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  • El Uno que nos recordó que el arquero también era un jugador

    » El Ciudadano

    Fecha: 23/04/2025 11:17

    “Federer es un grande, no transpira, sale siempre igual. Tiene talento. Es tan grande, que aparte de jugar bien, hace jugar bien a los demás. En cambio, jugas con Nadal y te hace jugar mal…yo fui el Federer del arco”, fue una de las tantas cosas que dijo Hugo Orlando Gatti hace unos años, fiel a su estilo humorístico, provocador y con el ingenio que lo caracterizaba para jugar con las frases, despertar la polémica y alimentar su personaje en los medios de comunicación “El Loco”, como lo bautizaron, murió un domingo – igual que Menotti – justamente el día por excelencia del fútbol. Tenía 80 años. Exjugadores, amigos y familiares, intentaron transformar el dolor en recuerdos. ;Tuvimos la suerte de vivir con Superman muchos años, le agradezco a la vida;, dijo su hijo Lucas Cassius (nombre que le puso en honor a su fanatismo por el boxeador, después conocido como Muhammad Ali). Gatti fue distinto a todos. Revolucionó el arco con su forma osada para jugar y vestir. Su estilo – que prácticamente fundó él mismo– causó sorpresa y extrañeza. En esa época, nadie asimilaba la posibilidad de que el arquero sea una opción de juego con los pies ni que sacara un lateral o pueda ubicarse casi al borde de la línea del área grande. Todo eso se consideraba un riesgo inadmisible, pero lo hacía igual, a pesar de los goles que recibía, a pesar de todo, lo hacía y se divertía. “Vos salías a jugar y jamás dejaste de pensar en el espectador y en el espectáculo que es el fútbol. Hugo. Gracias. Anda y contale al Barba como era ‘La de Dios’”, escribió Ruso Verea en sus redes para despedirlo. Su porte no llamaba mucho la atención, algunos hasta burlaban su aspecto poco elegante y su desgarbada contextura física. “Me gritan de todo: payaso, loco, Palito Ortega, Beatle, desastre. Pero los gritos me animan”, reconoció en una entrevista de sus inicios, a mediados de los 60’. Se ponía vincha, usaba una media baja y la otra alta, buzo color rosa – algo que en ese momento era llamativo, dado que los colores todavía representaban los géneros – y su perfomance tenía toques de humor. Era intuitivo, se anticipaba a los movimientos de sus rivales, atajaba con los pies, descolgaba la pelota con una mano, fue creador de una técnica conocida como La deDios, en la que se arrodillaba, abría los dos brazos, como si estuviera entregado ante un supremo gobernante del universo, y se interponía en las jugadas de gol en las quedaba mano a mano. Algo que mucho tiempo después se le vio hacer a Germán “Mono” Burgos en River, entre otros. “Gatti tenía el estilo propio, de jugar fuera del arco. Él no se sentía seguro adentro del arco porque no era elástico, no era volador, pero sí tenía un sentido de anticipación en la jugada”, lo describió Antonio Roma, arquero emblema de Boca de la década del 60’. Sus inicios fueron en Atlanta. En ese equipo lo recibieron Carlos Timoteo Griguol y Luis Artime, ambos referentes del conjunto que dirigía Osvaldo Zubeldia. De ahí pasó a River, siguió su trayecto en Gimnasia de La Plata, donde permaneció durante cinco años, hasta que llegó el pedido del Juan Carlos “Toto” Lorenzo, a cargo de Unión de Santa Fe, y se fue al Tatengue. Estuvo un año y junto con el entrenador, se fue a Boca. El club donde estableció amor a primera vista con sus hinchas y en el que finalizó su carrera profesional. En el Xeneixe consiguió tres títulos locales, dos Copas Libertadores y una Copa Intercontinental. “Era muy difícil triunfar en Boca con mi estilo. Generalmente se destacan los arqueros como (Julio) Musimessi, Roma, que eran arqueros de arco, de atajar. Yo fui un atrevido, no me costó mucho. Enseguida entré a la hinchada de Boca. Hoy mi estilo se impuso y lo sigue respetando, no de igual manera, pero parecido, Navarro Montoya”, explicó Gatti en una de las tantas veces que habló con la prensa. Con 765 encuentros disputados, tiene el record de mayor cantidad de partidos jugados en Primera y suma 26 penales atajados, que, por si fuera poco, también se suma como otro de sus records. Fue parte de la Selección Argentina del 66, pero como tercer arquero y Menotti lo tuvo en su radar para el Mundial ’78, pero no prosperó su convocatoria por una licencia que pidió a partir de una lesión en la rodilla. Diego Borisky, en sus habituales entrevistas 100 x 100 que hacía en El Gráfico, en mayo de 2005 le consultó si El Flaco le había creído su argumento y le respondió: “Ahora me cree, pero en ese momento dudó. Él pensó que el Loco Lorenzo me hizo salir de la Selección y no fue así”. Balada para un loco Inspirado en Amadeo Carrizo y Nestor Errea – histórico arquero de Atlanta -, construyó su marca de arquero-jugador y detrás suyo vinieron algunos continuadores. Como se señala anteriormente, uno fue el Mono Navarro Montoya – quizás, se podría decir, uno de sus discípulos – otro Burgos, Luis Islas, Roberto Abbondanzieri – quien, al recibir la noticia, lo despidió recordando que “hacía exactamente lo mismo que él cuando era chico” – y se podría sumar dos de afuera: René Higuita y Jorge Campos. "Fue la luz que alumbró mi niñez, yo deseaba ser Hugo. Tengo fotos jugando en Vélez con una vincha. Motorizó y estimuló mis sueños. Era de pocas palabras, huraño. Fue duro conmigo al principio, pero él les recomendó a Antonio Alegre y a Carlos Heller que me llevaran porque visualizaba que podía sustituirlo”, destacó Navarro Montoya en su sentida despedida. Se fue uno de los arqueros que representó el fútbol argentino, el polemista, el que criticó a Messi, el que le dijo “gordito” a Maradona en los 80’, cuando el Diez jugaba en Argentinos Juniors, y le terminó haciendo cuatro goles, el que solía elogiar a alguno de sus colegas arqueros, pero después remataba que él era el mejor. Se fue Gatti, el que aglutinó adjetivos de todos los calibres para describirlo. Se fue el que quiso jugar de nueve, se fue el que decía las cosas. “Yo siempre dije que fui el mejor en lo mío, en lo deportivo. Y es verdad. En todo lo otro soy humilde, no soy agrandado”

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