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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/04/2025 16:47
Amalia Granata contó cómo vivió su audiencia privada con el Sumo Pontífice (Instagram) A pocas horas de la muerte del Papa Francisco, Amalia Granata revivió uno de los momentos más significativos de su vida: la audiencia privada que mantuvo con el Pontífice junto a su marido e hijos. Con la emoción todavía a flor de piel, la diputada rememoró en exclusiva a Teleshow aquella charla íntima que dejó una marca profunda en su corazón. “Fue un encuentro muy emocionante con Francisco. Fuimos ahí y nos recibió en Santa Marta, mi marido y mis dos hijos. Fue una reunión de aproximadamente media hora, 45 minutos. Hablamos de muchos temas, me dejó un par de mensajes que me quedaron dando vuelta y para reflexionar”, recordó Amalia, conmovida al rememorar el día en que compartió una conversación íntima con el máximo líder de la Iglesia en diciembre del año pasado. La exmodelo y actual diputada recibió fue recibida por el pontífice argentino en un contexto profundamente familiar y espiritual. El encuentro, cargado de sencillez y calidez, dejó en Granata una marca imborrable. “Todo fue muy terrenal. De palabras para que uno tome conciencia. Las palabras que salían de su boca eran cosas que te hacen reflexionar y pensar”, contó a este medio. La exmodelo y actual diputada junto a su familia y el Papa Francisco Aquel día, en la residencia de Santa Marta, Francisco abordó temas que no estaban en la agenda de Granata, pero que la sacudieron: la problemática del descarte humano, la posible baja en la edad de imputabilidad en Argentina, y el rol del Estado como garante del cuidado infantil. “Me hizo hincapié en eso... que el Estado tiene que proteger a los chicos y los tiene que tener en los colegios y no encerrados”, rememoró, aún impresionada por la claridad y firmeza del Papa en su mensaje. Pero más allá de los asuntos sociales, la reunión también tuvo un costado profundamente personal. “Nos dio una bendición hermosa, a los anillos de compromiso que tenemos con mi marido. Le dije que no estábamos casados, pero sería para mí algo muy hermoso si él nos daba la bendición y me consideraba casada por él. Y accedió”, narró Granata, con evidente gratitud. “Nos tomó la mano y nos dio la bendición”. Amalia y su pareja Leo Squarzon, con quien tiene a su hijo Roque Amalia describió el encuentro como una experiencia transformadora. Agradece haber podido compartir ese momento con su familia y, especialmente, con sus hijos. “Estoy muy agradecida por haber podido tener ese encuentro”, afirmó. La emoción no solo quedó en las palabras: Francisco tuvo un obsequio para cada integrante de su familia. “Nos regaló un rosario a cada uno y los tenemos guardados. Mi marido siempre lo lleva puesto”, reveló con orgullo. El recuerdo de ese día se intensificó con la reciente muerte del Papa. “Lo vi a él un poco cansado, la verdad que estaba como... como cansado”, confesó, aludiendo al estado de salud que pudo notar durante la reunión. Roque, el hijo de Granata, al lado del Sumo Pontífice Lo que más conmovió a Granata no fueron los discursos formales ni las posturas doctrinarias del Sumo Pontífice, sino su manera de estar presente, de hablar con sencillez, y de conectar desde lo humano. Para ella, el pontífice fue, ante todo, una figura accesible, con la capacidad de transmitir profundidad a través de gestos simples y palabras cotidianas. “Habló con mi chiquito de fútbol. Le contó de su infancia, que él jugaba con pelotas de trapo”, recordó entre sonrisas. En medio de una audiencia papal, lo que surgió fue una charla como la que cualquier abuelo podría tener con un niño: historias de juegos, de barrios humildes, de recuerdos compartidos que bajan al líder religioso más importante del mundo al nivel de cualquier ser humano Amalia y su pareja fueron bendecidos por el Papa Francisco al dar a conocer sus planes de casarse (Instagram) Con palabras sencillas, una bendición inesperada y una charla sin filtros sobre temas sociales, el Papa Francisco dejó en Amalia algo que ni el tiempo ni la muerte podrán borrar. Aquel encuentro, íntimo y sin cámaras, hoy se resignifica como un recuerdo luminoso de un pontífice que eligió siempre hablarle al corazón.
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