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» Elterritorio
Fecha: 21/04/2025 19:39
Habló el sacerdote Leandro Kuchak, delegado episcopal para las Comunicaciones Sociales de la Diócesis de Posadas. Tras la muerte del primer Papa latinoamericano, el Vaticano activa un protocolo recientemente modificado. El proceso contempla el velorio, el entierro en Santa María la Mayor y el posterior cónclave que definirá a su sucesor lunes 21 de abril de 2025 | 14:21hs. Con el fallecimiento del Papa Francisco, se ha puesto en marcha un protocolo cuidadosamente estructurado que marca cada etapa del proceso postmortem de un pontífice. Aunque estas normas han existido desde hace siglos, el propio Francisco decidió actualizarlas el año pasado, introduciendo modificaciones que acortan y simplifican algunos pasos clave. “El Papa actualizó el protocolo, lo hizo más breve, con algunos cambios significativos”, explicó el sacerdote Leandro Kuchak, delegado episcopal para las Comunicaciones Sociales de la diócesis de Posadas, en comunicación con Acá te lo contamos por Radioactiva 100.7. Según detalló, en este momento el cuerpo del pontífice se encuentra en la capilla privada de la residencia de Santa Marta, donde se prepara su cuerpo y se realiza un responso privado. Durante las próximas horas, o eventualmente mañana, el cuerpo será trasladado a la Basílica de San Pedro. Allí se abrirá el velatorio público para que fieles, representantes diplomáticos y autoridades puedan rendir homenaje durante uno o dos días. “Se realizarán celebraciones específicas, el rezo del responso, una entonación de letanías a los santos y una misa presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re, quien también será el encargado de llevar los restos a su lugar de descanso final”, señaló Kuchak. Una de las decisiones personales más destacadas de Francisco fue dejar establecido que sus restos no sean enterrados en la Basílica de San Pedro, como ha sido tradición, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las principales de Roma. El proceso funerario se extenderá entre cuatro y siete días, y tras su conclusión, comenzará el período de sede vacante. Recién después de al menos 15 días y un máximo de 20, se convocará al cónclave para la elección de un nuevo Papa. Este tiempo es necesario para permitir que los cardenales menores de 80 años se trasladen a Roma. “El gobierno de la Iglesia, en este momento se encuentra vacante, queda a cargo de un grupo de cardenales liderados por el Camarlengo Kevin Farrell. También interviene Giovanni Battista Re y el secretario de Estado, Pietro Parolin. Serán ellos quienes dispongan los pasos hacia el cónclave”, aclaró Kuchak. Durante los días previos a la votación, los cardenales participan de celebraciones litúrgicas y un retiro espiritual en busca de guía divina del Espíritu Santo. Luego se desarrollarán las votaciones en la Capilla Sixtina, bajo el tradicional rito del extra omnes (fuera todos los hombres), del que solo participan los electores. La fumata blanca, señal de que ha sido elegido un nuevo pontífice, marcará el cierre del proceso. Consultado sobre la posibilidad de que el nuevo Papa provenga de otra región del mundo, Kuchak fue claro: “no necesariamente. Francisco fue el primero latinoamericano, pero eso no significa que el próximo tenga que ser de otro continente. En el último consistorio, el Papa nombró muchos cardenales latinoamericanos. Hoy la representación está mucho más equilibrada entre los distintos continentes”. Actualmente, Argentina cuenta con ocho cardenales, seis de los cuales fueron creados por el propio Francisco. Cuatro de ellos tienen derecho a voto en el próximo cónclave: Ángel Sixto Rossi (arzobispo de Córdoba), Mario Aurelio Poli (arzobispo de Buenos Aires), Vicente Bokalic Iglic (arzobispo de Santiago del Estero) y Víctor Manuel Fernández (prefecto para la doctrina de la fe). El desenlace de esta etapa se espera para inicios del mes próximo, momento en el que la Iglesia volverá a encender los ojos del mundo hacia la Capilla Sixtina, en busca del sucesor de un Papa que marcó una época por su origen, su estilo pastoral y sus decisiones reformistas, incluso después de la muerte.
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