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» Comercio y Justicia
Fecha: 21/04/2025 06:55
Por José Sala Mercado (*) exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA La ciberseguridad reconoce, en la actualidad, una orientación centrada mayormente en la prevención, más que en la punición. Vale decir, las compañÃas y los estados intentan establecer prácticas de seguridad sólidas mediante la implementación de estándares de seguridad y la adopción de medidas de seguridad eficientes, todo a efectos de acotar el margen delictivo en internet. En ese sentido, se ha dicho que el objetivo fundamental en estos tiempos es el de crear una cultura organizacional con prioridad en la protección de datos y sistemas, denominado privacy by design. En el ámbito global ya se ha tomado nota de la urgencia que demanda la cuestión tanto a nivel normativo (ej. directivas europeas: 2016/1148 -seguridad de las redes y sistemas de información-, y 2022/2555 -medidas destinadas a garantizar el alto nivel de ciberseguridad en la UE) cuanto en lo relativo a certificación de estándares (ej. normas ISO/IEC: 27001:2013 -sistema de gestión de seguridad de la información, extendida por la 27701:2019 respecto de la privacidad de la información-; 27002:2013 -controles de seguridad para personalizar medidas de seguridad-; 27005:2018 -gestión de riesgos de seguridad de la información-; 15408 -evaluación de seguridad de productos y sistemas-; y 27032:2012 -sobre respuestas a incidentes de seguridad de la información-, entre otras). Por su parte, a la fecha, han evolucionado las prácticas de hacking en el comercio electrónico, todo lo que ha llevado a las marcas a competir por los estándares de seguridad como agregado de valor al consumidor. En esta lÃnea, las empresas de comercio electrónico envÃan a los clientes alertas sobre posible: envÃos de virus contenidos en archivos adjuntos de correos electrónicos; phishing (técnica de engaño al usuario para que exhiba información confidencial de sus transacciones); spyware (programa que se infiltra en el sistema para monitorear al usuario y recabar información sin autorización); ataque DdoS (denegación de servicio distribuido que busca interrumpir acceso a servicios en lÃnea mediante la saturación del sistema); Ransomware (infiltración en los sistemas de e-commerce para dañar o cifrar archivos), etc. Incluso, entre ellas, puede tener lugar el espionaje industrial (obtención no autorizada de información valiosa y confidencial de la competencia para una competencia desleal), por lo que deben mantenerse en pie de alerta. En este sentido se plantean algunas defensas para combatir la inseguridad en lÃnea, tales como: firewalls (control de tráfico de información entre red interna y externa, previniendo el egreso de información confidencial y los accesos no autorizados); Intrusion Detection System (sistema que detecta los accesos no autorizados -intrusiones- en una computadora o en una red); autenticación de dos factores (utilizado para apps de pagos en donde se busca añadir una medida de seguridad que permita garantizar la identidad del usuario); backup (sistema de doble guardado para la recuperación de datos); etc. Se puede afirmar que la ciberseguridad constituye, en la actualidad, un intangible fundamental para la reputación tanto de las empresas que ofrecen sus servicios y/o productos en lÃnea (plataformas intermediarias y oferentes), como de los estados que buscan canalizar la relación con los ciudadanos a través de sistemas digitales. La competitividad también debe centrarse hoy en el ofrecimiento de mayores medidas de ciberseguridad de modo que, el usuario o administrado, opte en general por la relaciones digitales como consecuencia de una cultura organizacional que toma debida razón de la defensa de datos y sistemas y, en particular, de vincularse con aquel que le ofrece mayor seguridad informática. De este modo, la cyberseguridad constituye uno de los objetivos de inversión prioritarios para posicionar la marca en lÃnea. (*) Doctor en Derecho y Cs. Sociales, profesor adjunto UNC.
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