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» Diario Cordoba
Fecha: 29/04/2025 03:47
Con ocho años, Sara Moreno empezó a escribir su propia historia en una pista de Villarrubia sin saber lo que le esperaba. Lo que entonces era solo un juego se convirtió en un camino lleno de retos, victorias y fechas inolvidables. Fue pionera en Córdoba, referente en España y siempre fiel a su tierra y a su esencia. Tres décadas después, tras una carrera repleta de títulos y momentos históricos, colgó las botas dejando una huella imborrable en el fútbol sala femenino. Y es que de Córdoba a Ourense, con el icónico Deportivo Córdoba Cajasur y el Ontime Ourense en el corazón, en los que repartió el grueso de su carrera en el 40x20, el camino de la pívot ha sido un auténtico maratón de gestas desde primera hora. Su historia El primer balón llegó pronto, en un entorno familiar donde el fútbol estaba presente. «Desde pequeña me llamaba la atención el fútbol, me gustaba más el fútbol que otra cosa. Por eso, empecé a jugar con siete u ocho años en Villarrubia, pueblo de donde soy. Además, mi padre jugaba, mi hermano también, mi tío, un primo que también ha jugado en Segunda División... Igual no han llegado a la élite, pero sí que han estado muy vinculados al fútbol», cuenta Moreno. En aquella pasión encontró pronto un desafío: la falta de equipos para chicas. Sin embargo, Sara fue una de las primeras niñas federadas en Córdoba que jugó en ligas masculinas. «En ese momento era raro que jugara una chica al fútbol. Hace 33 años no había equipos femeninos. Yo fui la primera jugadora federada en Córdoba con niños, junto a otras dos o tres chicas, y nos dejaban porque antes no había ni equipos de niñas, ni nada», recuerda. El orgullo de llevar a Córdoba por bandera La carrera de Sara Moreno está íntimamente ligada al Deportivo Córdoba, un club con el que alcanzó la cima. «Ese club ha significado mucho para mí, aún lo sigo. También, sobre todo, por el grupo que formamos, que a día de hoy seguimos teniendo un grupo y mantenemos el contacto y nos juntamos cuando podemos», afirma. Llevar el nombre de Córdoba por todo el país -y más allá de las fronteras, en torneos como la Copa Ibérica o campeonatos en Portugal- es, para ella, uno de los grandes orgullos de su carrera. «Ganar dos ligas en Córdoba, una supercopa y todo lo que he ganado representando al equipo de mi ciudad la verdad me llena de orgullo», admite. Pero si hubo un momento que marcó un antes y un después en su carrera fue su primera convocatoria con la selección absoluta. Un hito histórico: fue la primera mujer de Córdoba en lograrlo. «El día que me llamaron estaba durmiendo, y cuando desperté tenía el móvil lleno de mensajes. Me puse a llorar en la cocina con mi madre. Yo tenía 20 o 21 años y jamás había salido de España. Me dijeron que iba a ir a Países Bajos y no me lo creí. Para un deportista, que te convoquen con la selección es lo más grande que puedes vivir», destaca. Una despedida a la altura El pasado enero, la pívot colgó las botas tras quince años como profesional y una dilatada trayectoria en el histórico Ontime Ourense. Lo hizo desde la madurez de quien sabe cuándo cerrar una etapa: «La temporada pasada ya tenía claro que quería dejarlo, pero el club y la entrenadora querían que siguiera, pero yo ya había empezado un proyecto personal que no era compatible. Igualmente insistieron y que, cuando llegase el momento, lo dejase», sostiene. Su rendimiento seguía siendo sobresaliente -14 goles en la última campaña-, pero la decisión ya estaba tomada. «Hay gente que se retira porque quieren o por lesiones, o por que no está jugando, pero yo no. Yo me sentía bien, pero la decisión estaba tomada», reconoce. El último partido de Sara fue en Los Remedios, ante el Futsi Atlético Navalcarnero. Un adiós que recordará siempre: «Me puse nerviosa, como siempre. Vinieron muchas personas importantes para mí, incluso mi hermano que vino de sorpresa con mis sobrinos, gente que llevaba mucho sin ver y fue muy emocionante», rememora. «Al acabar el partido, lloré mucho porque me hicieron una pancarta y yo no me lo esperaba… Al final, llevo aquí 15 años, en Ourense, conozco mucha gente, no solo del ámbito de fútbol sala, yo también trabajo aquí, porque las chicas no nos ganamos la vida de esto todavía. La verdad que para mí fue muy especial», asegura. Una vida ligada al futsal Si bien la retirada no significó un adiós definitivo al fútbol sala, sino muy al contrario. Sara sigue entrenando en una escuela y en un equipo prebenjamín en Ourense -donde se afincó hace más de una década y continúa viviendo-, con el que ha sido campeona de Liga. «Llevo 15 años trabajando como auxiliar de ruta en transporte escolar, y los mismos años entrenando. Ahora voy a acompañar a las chicas a la Copa de España, me hacen sentir parte de todo. Y ya tengo el nivel uno y dos de entrenadora, seguramente el año que viene me saque el tres», avanza. Porque con tres Ligas, dos Supercopas, una Copa de la Reina, dos mundiales oficiosos, el palmarés impresiona. Pero hay un instante que guarda con especial cariño: «La primera Liga con el Cajasur, ganamos faltando 17 segundos. Habíamos liderado casi todo el año y en el último partido teníamos que ganar sí o sí. Íbamos perdiendo… y lo remontamos», apunta. Aquel día estaban en la grada sus padres, sus amigos, su gente de Villarrubia. «Fue emocionante por lo deportivo, pero también por lo personal. No lo voy a olvidar nunca», rememora, como uno de los puntos álgidos de una carrera plena.
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