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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/04/2025 14:54
Solo pueden votar los cardenales menores de 80 años al momento de quedar vacante la sede (AFP) Cuando la Iglesia católica queda en sede vacante, como ocurre tras la muerte o renuncia del Papa, se activa uno de sus rituales más solemnes y antiguos: el cónclave. Esta reunión de cardenales en la Capilla Sixtina, que se celebra bajo estrictas reglas de aislamiento y secreto, tiene como propósito elegir al nuevo sucesor de San Pedro. En esta ocasión, tras el fallecimiento del Papa Francisco, se inicia un proceso marcado por tradiciones que datan del siglo XIII y normativas modernizadas para adaptarse a los tiempos actuales. Qué dice el derecho canónico sobre la elección de un nuevo pontífice Según las normas establecidas por el derecho canónico y la tradición eclesiástica, no es estrictamente necesario que el nuevo Papa sea un cardenal ni siquiera un obispo. Para ser elegido Sumo Pontífice, la única condición indispensable es ser un varón bautizado dentro de la Iglesia católica y tener al menos 60 años. Si el elegido no fuera obispo, debería ser ordenado como tal inmediatamente antes de asumir el pontificado. Esto encuentra precedentes históricos, como el caso de Urbano VI en 1378, quien fue ordenado obispo tras su elección. El decreto de 1059, promulgado por el papa Nicolás II, articuló el proceso de elección papal y estableció el papel exclusivo de los cardenales obispos como electores, disminuyendo la influencia de la aristocracia romana y del bajo clero en el procedimiento. Posteriormente, se formalizó que los cardenales serían los electores del Papa, estructura que se consolidó con la creación formal del Colegio Cardenalicio en 1150. Cuántos cardenales votan y cómo funciona el sistema de votación Se requieren dos tercios de los votos para proclamar un nuevo pontífice (AFP) Tienen derecho a votar todos los cardenales menores de 80 años en el momento en que la sede apostólica queda vacante. En el caso actual, de los 252 cardenales existentes, 138 son electores habilitados. El límite de edad para participar en la votación fue establecido en 1970, y el número máximo de electores se fijó en 120 en 1975. Sin embargo, algunas elecciones recientes han contado con una leve superación de ese número. De los 138 cardenales electores actuales, 108 fueron nombrados por el Papa Francisco, lo que representa el 80% del total. El sistema de votación comienza con la entrada solemne de los cardenales en la Capilla Sixtina, acompañada por el canto del himno “Veni Creator”. Luego se cierra la puerta con el ritual del “Extra omnes” (“todos fuera”) para asegurar la clausura. Cada cardenal hace un juramento sobre los Evangelios, prometiendo mantener el secreto del proceso electoral. Durante el escrutinio, cada cardenal escribe en una papeleta el nombre de su candidato, la dobla, y, al depositarla en la urna, declara: “Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido”. Tres cardenales escrutadores realizan el recuento de los votos, leyendo en voz alta cada nombre y anotándolos en un registro. Las papeletas luego se perforan, se encadenan y se queman en una estufa instalada en la Capilla Sixtina. La Capilla Sixtina queda sellada hasta que se anuncie el sucesor (Reuters) Si el humo que emana de la chimenea es negro, significa que no hay acuerdo; si es blanco, señala la elección de un nuevo Papa. Para facilitar la identificación del color, desde 2005 se utilizan productos químicos específicos que garantizan la nitidez de las fumatas. La elección requiere una mayoría calificada de dos tercios de los votos emitidos. Qué pasa si no hay acuerdo en las primeras votaciones del cónclave Durante el cónclave, ningún cardenal puede usar teléfono, correo o acceder a medios (EFE) En caso de que no se logre un acuerdo en las primeras votaciones, el procedimiento contempla mecanismos para evitar el estancamiento prolongado. Luego de tres días consecutivos de votaciones infructuosas, los cardenales deben tomarse un día de pausa para la oración y la reflexión. Posteriormente, se retoman las votaciones siguiendo el mismo patrón. Este ciclo de cuatro días de votación seguido de una pausa se puede repetir hasta siete veces. Si, tras todas estas rondas, sigue sin alcanzarse una elección, los cardenales pueden optar por flexibilizar los criterios: pueden decidir, mediante voto, que el Papa sea elegido por mayoría simple en lugar de los dos tercios originalmente requeridos. No obstante, en la práctica contemporánea, los cónclaves suelen resolverse en pocos días. Si el bloqueo persiste, los cardenales pueden cambiar el método de elección (AFP) Desde el siglo XX, los cónclaves rara vez se han extendido más allá de una semana. La elección de Francisco en 2013, por ejemplo, se resolvió en menos de 48 horas, tras cinco votaciones. Históricamente, el cónclave más largo fue el de 1268–1271, que duró tres años debido a la falta de consenso entre los cardenales. La población de Viterbo, desesperada, encerró a los cardenales, les quitó el techo y racionó sus suministros para forzar una decisión. Como consecuencia de aquella experiencia, Gregorio X instituyó la práctica del confinamiento estricto y la dieta de pan y agua tras votaciones fallidas, aunque su sucesor, Juan XXI, abolió temporalmente estas medidas. En la actualidad, aunque el reglamento prevé mecanismos para destrabar situaciones de bloqueo, el aislamiento y el juramento de secreto buscan mantener la seriedad y la espiritualidad del proceso, confiando en que el discernimiento divino guíe la elección.
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