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Federal » El Federaense
Fecha: 21/04/2025 06:57
La reciente muerte del papa Francisco ha dejado a la Iglesia Católica ante un periodo de transición que será administrado por el cardenal camarlengo, quien asumirá el papel de líder interino. Este cargo, que se ejerce de manera temporal, será fundamental para garantizar que los asuntos del Vaticano continúen funcionando mientras se lleva a cabo el proceso de elección de un nuevo papa. Funciones del Cardenal Camarlengo El camarlengo, que actualmente es el cardenal irlandés Kevin Farrell, quien fue nombrado en febrero de 2019, tiene la responsabilidad de actuar como administrador de la Iglesia durante este vacío de poder. Es importante destacar que, aunque el camarlengo desempeña un papel clave, sus poderes son limitados y no le están permitidos tomar decisiones que excedan el marco temporal de su administración provisional. Acciones Inmediatas Notificar la muerte del papa. Convocar la Congregación de cardenales para discutir asuntos temporales. de para discutir asuntos temporales. Fijar la fecha para las exequias y el comienzo del cónclave. Como parte de sus funciones, el camarlengo se encargará de coordinar el ceremonial de duelo, que contempla un periodo de nueve días de exequias. Durante este tiempo, el Vaticano se prepara para la llegada de un nuevo papa. Es esencial que en este intervalo, que puede oscilar entre los 15 y 20 días, se concrete la fecha del cónclave encargado de elegir al sucesor de Francisco. Tradiciones y Normativas Vaticanas Las reglas que rigen este proceso están determinadas por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996. Esta normativa establece todas las indicaciones y plazos referentes a lo que sucede tras la muerte de un papa, lo que incluye la realización de las exequias, generalmente celebradas en la Basílica de San Pedro, salvo que se indique lo contrario en el testamento del fallecido. El camarlengo también tiene el deber simbólico de tomar posesión de los bienes papales, incluyendo el Palacio Apostólico y los Palacios de Letrán, así como la famosa residencia de verano de los papas en Castel Gandolfo. Sin embargo, un acto particularmente emblemático que llevaban a cabo los camarlengos hasta 1958 era constatar la muerte del papa, golpeándolo suavemente en la frente con un martillo plateado. La atmósfera de expectación que rodea este cónclave es palpable. Con los cardenales, el camarlengo tendrá que enfrentar el desafío de la transición a un nuevo liderazgo espiritual para millones de católicos en todo el mundo. La espera y la planificación son esenciales en este momento crucial de la historia de la Iglesia.
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