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» Diario Cordoba
Fecha: 29/04/2025 03:46
En una de las primeras escenas de 'La buena letra', la tercera película como directora de Celia Rico Clavellino, la protagonista, Ana (espléndida Loreto Mauleón), cocina una tortilla con cáscaras de naranja, sin huevos ni patatas. Es un plato de aprovechamiento puro que los años del hambre y la escasez recibió el nombre de 'tortilla de guerra'. "Tenía muchas ganas de filmar eso, porque para mí era la mejor forma de mostrar la épica de estas mujeres que aprendieron a sobrevivir a la miseria con ingenio y con lo que tuvieran a mano -explica Rico-. Es un gesto que revela una gran dignidad y que además me conecta mucho con la forma en que comían mis abuelos, que quizá yo, de pequeña, no entendía mucho. Mi abuela comía hasta la última migaja y si había moho, también se lo comía". 'La buena letra', que se estrena este miércoles después de haber pasado por el festival de Málaga y por el BCN Film Fest, es una adaptación de la novela homónima de Rafael Chirbes en la que se relata la peripecia íntima de una familia del bando de los perdedores en un pueblo de Valencia durante la inmediata posguerra. Tanto el libro como el filme evitan los acontecimientos históricos y los grandes giros dramáticos para poner el foco en los pequeños gestos y, sobre todo, en los silencios, que se convierten en la ominosa expresión de una enorme renuncia. "Esos espacios domésticos que aparecen en la película representan la memoria emocional de un país que no tuvo más opción que recogerse y callar -apunta la directora-. Aquí el silencio está cargado de muchísima tensión, de todo lo que no se habla por miedo a las represalias o para no hacer más grande el dolor". Una conversación imaginaria Después de dos películas tan ligadas a su propia experiencia personal como 'Viaje al cuarto de una madre' (2018) y 'Los pequeños amores' (2024), Celia Rico vio en la novela de Chirbes la posibilidad de "tener una conversación imaginaria" con la generación de sus abuelas, a las que no pudo hacer muchas preguntas sobre su vida porque murieron cuando ella era "muy jovencita". "Yo procedo de una familia que tuvo que escapar del pueblo porque eran anarquistas -relata-. El personaje de Ana, que se avergüenza de su pobre caligrafía, bien podría ser mi abuela, y yo, que hoy estoy escribiendo y haciendo películas, tengo siempre muy presente el poco tiempo que ha pasado y lo que ha costado llegar hasta aquí". Celia Rico, en Barcelona / Macarena Pérez En el centro de esta historia, a Ana la acompañan su esforzado marido Tomás (Roger Casamajor), su cuñado Antonio (Enric Auquer) y la mujer de este, Isabel (Ana Rujas), que aparece en el pueblo como un espejismo de mujer empoderada y que esconde, como todos, un oscuro secreto. Frente a la vida de dignidad, sacrificio y cuidados que encarna Ana, el personaje de Antonio elige el camino del arribismo y la traición, una evolución en la que Chirbes plasmó el cambio de valores sobre el que se sustentó el tránsito de España hacia la democracia. "Antonio, que al principio es una ausencia, aparece como un personaje herido, con un mundo interior de fantasía y una mirada poética -señala Auquer-, pero acaba representando ese individualismo que, a través de la desmemoria, la frivolidad y la desconexión del relato compartido, nos lleva a la sociedad a la que hemos llegado". El actor destaca que Celia Rico ha logrado extraer de la dureza casi brutal de la novela de Chirbes momentos de una gran hondura emocional. "A mí me conmueve profundamente la renuncia del personaje de Ana a cualquier pulsión artística, a cualquier atisbo poético -afirma-. Cada vez que eso aparece plasmado o sugerido en la película, a mí me abruma". "Cuando escribo o filmo -tercia la directora-, no suelo hacer un ejercicio de intelectualizar lo que ocurre, sino que intento conectarme con la vivencia concreta de los personajes para que sea el arco emocional el que conduzca la historia". Sobre la historia que plantea Chirbes sobrevuela un interrogante: ¿tienen recompensa el sacrificio y la renuncia? "La reflexión que me gusta hacer a partir de esa pregunta es que si la respuesta es que el sacrificio o el ayudar al otro no merece la pena, la consecuencia es el individualismo salvaje -asegura Rico-. Por eso prefiero matizar esa respuesta. Chirbes decía que detrás de cada riqueza hay un cimen originario. Pues bien, no hay que sacrificarse para que otros se aprovechen, pero tampoco hay que cometer el crimen de no cuidar al que cuida, de aplastar al otro para salir adelante. Lo que habría que hacer es extender la solidaridad, la empatía y la ternura para que todo sea más igualitario. Lo contrario del sacrificio no es el individualismo, sino la solidaridad".
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