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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 01/05/2025 17:31
Este sábado, la familia de Blanca Paulina Sastre celebrará un siglo de vida de una mujer entrañable, querida y admirada en Concordia. Su historia, tejida entre aulas, clubes y la calidez del hogar, es un legado vivo que trasciende generaciones. Docente por vocación, Blanca fue preceptora durante décadas en la Escuela Nacional y en la Escuela Normal de Concordia, donde dejó una huella profunda en quienes fueron sus alumnos y colegas. También enseñó italiano con pasión en la Dante Alighieri y en el Círculo Italiano, instituciones con las que contribuyó activamente al rescate de la cultura italiana en la ciudad. Junto a su esposo, Constante Magrini —cónsul italiano en Concordia—, y su hija Ana María, forjó una familia marcada por el compromiso con la educación y las raíces. Blanca también fue una activa integrante del Concordia Tennis Club, espacio donde no solo compartió su tiempo, sino también su espíritu solidario y participativo. Hoy, la vida de Blanca es celebrada por sus hijos Ana María y Humberto, sus nietos Josefina, Andreina y Ricardo Tommasi, Humberto y Constante Magrini, y sus siete bisnietos. Pero entre todos esos nombres, hay uno que quiere hablar con el corazón. “Yo, como nieta, estoy feliz. Orgullosísima de caminar con ella por la calle”, dice Andreina Tommasi a nuestro medio Despertar Entrerriano. “Saber la cantidad de tiempo que la tengo conmigo me llena el alma. Nunca imaginé aprender tanto de una persona que acaba de cumplir 100 años.” Andreina cuenta que Blanca, quien actualmente reside en un geriátrico, sigue siendo parte activa de la vida familiar: “Este último tiempo me ha tocado acompañarla más, pasarla a buscar, traerla a casa. Es hermoso, porque su memoria está intacta, vive cada momento con mucha emoción, como si fuera el último. Para ella, todo lo que pasa ahora tiene un valor sentimental profundo.” “Uno piensa que la vejez es declive, pero mi abuela me enseñó que puede ser plenitud. Cada instante con ella es una lección de vida, una oportunidad de abrazar el presente. Y por eso, aunque sabemos que los años que le quedan pueden ser pocos, lo vivimos como una celebración constante”, agrega. El festejo de los 100 años será íntimo, pero lleno de amor: “Vamos a hacer algo sencillo, al mediodía, en mi casa. Somos unos 60 familiares, vamos a compartir un asado. Lo importante es estar juntos, con ella, celebrar lo vivido y agradecer.” Hoy Blanca es luz y es memoria. Una mujer que, incluso en el silencio de la vejez, sigue enseñando con la misma firmeza con la que lo hizo en las aulas. Su familia la honra con un festejo, pero sobre todo con una certeza: su legado no envejece, se multiplica. Fuente: Despertar Entrerriano
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