidas de seguridad de alta tecnología garantizan la confidencialidad de un proceso cargado de historia y simbolismo. La Capilla Sixtina, joya del Renacimiento y epicentro de la elección papal, está en plena transformación. Desde el 28 de abril, sus puertas se cerraron al público para dar paso a los preparativos del cónclave que, a partir del 7 de mayo, reunirá a 133 cardenales electores para elegir al 267º sucesor de Pedro. Bajo los frescos de Miguel Ángel, operarios instalan tarimas, estufas y sistemas de seguridad de última generación, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos. Un escenario histórico La Capilla Sixtina, construida entre 1473 y 1481 bajo el papado de Sixto IV, ha sido el escenario principal de los cónclaves desde 1492. Sus 40 metros de largo, 13 de ancho y 21 de alto, decorados con los frescos de Miguel Ángel —como La Creación de Adán y El Juicio Final—, se convierten en un espacio de oración, deliberación y secreto absoluto. Desde el fallecimiento de Papa Francisco el 21 de abril de 2025, el Vaticano ha acelerado los preparativos para garantizar que este lugar sagrado esté listo para el cónclave, que comenzará tras el período de luto de nueve días. El lunes 28 de abril, los Museos Vaticanos anunciaron el cierre de la capilla al público, una medida que marca el inicio de los trabajos logísticos. “Se comunica que la Capilla Sixtina será cerrada al público a partir del lunes 28 de abril de 2025 por las exigencias del cónclave”, señaló el portal oficial de los museos. Este sábado, durante el funeral de Francisco, la capilla y los Museos Vaticanos también permanecieron cerrados en señal de luto. Transformación del espacio Los preparativos en la Capilla Sixtina combinan tradición y tecnología moderna. Entre las tareas destacadas se encuentran la instalación de infraestructura. Operarios han colocado una tarima para nivelar el suelo y facilitar la disposición de 133 sillas de madera de cerezo, personalizadas para cada cardenal elector. Mesas revestidas con manteles rojos y beige flanquean el pasillo central, donde se realizarán las votaciones. El viernes 2 de mayo, bomberos vaticanos instalaron el conducto metálico en el tejado de la capilla, visible desde la Plaza de San Pedro. Este sábado, los trabajos se completaron desde el interior, conectando la chimenea a dos hornos: uno para quemar las papeletas y otro para generar el humo —negro si no hay acuerdo, blanco si se elige Papa, gracias a mezclas químicas como perclorato de potasio, antraceno y azufre. Pruebas del sistema asegurarán su correcto funcionamiento. Seguridad de alta tecnología Para garantizar la confidencialidad, se han implementado inhibidores de señales, películas protectoras anti-drones y anti-láser en los ventanales, y barridos electrónicos para detectar micrófonos o dispositivos de espionaje. La Gendarmería Vaticana utiliza una red de radio encriptada para emergencias, y los cardenales deben entregar sus dispositivos electrónicos antes de ingresar. Estas medidas reflejan la evolución del cónclave, que desde el siglo XIII busca proteger la elección papal de interferencias externas. La constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, actualizada por Benedicto XVI, establece un aislamiento total: los cardenales no pueden usar teléfonos, leer periódicos ni comunicarse con el exterior, bajo pena de excomunión. El ritual del cónclave El cónclave comenzará el 7 de mayo con la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio en la Basílica de San Pedro. Por la tarde, los cardenales, vestidos con sus túnicas rojas, procesionarán hacia la Capilla Sixtina entonando el himno Veni Creator Spiritus. Tras prestar un juramento de secreto, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas pronunciará el “Extra omnes” (“todos fuera”), y las puertas se cerrarán, dejando a los 133 electores —menores de 80 años— en aislamiento. Las votaciones, hasta cuatro diarias, requieren una mayoría de dos tercios (89 votos). Cada cardenal escribe en una papeleta la frase Eligo in Summum Pontificem seguida del nombre de su candidato, la deposita en una urna y jura ante Cristo que vota por quien cree digno. Si no se alcanza un acuerdo, el humo negro (fumata nera) lo indicará; si hay Papa, el humo blanco (fumata bianca) y las campanas de San Pedro anunciarán la elección, seguida del Habemus Papam desde el balcón de la basílica. Los cardenales residirán en la Casa Santa Marta, un edificio moderno dentro del Vaticano, donde estarán incomunicados. Este alojamiento, introducido por Juan Pablo II en 1996, reemplazó las incómodas celdas improvisadas de cónclaves anteriores.
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