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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 04/05/2025 04:19
Los grises de la economía por los que transita el Gobierno: pocas cosas son lo que parecen y algunas son totalmente distintas. Con la resaca de la borrachera que dejó la salida del cepo, sin que el dólar pegara un respingo, pero preocupado por el último índice de inflación, el ministro de Economía Luis Caputo resolvió meter mano y dejar un rato de lado la invisible mano del mercado. El que alertó fue el tuit de un periodista especializado. Una de las grandes empresas fabricantes de autos les había avisado a sus concesionarios un aumento en los precios de lista. “Si los tocan, se romperá nuestra relación de confianza y habrá medidas”, avisó el Ministro por la misma vía. A las pocas horas, la automotriz arrió la bandera y anunció que la medida estaba “en evaluación”. El mensaje claro no fue para un solo, sino para todo el sector. Lo mismo hicieron la semana pasada con los supermercados, cuando, otra vez Caputo, los felicitó por “resistir” las listas de precios con aumentos que les habían enviado distribuidores y fábricas. El economista fue más lejos aún porque desplegó una amplia gama de presiones que incluyeron llamados telefónicos, visitas sorpresivas y un ejército de mensajes en las redes sociales. Más suaves o menos intempestivos, pero modos similares a los del inefable Guillermo Moreno. Para el Gobierno es vital que el índice de inflación de abril esté por debajo del de marzo. Hace pocas horas, Milei avisó que, si estaba igual, ya era para festejar, ni hablar si perforaba ese piso. Al mismo tiempo que pulsea con la realidad para que la inflación baje otra vez, la apuesta política de La Libertad Avanza entró en la fase final. En CABA, con Adorni de la mano, el Presidente encabezó su primer acto de cara a las elecciones del 18 de mayo. Es un juego peligroso, de alto riesgo: con tal de definir el liderazgo de la derecha, el oficialismo se expone a una derrota a manos de Santoro. Aunque las encuestas hablan de cierta paridad, la apuesta es gruesa. Más allá de la General Paz hay una doble condición que sigue vigente. Hasta dónde llegará el cisma en el kirchnerismo y la intención de acuerdo entre macristas y libertarios. Esta última va y viene al compás de los humores de los protagonistas. Santilli, afirman, tiene todo acordado. Ritondo espera el guiño final de Macri para concretar. Claro que un escenario es con el peronismo unido y otro con divisiones. Igual, ninguno debería subestimar la capacidad de entendimiento que puedan tener en el PJ. Todos saben que la división podría provocarles una derrota que dejará huellas para el futuro. Lo sabe Kicillof que piensa en el 2027 y lo percibe Cristina que está decidida a guardar su bastón de mariscal y bajar a la legislatura de la Provincia de Buenos Aires. En el medio está La Cámpora, hoy el principal escollo para un acuerdo doble. Máximo tira lo que más puede de la cuerda, sabiendo el peso que eso tiene sobre su madre. Larroque, exlíder de la agrupación, le asestó: “Tienen de rehén a Kicilloff”. Esa feroz dinámica interna condiciona afuera y adentro. Para el oficialismo y el PRO no es lo mismo enfrentar un peronismo dividido. El resto del PJ baila al compás de lo que pasa en Buenos Aires, y eso también lo perjudica. La diáspora de candidatos en CABA, hay 17 listas, es el reflejo de lo que sucede en los partidos políticos, que ya no existen como alguna vez los conocimos. ¿Dónde están los radicales? ¿Qué quedó del PRO? Cambiemos sólo aparecerá en los libros de historia. Y el peronismo vive al compás de la disputa por el liderazgo entre Cristina y Kicilloff. ¿Dónde están los gobernadores? ¿Qué fue de la vida de Schiaretti? ¿Qué papel juega Massa? Este caos ya existía antes de Milei, pero su triunfo en el 2023 le corrió el velo definitivamente. “Cuidame los pobres”. ¿Quién dijo esto? El Papa Francisco, en sus charlas telefónicas con el Presidente, según el mismo reveló. “Y los cuidé porque bajó el nivel de pobreza, aunque estamos lejos de cifras normales”, se atajó el mandatario en el marco referencia de su relación con el Papa recientemente fallecido. Todo indica que, fuera de escena Francisco, la potencia de su discurso sigue vigente en muchos lugares del mundo menos en su propio país. Las descalificaciones, los exabruptos, los insultos y los golpes bajos siguen a la orden del día. Desde el Presidente que se empeña en agredir periodistas, cuando podría rebatir opiniones sin caer en la agresión gratuita, hasta los candidatos que en lugar de hablar de sus propuestas se dedican a denostar al adversario. El mismo sayo para muchos pseudoperiodistas que parecen burdos operadores y utilizan un lenguaje burdo e insultante. ¿Cómo esperamos entonces reacciones no violentas del resto de la sociedad? Todo potenciado por el oscuro mundo de las redes, donde se puede decir cualquier cosa sin rendir cuentas. Entre estas miserias la política va y derrama sobre el resto de la sociedad. Tampoco hace mucho por evitarlo. Una pena.
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