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  • El fraile capuchino entrerriano de 98 años que confesaba al Papa Francisco: “Clarificaba mis dudas”

    Parana » Entreriosya

    Fecha: 24/04/2025 20:42

    “¿Nunca te han tirado un balde de agua fría encima? Así fue, como un balde de agua fría”. Pasaron ya 12 años desde el 13 de marzo de 2013, el día que Francisco fue elegido Papa, pero el fraile capuchino Luis Dri, de 98 años, puede recordar cada detalle. “Estaba confesando en el templo. Escuché la campana de la torre y salí enseguida. Pregunté: “¿Quién es?”. Me dijeron: “No sé, pero hay humo blanco, así que hay Papa”. Dejé todo y me fui a la sala de televisión a ver. Cuando lo vi me desarmé”, contó. En el balcón central de la Basílica de San Pedro no vio a un papa argentino, sino mucho más: saludando ante una multitud eufórica, vestido de un blanco absoluto, estaba Jorge Mario Bergoglio, el sacerdote de rostro serio y humor ácido a quien comenzó a confesar cuando era un joven sacerdote y con quien compartió durante décadas una amistad que se alimentó de la admiración mutua. “Él venía acá muchas veces y, cuando pedía confesarse, yo lo atendía”, contó Dri a La Nación en 2023, cuando todavía daba entrevistas a los medios. En ese entonces, el Papa acababa de nombrarlo cardenal, el más alto título honorífico que puede conceder un pontífice. Un nombramiento que permite ser elector en el cónclave. Dri, sin embargo, no podrá elegir al futuro papa por haber superado los 80 años. Una vida de confesiones El anillo cardenalicio dorado que lleva puesto desde su nombramiento contrasta con el sencillo hábito marrón de fraile capuchino que viste cada día desde hace 70 años. Desentona con toda su oficina, una pequeña sala con paredes corroídas ubicada en un lateral del Santuario Nuestra Señora del Rosario de Pompeya de Buenos Aires. La habitación donde hasta 2013 el ahora cardenal, atendía a Bergoglio tiene tan solo una mesa de madera, dos sillas y un cartel de cartulina colgado en la puerta en el que se lee: “Confesiones”. La Nación intentó volver a entrevistar a Dri tras la muerte del Papa, pero debido a su edad -y también a su estado anímico por la noticia-, el cardenal no está hablando con los medios. Sin embargo, sigue trabajando: ya no atiende las confesiones durante horas, como lo hacía en 2023, pero aún confiesa media hora todas las mañanas. En 2018, cuando aún caminaba y gozaba de un buen estado de salud, el Papa lo invitó al Vaticano. “Estuve 10 días con él en Santa Marta. Así que comíamos, como estás tú y yo ahora, así comíamos, enfrente. Él me pasaba alguna cosita; yo le pasaba algo mío. Y un día aprovechó para pedirme que lo confesara. También charlamos en algún momento en privado. Estuvo muy bien”, recordó Dri durante la entrevista en 2023. Citado por Francisco En los años que duró su papado, Francisco citó frases y comentarios de su confesor al menos cinco veces. La última vez, según los registros de Vatican News, fue en un encuentro con sacerdotes de Roma en San Juan de Letrán: “Recuerdo a un gran confesor, un padre capuchino, que ejercía su ministerio en Buenos Aires -contó Francisco en esa ocasión-. Una vez vino a mi encuentro, quería hablar. Me dijo: ‘Te pido ayuda, tengo siempre tanta gente delante del confesionario, gente de todo tipo, humildes y menos humildes, pero también muchos sacerdotes. Perdono mucho y a veces me viene un escrúpulo, el escrúpulo de haber perdonado demasiado’. Hablamos de la misericordia, y le pregunté qué hacía cuando sentía ese escrúpulo. Me contestó así: ‘Voy a nuestra capillita, delante del sagrario y le digo a Jesús: ‘Señor, perdóname porque he perdonado demasiado. ¡Pero fuiste tú quien me dio el mal ejemplo!‘. Esto no lo olvidaré nunca. Cuando un sacerdote vive así la misericordia consigo mismo, puede darla a los demás”, afirmó Francisco. “Él me clarificaba todas mis dudas” Al ser consultado sobre la anécdota que contó el Papa, Dri dijo que no se acordaba de esa conversación puntualmente, pero aseguró que ese era un tipo de preocupaciones que él solía tener: “Yo iba a ver a Bergoglio cuando era más joven y tenía mis rayes. Él me recibía a cualquier hora, incluso en el horario de la siesta, y siempre con dos palabras me clarificaba todas mis dudas. Era muy amable. En esa época tenía mis escrúpulos, porque en la confesión a veces hay cada problema que uno no sabe cómo manejar, y a veces hay que ser cuidadoso de no equivocarse con lo que uno aconseja o dice, ¿no? Él enseguida me clarificaba todo lo que yo le preguntaba, clarito, clarito”. Al ser consultado por este medio si alguna vez imaginó que iba a ser nombrado cardenal, su respuesta fue contundente: “Pero, ¡qué va a ser, mi ángel! No, por favor. Nunca lo hubiera esperado, para nada. Eso es para personas de alta categoría”. “Generalmente se elige a personas que son estudiadas, que son