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Concordia » Diario Junio
Fecha: 27/04/2025 13:36
Héctor Germán Oesterheld fue el guionista de El Eternauta, una historieta dibujada por Francisco Solano López, que vuelve a ser noticia porque será serie de Netflix a partir del 30 de abril. Además, escribió Sargento Kirk, creada en 1953, un personaje que deserta del Ejército estadounidense por la mala conciencia de haber participado en la «matanza del comanche» y se dedica a criar caballos en el Rancho del Cañón Perdido, con entrañables personajes de la marginalidad que, a su modo, resisten a la opresión y la injusticia del sistema. Kirk es un hombre noble que no admite ni la brutalidad ni la injusticia del trato del blanco con respecto al indio, y en sus aventuras se hace un culto a la amistad. Es esa tendencia de Oesterheld a narrar el lado B de la historia por la boca de los “perdedores”, las víctimas de la violencia. O Ernie Pike, junto al dibujante Hugo Pratt, un entrañable personaje, un cronista de la Segunda Guerra Mundial que relata la guerra como tragedia humana, personal. La de los soldados que pierden la razón, o matan a sus amigos por error al creer erróneamente haber sido traicionados, que buscan ser asesinados de un modo para evitar morir de otro más espantoso, o que deben dar el tiro de muerte para evitar la agonía de compañeros heridos. Y muchos personajes más en una carrera prolífica, en la que la escritura ni siquiera se detuvo en la clandestinidad, durante la dictadura, cuando dictaba los guiones, escondido en las cabinas de los teléfonos públicos. Pero sin duda, su éxito notable, su obra maestra, fue El Eternauta. La primera parte fue escrita, por entregas, entre 1957 y 1959, en el contexto de la postguerra y la plena Guerra Fría. Los personajes que van construyendo el «héroe colectivo» son personas comunes de Buenos Aires, que ven interrumpida su cotidianeidad por una nevada mortal que desconcierta y fulmina a quienes entran en contacto con ella. “La buena literatura es imperecedera, y en ella están los grandes temas del hombre. En definitiva, se trata de reflejar, en las aventuras de las historietas, esos mismos temas. A mí nunca me interesaron los súper hombres, ni los héroes invencibles y todopoderosos. Con ellos solo puedo construir malas historietas. Prefiero los hombres comunes, viviendo historias que quizá pueden ocurrirle al lector” (1). Juan Salvo, su familia y amigos, quedan aislados en el interior de la casa y, como Robinsones, tienen que imaginar estrategias para sobrevivir, pues los copos de nieve matan al contacto inmediato con el cuerpo. En principio, creen que se trata de la radiactividad de la bomba atómica, con referencias a Hiroshima. Pero finalmente se revela que se trata de una invasión. Definitivamente, la extraordinaria historieta trata en su núcleo de la resistencia a una invasión, en la que, como dice Oesterheld, no hay súper héroes sino la preeminencia del grupo, de la cooperación y la solidaridad para enfrentarla, para salvarse o, en ocasiones, para elegir morir con dignidad. A esta altura, la obra, como metáfora, hace estallar sentidos y referencias, no solo de su contexto histórico, sino de múltiples experiencias humanas que representan la lucha por la liberación del hombre. Es así que, siendo una alusión a la dignidad humana para vivir, resistir e incluso morir, comprende la historia de la humanidad por liberarse de todas las opresiones y vejaciones que los Amos inventan para esclavizarlos. Y tal vez, en esa universalidad y profundidad de los valores en juego, radique su éxito, porque remite interminablemente a múltiples experiencias históricas. A mí me conectó, por ejemplo, con la sublevación del gueto de Varsovia, de la cual se cumplió un nuevo aniversario el 19 de abril. Hombres y mujeres que luchan con honor y coraje, sabiendo que serán derrotados, deciden no entregarse mansamente, sino pelear con dignidad, escribir una maravillosa página en la que se exalta los más elevados valores humanos como tales. Y así tantas historias de la historia humana, en las que la emancipación y la libertad son las metas que le dan sentido a través de la moral, la unidad, la valentía, la generosidad, el amor y la solidaridad del hombre. Constituyen ejemplos y lecciones que no deben olvidar los pueblos. Es esa lucha por la dignidad, a partir de la resistencia grupal, la del héroe colectivo, la de la unión solidaria para combatir al invasor, la que expresa El Eternauta y su autor, quien, sosteniendo los ideales de sus personajes y viviendo su vida como “una larga novela” (Goethe), sufrió, con su familia, las consecuencias más espeluznantes. El Eternauta, que trasciende tiempos, lugares y sentidos, es también un mensaje que cifra nuestra tarea en la realidad actual, en la que no se trata, sino de una batalla dura y difícil contra los invasores de hoy, siempre dispuestos, con nuevos ropajes, a expoliar al pueblo.
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