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  • Evangelio de hoy 6 de abril, 2025 – SinLimitesGalvez

    » Sin limites

    Fecha: 29/04/2025 13:49

    Celebración de hoy Oración Quinto Domingo de Cuaresma: Resucitar a una nueva vida Quinto Domingo de Cuaresma: Jesús es la resurrección y la vida, el que crea en él, aunque muera, vivirá para siempre,oración del quinto Domingo de Cuaresma Coronilla a la Misericordia Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Domingo y Consagración Consagramos nuestro día al Señor y nos nutrimos de Su Eucaristía pidiendo paz y alegría en nuestras familias y por tus intenciones Lecturas del día Maria, hoy se nos presenta un encuentro dramático en el templo, donde los escribas y fariseos llevan a una mujer sorprendida en adulterio para poner a prueba a Jesús. Presta atención a las lecturas de hoy. Isaías 43,16-21. Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha. No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido, el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza. Salmo 126(126): El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros; estamos llenos de alegría. (R) Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, éramos como hombres soñando. Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de júbilo. /R. Entonces dijeron entre las naciones: «El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros; nos alegramos de verdad. /R. Restaura nuestra fortuna, Señor, como los torrentes en el desierto del sur. Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría. /R. Aunque salgan llorando, llevando la semilla para sembrar, volverán alegres, llevando sus gavillas. /R. Filipenses 3,8-14. Hermanos y hermanas: todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia, la que procede de la Ley, sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos. Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús. Juan 8,1-11. En aquel tiempo, Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra». E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete, no peques más en adelante». Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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