doctores en Teología -siguió-. Yo no tengo nada. Los estudios para sacerdote sí los tengo todos, y puedo decir que los hice con mucha alegría. Después estuve en la formación de los jóvenes que ingresan al seminario, entonces me llevaron a Italia, España, Suiza, para ver cómo realizaban la formación allá para replicarla acá, y en los viajes aprendí mucho. Pero después la vida me fue enseñando todo lo que sé. Pero nunca hubiera pensado que me iba a elegir, si yo soy un tipo de campo”, dijo, durante la entrevista de 2023. Sobre su escritorio del confesionario había un termo de plástico y un mate. También un bol con caramelos. “Son para la gente -explicó- A veces vienen muy amargadas, entonces yo siempre les ofrezco un caramelo”. “Yo sentí la vocación” Huérfano de padre desde los cuatro, Dri creció en las afueras de Federación, Entre Ríos, en el seno de una familia humilde y numerosa. Él y sus hermanos fueron criados por su madre, una mujer trabajadora y sumamente religiosa, y comenzaron a trabajar desde niños. “Yo sentí el deseo, la vocación. Por aquellos caminos irrefutables del Señor, un capuchino me invitó para el seminario. Cuando comencé a estudiar, a mí me encantaba. Hasta los domingos yo era feliz leyendo las obras clásicas. Para mí era un delirio”, contó a La Nación. Se ordenó como sacerdote a los 25 y desde entonces ha dedicado su vida entera a Dios y al servicio de las distintas comunidades en las que vivió. En octubre de 2023, cuando recibió en la Catedral Metropolitana sus atributos cardenalicios, vivió una jornada de muchas emociones, no solo por el nombramiento, sino también porque a la misa asistieron decenas de personas de los pueblos en los que él vivió, a quienes no veía desde hacía décadas. “Estaba la Catedral repleta, repleta. Me sorprendió muchísimo. Nunca pensé que por este fraile iba a ir tanta gente, incluso de pueblos vecinos vinieron. Alquilaron colectivos y se vinieron desde Alvear, de General Lagos, Pueblo Esther, de toda esa zona. Fue una situación muy vergonzosa, porque yo no merezco nada de eso, pero de alegría, porque la gente responde, ¿viste? Me conoce desde hace muchos años y bueno, se enteraron de eso y corrieron. Todos esos pueblos son muy queridos por mí, muy recordados. Ellos se acuerdan de mí porque yo iba en la chata recorriendo los pueblos, celebrando misa, catequesis, todo. Celebraba hasta seis misas por domingo, pero era joven, no me cansaba”, recordó. Tras la entrevista, Sara, la secretaria del Santuario, quien ayudaba a trasladar a Dri en su silla de ruedas a lo largo del claustro, lo frenó en un lugar estratégico, junto a un gran ventanal, para las fotos. “Van a tener fotos para cuando él sea santo -comentó ella-. Lo digo en serio, recuerden lo que les digo: él va a ser santo”. Biografía de Luis Dri El Padre Luis Pascual Dri nació en Federación, provincia de Entre Ríos, el 17 de abril de 1927, en el seno de una familia en la que todos los hijos, menos uno, se consagraron a Dios en la vida religiosa. Desde muy joven trabajó en el campo, cuidando animales y sembrando maíz y alfalfa. Asistió a la escuela rural local. Ingresó en el Seminario Capuchino en enero de 1938, cuando sólo tenía 11 años, y allí completó sus estudios primarios y secundarios. En el barrio Nuevo París, en la ciudad de Montevideo, Uruguay, ingresa en el noviciado. Tomó el hábito capuchino el 21 de febrero de 1945. En 1949 hizo la profesión perpetua. El 29 de marzo de 1952 fue ordenado sacerdote en la catedral de Montevideo. En 1953 fue Director del Seminario Menor San Francisco de Carrasco. En 1955 fue Director del Seminario Seráfico de Villa Gdor, Gálvez, Argentina. En 1959 fue Maestro de Novicios en San Francisco de Carrasco. En 1961 se especializó en Europa como formador de novicios. En 1962 comenzó su misión como educador en el Colegio y Liceo Secco Illa de Uruguay, hasta 1974. Posteriormente fue párroco en Empalme y Colonia Nicolich. En 1976 fue maestro de novicios en la ciudad de Minas, Uruguay. A comienzos de 1983 fue destinado a la parroquia de San Enrique de Villa Gdor, en Gálvez. En 1987, fue nombrado párroco de Sta. María de la Ayuda, en El Cerro de Montevideo. A principios del año 2000, fue trasladado como párroco al Santuario Ntra. Sra. De Pompeya en Buenos Aires, donde permaneció tres años. Luego fue nombrado párroco en Mar del Plata. En 2007, regresó al Santuario de Ntra. Sra. de Pompeya. Hoy, a sus 96 años, sigue sirviendo al Señor desde el confesionario, donde pasa horas cada día administrando el sacramento de la reconciliación. Se mueve en silla de ruedas, tiene varios achaques, algunas fracturas, ha sido sometido a diversas operaciones quirúrgicas y sobrevivió a un cáncer de colon. Fuente: La Nación LOS COMENTARIOS DE LA GENTE SOBRE ESTA NOTICIA ESTÁN MÁS ABAJO. VOS TAMBIÉN PODÉS DEJAR TU COMENTARIO.

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