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  • Toquinho celebra 60 años de carrera: “Nunca encontré una guitarra perfecta, es como con las mujeres”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 28/04/2025 02:36

    Toquinho cumple 60 años con la música De chico, en su casa, al paulista Antonio Pecci lo apodaban “pequeñito”. Es decir, Toquinho. Y 60 años después — los que celebra de carrera ahora mismo—, el sobrenombre es sinónimo del sonido de la guitarra brasileña, de la bossa nova, del muchacho que se unió a Vinicius de Moraes para crear un dúo creativo inigualable. Una sociedad compositiva cuya obra más representativa se grabó, casi por casualidad, en Buenos Aires, más precisamente en un boliche llamado La Fusa. El disco en vivo que resultó de esa noche de invierno de 1970, donde los acompañó María Creuza, fue un éxito global, que se podría comprar hoy en Tokio, París o Roma. La entrevista con Teleshow, hecha por Zoom, se tuvo que pactar dos veces, porque Toquinho (que se asume hipocondríaco) se aplicó dos vacunas juntas (una para la neumonía y otra contra el Herpes Zoster), que le causaron una reacción y le dieron unas líneas de fiebre. “Fue un día y medio, ya estoy bien. ¿Y ahí como anda todo?”, responde con una simpatía que no abandonará en toda la entrevista. Ahora, el guitarrista prepara en su casa para la gira por sus seis décadas con la música, en la que recorrerá seis ciudades de la Argentina (Mendoza el 6/6, Córdoba el 7/6, Santa F el 8/6, Buenos Aires el 11/6, Corrientes el 13/6 y Misiones el 14/6) y cerrará el tramo en Asunción del Paraguay el 15/6, con la particularidad de que en el concierto porteño, en el teatro Coliseo, lo acompañará en algunos temas una orquesta sinfónica. —Cumplís 60 años con la música. ¿Cuál fue el kilómetro cero de ese recorrido? —Un disco que yo grabé con 18 años. Hoy tengo 78. Lo de 60 años es para darle un marco. Porque empecé a hacer cosas como amateur antes, con el grupo que tenía acá, con Chico Buarque, con Taiguara. Éramos todos muy adolescentes. El disco fue el inicio del profesionalismo, Puse eso para comenzar a contar todas las peleas buenas que tuve. "A felicidade", uno de los temas del disco grabado en vivo "Vinicius de Moraes - La Fusa", con Toquinho & María Creuza — Muchos años, mucha música y muchos amigos, me imagino. —Si, muchos viajes también. Siempre cosas buenas. No me acuerdo de nada malo que pueda decir. Siempre disfruté todo de una forma muy sana. Y siempre estudié mucho la guitarra. Fue la gran amiga mía hasta hoy. No puedo quejarme de estos 60 años de música. —¡Te dio más alegrías que el Corinthians la música…! — (Se ríe) No sé, ¿eh? Corinthians me dio alegrías muy fuertes (Nota: Toquinho compuso el nuevo himno del club), y a veces ciertas tristezas. La música, en verdad, fue una cosa mucho más amigable. —¿Qué le dirías al Antonio pequeño si lo vieras? —Que tiene que hacer las cosas muy bien, con mucha verdad y mucho amor en el corazón. E intentar no mentir mucho, solo lo necesario (se ríe). Y le diría que intente hacer lo que su padre y su madre le dicen, pero que haga lo que quiera, lo que le guste, sin perjudicar a nadie. Y eso que le guste, que haga el máximo esfuerzo para hacerlo bien. —¿Quién te inspiró a agarrar la guitarra? — La bossa nova. En 1958 Joao Gilberto grabó Chega de saudade y esa música pegó en toda mi generación. Yo tenía 12 años, la guitarra era un instrumento de bohemios, de gente que tocaba por la calle, un instrumento de acompañamiento. Cuando llegó la bossa nova, la clase media agarró la guitarra, la empezaron a estudiar porque la bossa nova era un movimiento elitista, tenía una capacidad armónica estilizada. Le dije a mi mamá que quería estudiar con uno de tres guitarristas: Baden Powell, Luis Bonfá, que vivía en Estados Unidos, o Paulinho Guerra. Me dijo ‘sos muy joven’. Pero llamamos a Paulinho Guerra y fuimos a su casa. Yo sabía cuatro acordes. El nos dijo que no tenía horarios, porque era muy requerido. Arreglamos