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  • Estudio y vereda conviven en el Jazz de Misiones

    » Elterritorio

    Fecha: 01/05/2025 04:36

    El Montoya se convirtió nuevamente en un templo sonoro el miércoles a la noche con un nuevo despliegue del Jazz day Celebrando una década en la capital misionera, la apuesta combinó un sonido exquisito dentro del auditorio y un veredeo distendido, lleno de placeres compartidos. Desde temprano, la vereda empezó a latir con aroma a gastronomía local, que invitaba a dejarse llevar por la improvisación y el groove. Con músicos de distintos estilos, la velada reunió en el escenario a grandes referentes del género y cada presentación encendió una chispa propia pero, a su vez, entrelazada de alguna manera con los demás. La grilla no dio respiro. Entre los invitados, el grupo Almalegría, con la sensibilidad compositiva de Carlos Aguirre al frente, propuso un viaje íntimo y majestuoso, en el que cada nota pareció susurrada al oído y el público se sumergió en un coro unánime, como perfecto mantra comunitario. "Que hermoso sonar juntes", reafirmó Aguirre antes de presentar la zambita que dió origen al magnífico proyecto. En medio del trance que generó, Brinquedo do triangulinho trajo un segmento lúdico desopilante donde la percusión fue protagonista con tazas, cucharitas, llaves y el genial Cacho Bernal como invitado. En tanto, el saxofonista Bernardo Monk se fundió con los hermanos Fer y Facu Quintana y Diego Bergara, en una formación de lujo que encendió vítores espontáneos y dejó con ganas de más. "Porque el jazz también despierta euforia", alegó Monk antes de deslumbrar con una imperdible pizca de Ramón Ayala en modo jazzístico. Al elevarse El Cosechero, atravesó mucho más que el aire del Montoya, rasgando, inconteniblemente, el alma. La conmoción contuvo hasta los aplausos finales, en principio. Uno de los exportadores locales de jazz y música experimental Jugo de Tigre, dio la nota con sus extravagantes composiciones y presentando el 'rap de la selva' al Montoya . A la par del Jazz Day, el dúo devenido en trio ya cosecha también más de diez años de música libre y siempre es un placer escucharlos. Como siempre, el escenario del evento trae nuevas formaciones, nuevas experimentaciones. Y con el regreso del hijo pródigo Chungo Roy, Khlav Kalash, despertó pasiones en un set de alto vuelo. El espíritu experimental de Unus Mundus Grupo sumó matices impredecibles dando cuenta de lo valioso de cada uno de sus integrantes y de la excelencia que persiste en la Tierra Colorada. Mención aparte merece la pulsión femenina, que -aunque muy temprano en grilla- con su potencia exigió que la paridad sea una realidad. La voz icónica de Itzel Rojas ya como marca registrada -que evoluciona año año y siempre sorprende- envalentó a la sala que se fue llenando rápidamente desde entrada la noche. Andrea Dulko, en tanto, abrió nuevos caminos con una creatividad extraordinaria, ampliando el registro del jazz hacia otras texturas. Desde afuera con las bandejas, el DJ Tato Piatti completó el ritual sonoro, hilvanando perlas de su colección musical para que la noche no perdiera magia ni ritmo en los apurados interludios. Y mientras saludos y pasos se cruzaban entre puestos de vermú y chipanadas, la previa del feriado tomó más que color. De la mano de propuestas como Darshana, Desmadre, CBP, Sabor Ité, Larica y el dúo cocinero de Juan Cattivelli y José Ignacio Martín con sus espectaculares sanguchitos de milanesa gourmet, la sensación de una ciudad pujante fue clara. Asi, abogando por la paz y la gestión en comunidad una nueva edición del Jazz Day dijo presente en una Posadas, cada vez más viva, más abierta, más afinada. Relacionada https://www.elterritorio.com.ar/noticias/2025/04/27/853584- el-jazz-como-nucleo-familiar-de-fusion

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