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» Diario Cordoba
Fecha: 22/04/2025 04:14
Juan G. F., el joven de 23 años vecino de Llíria, asesinado y quemado en un campo de naranjos de la partida de les Mallaes de la capital del Camp de Túria, tal como adelantó Levante-EMV este domingo, falleció como consecuencia de un fuerte traumatismo craneoencefálico, es decir, un golpe fortísimo en la cabeza, recibido después de haber sido acuchillado en varias ocasiones. Así lo confirma el informe preliminar de los forenses que han examinado el cuerpo, que continúa depositado en el Instituto de Medicina Legal (IML) de València, mientras los médicos concluyen la autopsia correspondiente. De las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora por agentes del grupo de Homicidios y de los equipos de Policía Judicial de la compañía de la Guardia Civil de Llíria, los autores del crimen, al menos dos, se habrían citado con su víctima para reclamarle una deuda relacionada con el tráfico de drogas. Al parecer, los sospechosos se habrían citado con Juan en Llíria, desde donde lo habrían llevado, a la fuerza, al paraje de les Mallaes donde finalmente sería encontrado su cuerpo, un sitio aislado y sin testigos a esa hora de la madrugada. Una vez allí, habrían comenzado a presionarle y golpearle, para reclamarle el pago de la deuda. Durante el ataque, acabaron acuchillando en varias ocasiones, aunque en puntos no vitales según los forenses, a Juan, quien tenía antecedentes policiales por robos, tráfico de drogas y otros delitos -la última detención es de hace apenas diez días-. Llegados a ese punto, decidieron presuntamente acabar con su vida, para lo cual le golpearon en la cabeza con un objeto no determinado hasta causarle la muerte. Después, rociaron el cuerpo con gasolina y le prendieron fuego, tras lo cual huyeron del lugar. Sin embargo, el fuego se apagó antes de lo previsto, por lo que la destrucción del cuerpo solo fue parcial. Se lo toparon dos trabajadores agrícolas El cadáver sin vida de Juan G. F. fue encontrado en la mañana del domingo por dos trabajadores agrícolas que iban a realizar labores en el campo de naranjos junto al cual fue quemado el cuerpo del joven, identificado inicialmente gracias a la denuncia interpuesta por su madre en el cuartel de Llíria en la mañana del domingo. Los dos empleados alertaron de inmediato al teléfono de emergencias 112 y comunicaron el hallazgo de lo que aparentaba ser el cuerpo semiquemado de un hombre, bajo el cual había un gran charco de sangre. Los depósitos hemorrágicos no se limitaban a la acequia y la maleza sobre las que yacían los restos mortales de Juan, sino que, además, había manchas en piedras próximas y un reguero de gotas de caída vertical a lo largo de unos 15 metros, con forma de semicírculo, entre el lugar donde estaba el cadáver y un punto del asfalto ubicado en el arcén contrario, probablemente donde estacionó el vehículo de los sospechosos, que será rastreado por los investigadores en cuanto detengan a los presuntos asesinos. En cuanto los dos trabajadores dieron la voz de alarma, el 112 activó el protocolo de muertes violentas y envió al lugar indicado una patrulla de la Guardia Civil de Llíria, que confirmó a sus superiores que se trataba de un cadáver humano con señales claras de una muerte violenta, así que poco después acudieron especialistas de Policía Judicial de la compañía de Llíria, que certificaron la primera sospecha: ser trataba de un crimen. Así las cosas, se desplazaron al lugar agentes del grupo de Homicidios y del laboratorio de Criminalística, encargados, los primeros, de la resolución de este nuevo crimen y los segundos, de la inspección ocular en busca de evidencias para dar con los autores del asesinato. Los vecinos no vieron el fuego ni la agresión Una vez que el juez de Instrucción 1 de Llíria, en funciones de guardia, ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al IML de València, después de que el forense de guardia examinase el cuerpo y adelantase que se apreciaba un fuerte golpe en la cabeza y varias lesiones compatibles con heridas de arma blanca, los agentes de la Guardia Civil iniciaron la ronda de entrevistas con los escasos vecinos de la zona, ninguno de los cuales vio coche alguno ni el resplandor del fuego durante la madrugada. Además, revisaron, sin éxito, los campos próximos en busca del arma homicida o de cualquier otro vestigio que permita identificar y detener a los autores. Sin embargo, gracias al testimonio de los familiares de Juan G. F., que era el menor de los hermanos de una extensa familia de Llíria, y de reconstruir sus últimas horas de vida, la Guardia Civil está estrechando el cerco sobre los autores del homicidio, lo que permite aventurar una pronta resolución de este nuevo crimen, que se produce solo 19 días después de haber descubierto el último, el del violinista callejero Djinn Maury, cometido a principios de febrero en un edificio abandonado de Sagunt conocido como el 'Taller del alemán', pero del que no se supo hasta hace solo 19 días, en la tarde-noche del 1 de abril, cuando una pareja aficionada al 'urbex' se topó con su cuerpo momificado en lo alto de una de las dos torres del antiguo complejo industrial regentado por Franz Götz.
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