una primera clase. Me dió un acompañamiento. Me mandó a mi casa porque no tenía tiempo, pero volví con la clase aprendida y le toqué además la melodía. Me preguntó quién le había enseñado, y lo había hecho solo. Entonces empecé a estudiar con él. Hasta que toqué a la par suya y quise cambiar mi estilo. Estudié clásico, a Baden Powell, a Oscar Castroneves, a Isaías Savio. Hoy creo que ya tengo un ADN propio con la guitarra. Vinicius de Moraes, el gran poeta de la bossa nova, con Toquinho y su guitarra (Archivo Nacional de Brasil) — Tocaste muchos años junto a Vinicius de Moraes. ¿Lo extrañas? —Si, Vinicius es una persona extrañable, si existe esa palabra. Era un personaje muy inteligente, muy sensible, sencillo y perspicaz. Tenía un humor muy fantástico. Y tenía un sentido de justicia muy grande. Y todo eso con mucha delicadeza, con mucha ternura. Yo siento la falta de Vinicius cuando hago una melodía y me gustaría que él la oyese para ponerle palabras. Siento la falta de Vinicius cuando estamos con gente, hablando de cualquier asunto, y me gustaría tener su opinión. Cuando veo la situación mundial pienso, ¿qué diría Vinicius? En el sentido humano, en el sentido social. Siento mucho su falta, y la de (Tom) Jobim, de los grandes personajes. —¿Qué es la bossa nova hoy en Brasil? ¿Es un movimiento musical nostálgico o está fuerte, potente? —La bossa nova no tiene nada de nostálgico. Es la forma de ejecutar una canción.Siempre fue eso. La inventó Joao Gilberto. Y como digo siempre, el único que hizo bossa nova en el mundo fue Joao Gilberto. La bossa nova no es nada, es una forma de tocar una canción. Si tocás “Cambalache” como bossa nova, (canta) “el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”, sería una bossa nova. Es una forma de tocar cualquier canción. Por eso está dentro de cada artista brasileño. Yo no hago bossa nova, nunca hice. Pero está en mí. Como Caetano Veloso, como Gilberto Gil. Todos nosotros tenemos bossa nova dentro nuestro. En el primer disco de Joao Gilberto con bossa nova, él grabó varias canciones de la década del 30, del 40. Nadie sabía que que eran canciones de (Dorival) Caymmi y quedaron como bossa nova. — Pero la batida tan particular de la bossa nova fue revolucionaria... — La batida es un samba tradicional brasileño tocado como un tamborín. Esa base rítmica, que Joao Gilberto puso en la guitarra, viene del tamborín de los morros de Río de Janeiro y de Bahía. Está ahí la simiente de la bossa nova. (Archivo Nacional de Brasil) — Hay una canción muy conocida en tu repertorio, que parece escrita en un idioma inventado: “A tonga da mironga do kabuleté”. ¿Cuál es la historia de esa frase? — (Se ríe) ¡Es mejor no recordar! Es una persona puteando. Es un dialecto nagó. La oímos en una pelea entre dos hombres en un mercado de Bahía. Y uno le dijo “A tonga da mironga do kabuleté”. Y pensamos ‘qué cosa sonora es esto’. Me hicieron la traducción y era un insulto que tenía que ver con una parte de la madre (se ríe), muy fuerte la cosa. Estábamos en los 70, después de la AI5 en Brasil (Nota: el Acto Institucional 5, un instrumento jurídico que endureció la dictadura brasileña), una represión militar muy fuerte. No se podía hablar nada, menos putear a nadie sin correr el riesgo de ir presos. Como pasó en Argentina, como pasó en Chile. Entonces, con Vinicius tuvimos la idea de mandar ahí a todos los indeseables, a las personas que tenían que ver con esa represión en Brasil, mandarlos a todos a la ‘tonga da mironga do kabuleté‘. Y nadie se dio cuenta. Después en la televisión llamaban africanos para traducir qué significaba. Y quedó una canción muy popular en Brasil… es muy sonora. Y te digo, es bueno mandar ahí a veces, porque siempre tenemos ganas de mandar ahí a mucha gente, en todas las épocas (se ríe)... — ¿Tenés una guitarra preferida? —Ah, estoy en un dilema terrible con la guitarra. Te voy a contar una cosa que no le conté a nadie: nunca encontré una guitarra perfecta. Nunca. Toqué muchas. Unas muy