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» Comercio y Justicia
Fecha: 23/04/2025 13:54
Por Javier De Pascuale Córdoba, corazón productivo del país, es cuna de empresas que han marcado el rumbo del sector agroindustrial argentino. Sin embargo, dos de sus gigantes, Atanor y Metalfor, enfrentan serias turbulencias financieras que han encendido las alarmas en el mercado. Según recientes informes de calificadoras de riesgo y medios especializados, ambas compañías, con fuerte arraigo en la provincia, atraviesan problemas de liquidez, deudas abultadas y bajas en sus calificaciones crediticias, lo que pone en jaque su estabilidad y genera preocupación en la región. En este informe analizamos la situación de las dos compañías, las causas de sus dificultades y las implicancias para el sector productivo cordobés. Atanor: un pilar químico en aprietos Atanor, con su planta en Río Tercero, es uno de los principales productores de agroquímicos y herbicidas del país, especialmente conocido por su rol en la fabricación de glifosato, un insumo clave para el campo. Sin embargo, la empresa, propiedad del grupo estadounidense Albaugh, ha sido señalada por la calificadora FIX (afiliada a Fitch Ratings) como una de las cuatro compañías agroindustriales con alto riesgo crediticio. Según un informe publicado por portales especializados, FIX rebajó la calificación de Atanor de “BB+(arg)” a “B(arg)”, alertando sobre su “frágil posición de liquidez” y los riesgos asociados a su carga de deuda. El deterioro financiero de Atanor responde a varios factores. En primer lugar, la empresa enfrenta un contexto macroeconómico adverso, con inflación persistente y un escenario cambiario que encarece su acceso a insumos importados, esenciales para su producción. A esto se suma la caída en los precios internacionales de los agroquímicos, que redujo los márgenes de ganancia. Sin contar con las dificultades de despachos en el mercado interno, con productores cada vez más complicados, con alza de costos en dólares, un dólar en descenso y precios de venta históricamente bajos. Además, la deuda de Atanor, en gran parte nominada en dólares, se volvió más pesada debido a los vaivenes cambiarios y la dolarización de las carteras de inversión, previas a la salida parcial del cepo. A lo que se sumará a partir de ahora, las dificultades para generar divisas en un mercado que hasta ahora era cerrado y que ya no lo está más, ya que bajo el cepo los inversores estaban atados a comprar Obligaciones Negociables como único modo de acceder a dólares futuros, mientras que ahora pueden dolarizarse libremente en el sistema financiero. Según datos de FIX, Atanor presenta ratios de cobertura de intereses “críticamente bajos”, lo que indica que sus ingresos operativos apenas alcanzan para cumplir con sus compromisos financieros. La situación de Atanor no es un caso aislado, pero su impacto en Córdoba es significativo. La planta de Río Tercero emplea a cientos de trabajadores y es un motor económico para la región. Una eventual profundización de sus problemas financieros podría traducirse en recortes de producción o, en el peor de los casos, en una reestructuración que afecte empleos y proveedores locales. Metalfor: maquinaria agrícola bajo presión En paralelo, Metalfor, la emblemática fabricante de maquinaria agrícola con sede en Noetinger, también atraviesa un momento delicado. Según la información accesible a Comercio y Justicia, FIX bajó la calificación de la empresa de “BBB-(arg)” a “BB(arg)”, advirtiendo sobre su “frágil liquidez” y la presión que ejerce su deuda sobre las finanzas. Esta rebaja refleja las dificultades que Metalfor enfrenta para cumplir con sus obligaciones financieras en un contexto de caída en las ventas y aumento de los costos operativos. Metalfor, reconocida por sus pulverizadoras y cosechadoras, ha sido un símbolo de la innovación cordobesa en el campo. Sin embargo, el sector de la maquinaria agrícola está siendo golpeado por una combinación de factores externos e internos. Por un lado, la sequía de los últimos años y la incertidumbre económica fueron reduciendo de modo histórico la inversión de los productores en equipos nuevos, afectando la demanda. Por otro lado, el encarecimiento del crédito y las tasas de interés elevadas fueron complicando el financiamiento tanto para los clientes como para la propia empresa. Según el portal Bichos de Campo, la baja en la calificación crediticia de Metalfor es un reflejo de su “elevado nivel de endeudamiento” y de los vencimientos de deuda a corto plazo que enfrenta, muchos de los cuales están denominados en moneda extranjera. La planta de Noetinger, que emplea a más de 500 personas, es un pilar de la economía local. Además, Metalfor trabaja con una amplia red de proveedores cordobeses, desde pymes metalúrgicas hasta talleres especializados. Una eventual crisis en la empresa podría generar un efecto dominó en la región, afectando no solo a los trabajadores directos, sino también a toda la cadena de valor. Un contexto desafiante para el agro cordobés Las dificultades de Atanor y Metalfor no pueden analizarse sin considerar el contexto más amplio del sector agropecuario en el país. La combinación de un escenario económico inestable, con alta inflación y restricciones al acceso de divisas, junto a un mercado golpeado por bajos precios y costos altos, juntó presión sobre las empresas que dependen de insumos importados o que necesitan financiamiento externo. A esto se suma la renovada volatilidad de los precios internacionales de los commodities agrícolas, que afecta tanto a los productores como a las industrias relacionadas, a partir de los cambios estadounidenses en sus aranceles externos. En el caso de Atanor, la caída en los precios de los agroquímicos está ligada a una menor demanda global y al aumento de la competencia de productores asiáticos, que ofrecen productos a menor costo. Para Metalfor, la retracción del mercado interno es el factor clave. Según un informe de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), las ventas de maquinaria cayeron 20% en 2024 respecto del año anterior, tendencia que parece mantenerse en lo que va de 2025. Situación que se agravó en los primeros meses del año por el aumento de los costos de producción, impulsados por la inflación y el encarecimiento de la energía. Implicancias, perspectivas La situación de Atanor y Metalfor plantea interrogantes sobre el futuro del sector agroindustrial en la provincia. Por un lado, ambas empresas son estratégicas para Córdoba, no sólo por su aporte económico, sino también por su rol en la cadena productiva del campo. Por otro lado, sus problemas financieros podrían ser un síntoma de desafíos estructurales más profundos que enfrenta la industria argentina, como la falta de acceso a financiamiento competitivo y la dependencia de insumos importados. Para un operador de mercado consultado por este medio, estos casos serían “la punta del iceberg” de un sinnúmero de empresas de toda la cadena agroindustrial que se encontrarían en aprietos financieros más o menos graves. Para Atanor, una posible salida podría ser una reestructuración de su deuda, acompañada de un plan para diversificar su cartera de productos y reducir su exposición a los vaivenes del mercado global. En el caso de Metalfor, la recuperación dependerá en gran medida de una reactivación de la demanda interna, que podría estar atada a una mejora en las condiciones climáticas y a políticas públicas que incentiven la inversión en el campo. Por supuesto que la apertura del cepo cambiario podría colaborar a acercar inversores y financiamiento. Desde el ámbito local, el gobierno provincial y las cámaras empresariales podrían jugar un rol clave en el apoyo a estas empresas. Medidas como líneas de crédito blandas, incentivos fiscales o programas de reconversión productiva podrían ayudar a mitigar el impacto de la crisis y mejorar las perspectivas de cientos de familias bajo incertidumbre laboral y económica. Sin embargo, estas iniciativas requieren coordinación con el gobierno nacional, algo que no siempre resulta sencillo en un contexto de tensiones políticas propias del año electoral.
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