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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/05/2025 04:32
Los gatos pueden ser entrenados si se sienten seguros, cómodos y motivados. (Imagen ilustrativa Infobae) “Los gatos hacen lo que quieren.” “No escuchan a nadie.” “No aprenden como los perros.” Estas frases circulan en charlas cotidianas, redes sociales y hasta en algunas clínicas. Reflejan un mito persistente: que los gatos no pueden entrenarse. Se cree que la independencia equivale a desinterés. Pero los gatos sí pueden ser entrenados según la ciencia del comportamiento animal. Pueden aprender cuando entienden. Cuando anticipan algo bueno. Cuando se sienten seguros. La percepción de los gatos como autónomos ha perpetuado el mito de que no pueden ser entrenados. (Freepik) “Algunos gatos pueden no sentirse cómodos con las personas. Por ejemplo, si no fueron criados con humanos, con el entorno del entrenamiento o con la recompensa ofrecida en ese momento, lo cual puede dificultar el entrenamiento. Pero eso no significa que carezcan de la capacidad para aprender”, dijo a Infobae desde los Estados Unidos, Monique Udell, profesora asociada e investigadora en comportamiento animal, cognición e interacciones entre humanos y animales de la Universidad Estatal de Oregón. Por qué un gato puede entrenarse El entrenamiento permite a los gatos aprender mediante asociación y recompensas positivas específicas. (Imagen Ilustrativa Infobae) A lo largo de la historia, la percepción de los gatos como animales independientes ha influido en la creencia de que no pueden ser entrenados. Esta idea se remonta a su proceso de domesticación, que, a diferencia de otros animales, fue más reciente y menos controlado por los humanos. Los gatos conservaron gran parte de su naturaleza salvaje, lo que contribuyó a su imagen de autonomía. En el antiguo Egipto, los gatos eran venerados y considerados sagrados. Sin embargo, durante la Edad Media en Europa, su imagen cambió drásticamente y fueron asociados con la brujería y perseguidos. Estas variaciones culturales reforzaron la idea de que los gatos eran criaturas misteriosas y autosuficientes. Incluso en la actualidad, su comportamiento independiente y su capacidad para valerse por sí mismos han perpetuado el mito de que no pueden ser entrenados. El entrenamiento felino reduce el estrés en situaciones como la consulta veterinaria/Archivo Sin embargo, la investigación científica demuestra lo contrario. Jimena Mangas es la directora de la nueva Diplomatura en Entrenamiento Felino de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que puede ser cursada de manera virtual por cualquier adulto mayor de 18 años y no requiere conocimientos previos. La experta explicó a Infobae: “Un gato aprende por asociación que una conducta que hace, un llamado o un objeto va seguido de una recompensa positiva”. Ese beneficio suele ser un alimento con alto valor, que sea más atractivo que su comida diaria. “La recompensa puede ser un alimento más rico que el que recibe en sus raciones habituales”, explicó. La doctora Udell afirmó: “Cada gato es capaz de aprender, y por lo tanto, de ser entrenado”. Pero necesita sentirse cómodo, seguro y motivado. Este tipo de aprendizaje no busca que el gato obedezca. Busca que entienda y que participe sin miedo. Qué aporta el entrenamiento al vínculo humano-gato El entrenamiento ayuda a fortalecer el vínculo entre gatos y humanos o veterinarios y promueve bienestar general. (Freepik) El entrenamiento mejora la comunicación y ayuda a reducir el estrés del animal en situaciones nuevas. Mangas aclaró: “Trabajamos mucho el consentimiento y la voluntad del animal para aceptar maniobras cuando se lo lleva a la consulta veterinaria o frente a otras situaciones como cuando tiene que viajar”. Si recibió entrenamiento, el gato puede aceptar una revisación sin asustarse. “Cuando el animal ya conoce esas prácticas en su casa, va menos tenso a las consultas”, agrega Mangas. El entrenamiento puede ser parte de la rutina diaria. Permite anticipar situaciones sin generar miedo. (Freepik) “El entrenamiento es una herramienta muy valiosa para fortalecer el vínculo entre el gato y su tutor, o incluso con el veterinario en sesiones específicas”, señaló en diálogo con Infobae Florencia Barrios, docente de Etología y Bienestar Felino e integrante del Núcleo de Bienestar Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República de Uruguay. Barrios indicó que el entrenamiento “le da al gato una sensación de control que reduce la ansiedad”. Y resumió: “Es un excelente ansiolítico y mejora significativamente su bienestar”. Cómo entrenar a un gato en casa En la Faculta de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires, una diplomatura en entrenamiento felino se cursa de manera virtual. Enseña ejercicios prácticos grupales guiados por expertos en tiempo real (Imagen Ilustrativa Infobae) El entrenamiento se basa en repetir conductas deseadas con premios positivos. El proceso debe ser breve y claro. Se le pueden enseñar acciones simples, como acudir a un llamado, entrar a la caja, jaula o bolso portátiles diseñados específicamente para transportarlos, o dejarse tocar la boca. “No le enseñamos a hacer acciones como jugar con un aro porque no consideramos que el entrenamiento sea utilizado para actos de circo que no aportan a la biología del gato”, agregó Mangas. La recompensa tiene que tener valor especial. No alcanza con su comida habitual. No se usan castigos. No se utilizan aparatos externos. Mangas aclaró: “No enseñamos con dispositivos cliker”. El entorno debe ser tranquilo. Udell resaltó: “Necesita sentirse seguro, cómodo y motivado por la recompensa”. Los límites del entrenamiento El entrenamiento no corrige agresividad por sí mismo. Se deben identificar causas médicas o emocionales. Requiere evaluación especializada (Imagen Ilustrativa Infobae) Vale aclarar que el entrenamiento no reemplaza un tratamiento médico. No corrige conductas agresivas si no se conoce la causa. Barrios explicó: “La agresividad suele tener causas médicas o emocionales, por lo que es clave identificar el origen”. Frente a esos casos se necesita una evaluación veterinaria. También reducir el estrés y mejorar el ambiente. Problemas de convivencia con otros animales necesitan manejo ambiental y reintroducción progresiva. (Freepik) “El entrenamiento puede sumar como herramienta complementaria, pero requiere cautela y no siempre es indicado cuando hay problemas de agresividad”, aclaró Barrios, quien publicó un estudio sobre el tema en la revista Applied Animal Behaviour Science. Tampoco el entrenamiento resuelve por sí solo los problemas de convivencia como cuando un gato no se lleva bien con un perro que vive en el mismo hogar. “Debe trabajarse con una buena distribución de recursos y reintroducciones progresivas”, mencionó Barrios. Entrenamiento como rutina de cuidado cotidiano Para entrenar a los gatos, no se usan castigos ni dispositivos externos (Imagen Ilustrativa Infobae) El entrenamiento puede formar parte del día a día. Ayuda al gato a anticipar situaciones y a reaccionar sin miedo. Favorece el contacto físico. Lo prepara para momentos clave como visitas al veterinario. “El entrenamiento está basado en la mejora del vínculo, para que aporte y respete las características del gato”, indicó Mangas. Los gatos aprenden por asociación; conductas reforzadas con recompensas positivas resultan efectivas (Eva Plevier/REUTERS) “Tener algo que hacer y compartirlo con los humanos con quienes convive mejora la calidad del vínculo”, concluyó la experta de la UBA. En los encuentros de la diplomatura en entrenamiento felino, cada persona participa virtualmente junto a un gato con el que conviva. Se realizan ejercicios prácticos guiados por docentes y se comparten experiencias grupales en tiempo real. Eso facilita el aprendizaje entre pares.
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