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» Diario Cordoba
Fecha: 04/05/2025 14:05
-Por la mañana cafeína y por la noche Orfidal, reza su perfil de Instagram, ¿cómo se lleva con la noche? Reconozco que siempre he sido algo trasnochador, para bien y para mal. En algunas épocas de mi vida. He sufrido insomnio o he tenido que consumir ansiolíticos para dormir unas cuantas horas seguidas. De todas formas, sin caer en romantizar los excesos, siempre ha existido algo literario en esa luz amarillenta de las farolas que iluminan las calles a última hora como señalando un camino distinto. La noche siempre ha tenido algo magnético en el plano creador. El ser humano tiene fascinación natural por el simbolismo de la noche y sus significados, somos animales nocturnos, como los insectos que no pueden evitar sentirse atraídos por la luz, aunque sepan que terminarán achicharrados. -¿Por qué y a quién escribe Cuántas noches son esta noche? En la novela, el protagonista se dirige a una pareja como si fuera una especie de carta. Hay novelas de Natalia Ginzburg como La ciudad y la casa de estilo epistolar. En este caso, está dirigido a una segunda persona, aunque esté escrita en primera. Encontré que era la forma más efectiva y cómoda para la voz del protagonista, para narrar lo que estaba ocurriendo de forma fresca y dinámica. A veces es más fácil exponerse y ser vulnerables cuando nos dirigimos a otro que reconocer nosotros mismos lo que somos. -¿Los escritores escriben más que leen o viceversa? -Espero que lean mucho más. Lo más importante es leer bien, no tanto leer mucho. Me horroriza la gente que comparte fotografías con montañas de libros como jactándose de lo que han leído, como si fuera una competición o eso les hiciera mejores lectores. Si has leído veinte libros en un mes, aunque sea por trabajo, lo más probable es que no los hayas disfrutado, ni leído bien. Acudo a mis libros imprescindibles cuando me siento estancado, tengo una lista con mis diez libros que siempre me acompañan como un botiquín literario de emergencia. -¿Qué tiene esta primera novela de autobiográfica? -El debate de ficción vs realidad me parece una pérdida de tiempo. Nuestro trabajo consiste en robar, apropiarse, y romper en mil pedazos la percepción del mundo y reunirlos de otra manera para intentar dar una imagen reconstruida. Debemos robarle a la vida todo lo que queramos, para eso es nuestra. -¿Qué recuerdos tiene de su paso por la Fundación Gala? -La fundación es una experiencia compleja e intensa, pero también un regalo que Antonio, de manera valiente, generosa y única, hizo a los jóvenes creadores. Para mí, fue uno de los años más importantes de mi vida porque me permitió tener tiempo no solo para escribir, sino para decidir si de verdad quería dedicarme a la escritura. Creo que este era uno de los objetivos principales por los que Antonio concibió la fundación. Los que hemos vivido entre sus muros, siempre cargamos con una pequeña marca, como reza su lema, sobre nuestro corazón. -¿Qué aprendió de Antonio Gala? -Citándolo textualmente: que siempre hay que viajar ligeros de equipaje, como los hijos de la mar. Las cosas más importantes a menudo pesan poco y las llevamos dentro. La capacidad que tuvo Antonio para construir un refugio en medio del ruido es algo que nunca le podremos agradecer bastante. Al final, su mejor obra, somos nosotros. -¿A quién prescribiría su libro si fuera un medicamento? -A todos los que no pueden dormir. Suscríbete para seguir leyendo
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