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» Diario Cordoba
Fecha: 24/04/2025 08:53
Ya está aquí de nuevo, ya llegó. Y hay que recibirlo, como bien apuntaba en este periódico Irina Marzo, al grito de «Preparados, listos, ¡Ya!», como en toda carrera que se precie. Porque eso es lo que es el Mayo Cordobés, una galopada de festejo en festejo que a los autóctonos nos sirve para disfrutar agarrándonos a nuestras tradiciones –sin perder por ello modernidad, y si no miren cómo se lo montan los ingleses con las suyas- y a los foráneos para alucinar en colores. Y es que cuesta trabajo creer que una ciudad de suyo tan seria y discreta como la nuestra dedique un mes entero del año –y más, porque ya desde mediados de abril se oyen tambores de fiesta- a echarse a la calle para vivir a tope. Aunque justo es matizar que en ello no hay solo ganas de jarana, que también, sino instinto de supervivencia, una forma de hacer el agosto turístico en primavera. Al menos así era antes. Ahora por suerte las cosas han cambiado para esta Córdoba que por fin dejó de ser ciudad de paso para ser de parada y fonda, como demuestra la continua apertura de hoteles y el desmadre de los apartamentos turísticos. La recién acabada Semana Santa, a pesar del tiempo inestable, ha llenado los establecimientos hoteleros y todos los demás, y las perspectivas para la temporada alta –que antes del boom de visitantes iba desde mayo a la llegada del calor riguroso- no pueden ser más halagüeñas. Eso explica que los organizadores de la Cata del Vino, que se desarrollará desde hoy hasta el domingo tras un año de ausencia por discrepancias en su formato, a la vez que apuestan por un modelo más profesional del sector vitivinícola tengan puestas sus mayores esperanzas en el turismo. El lugar en que por vez primera se celebrará la presente edición, la 39, –tras errar por diversos enclaves ciudadanos- es propicio para ello: la avenida del Alcázar, a pocos metros de la Mezquita-Catedral y el Puente Romano. Allí, quince bodegas y cinco restaurantes abrirán de 12 del mediodía a ocho de la tarde, quizá para evitar desmadres nocturnos junto al río de los malos bebedores, más peligrosos que los que se cometen en noches de cruces por muy molestos que éstos resulten para los vecinos. Con el inicio de la Cata, sin inauguración oficial debido al luto por el papa Francisco -un buen hombre que se tenía el cielo ganado-, desde hoy todo será un correr del Montilla-Moriles, esperemos que con moderación. El mismo domingo, todavía 27 de abril, se multiplicará en reclamos alegres el Mayo Festivo anunciado con farolillo en el cartel de Marta Fernández por una joven envuelta en la celosía de la Mezquita. El envoltorio traerá cola por la polémica que arrastra la celosía, o más bien su retirada para dar paso a las procesiones, a pesar del prestigio de su autor, Rafael de la Hoz Arderius; aunque a decir verdad rara vez la obra escogida se libra de la controversia. El domingo en las Ermitas se degustarán las habas en recuerdo de las que repartían los antiguos frailes a los pobres que llegaban a este paraje de la sierra; y muy cerca, otro lugar sagrado, el santuario de Scala Coeli, atraerá por el popular caminito cantado por Ramón Medina la romería de Santo Domingo, este año pregonada con entusiasmo y rigor por Bartolomé Valle, presidente de la Real Academia. A partir de ahí será un no parar. Cruces, Batalla de las Flores y otra romería, la de Linares, hasta que del 5 al 18 de mayo llegue la cita más auténticamente cordobesa de todas, la de nuestros patios, tras el aperitivo de Semana Santa que ha sabido a poco. Un total de 52 recintos entrarán en concurso, entre ellos cinco de conventos como novedad. Y así hasta la traca final de la Feria, que pondrá el colofón a 38 días de vino y rosas. Disfrútenlos. *Periodista
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