graves, otras con agudos muy fuertes, otras duras para tocar. Es como con las mujeres, no hay una perfecta (se ríe). Ahora estoy acá con cuatro o cinco guitarras y estoy probándolas. Pero es muy difícil, porque no hay una guitarra perfecta, infelizmente. — ¿Compusiste más de 500 canciones. ¿Cuál es tu favorita? — Cuando se hace una canción, el autor quiere que sea conocida. Que entre en la vida de las personas. Que tenga un carisma especial. Evidentemente, yo podría Acuarela como una canción que hizo suceso en todas las partes del mundo. Fue número uno en Italia, en España, en Francia. Una cosa increíble. Y hasta hoy, cuando la canto, a la gente le encanta, llora. Pasaron 40 años. Esa canción tiene un misterio que no sé explicar. Tarde en Itapuá, con Toquinho y Gilberto Gil —Algunas canciones tuyas, como Tarde en Itapuá, hablan de las playas brasileñas. ¿Cuál es la mejor playa? — Mira, Itapuá se hizo conocida por esa canción. Era un pueblo de pescadores. Y luego creció... llegó el “progreso”, las construcciones, los autos. Entonces, ahora mucha gente va y me dice ‘fui a conocerla y es una m...‘. Pero era muy bella cuando hicimos la canción con Vinicius 55 años atrás. Nosotros vivíamos ahí, en una casa suya, que en la puerta tenía la arena de la playa. Salíamos de allí con los pescadores cantando y pescando. El Nordeste es incomparable. El sol no arde, porque tiene una brisa muy bella siempre. Es un paraíso. Río es hermoso, pero hace un calor húmedo increíble (se ríe). — En breve harás una gira por muchas ciudades de Argentina. ¿Llevás la cuenta de las veces que estuviste en nuestro país? — Después de la época de La Fusa estuve muchas veces, desde Tucumán hasta Bahía Blanca. Viajamos mucho. Luego hubo un tiempo que paré de ir por varias circunstancias… la parte económica. En fin. Pero es un placer ir a Argentina, con sus teatros y hacer un espectáculo donde pueda recordar cosas de un tiempo atrás para la gente joven. Y estoy con una cantante fantástica que es Camilla Faustino. Vamos a cantar “Por una cabeza” y voy a tocar “El día que me quieras” en la guitarra. Es un abrazo a ustedes. El show tiene una parte Argentina, donde recordaremos a La Fusa, todo un mosaico de mi vida, aunque no se pueden resumir 60 años en una hora y veinte (ríe). Toquinho, que cumple 60 años con la música, junto a la cantante Camilla Faustino, con quien vendrá a la Argentina en junio — En un documental sobre tu vida tocás “El día que me quieras”. ¿Te gusta el tango? — Sí. El tango es una música muy fuerte en todo el mundo. Yo tuve mucho contacto con Astor Piazzola, la felicidad de conocerlo bien. A él, a Horacio Ferrer, a Amelita Baltar, también a Mercedes Sosa. Salíamos siempre juntos ahí en Buenos Aires con Vinicius. El tango de Piazzola también es fantástico, con armonías más ligadas a los clásicos modernos como Debussy, Ravel, Stravinsky. Piazzolla era una persona de mucho coraje. Y conocí a Pichuco (Aníbal Troilo), que era un tango más tradicional. El bandoneón es un instrumento fantástico, que me encanta. Y se puede mezclar mucho con la música brasileña también. El tango tiene esa fuerza mundial, fue base de películas norteamericanas fantásticas. La forma de bailarlo es increíble. Yo crecí con eso. — ¿Y además de tocar, qué te gusta hacer cuando venís? — Siempre estamos con el tiempo muy justo, porque a los managers no les gusta gastar mucho (ríe). Haces un día el espectáculo, al otro viajas, y así. Me va a quedar muy poco tiempo para comer empanadas, que me encantan, con un vino tinto. El bife de chorizo, las parrilladas, esas cosas que en la Argentina tienen un sabor muy especial, con el chimichurri que ustedes tienen. Y quedarme ahí en los cafés que están siempre abiertos hasta tarde. Esa atmósfera europea que Buenos Aires tuvo y tiene porque es una ciudad bellísima. Yo disfruté mucho de eso y siempre que voy, en los momentos que tengo, saco de Buenos Aires lo que en Buenos Aires puede darme.

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