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Concordia » Saltograndeextra
Fecha: 19/04/2025 10:31
Hoy, 19 de abril de 2025, la República Oriental del Uruguay se viste de celebración para conmemorar el bicentenario de la épica Cruzada de los Treinta y Tres Orientales, un acontecimiento trascendental que encendió la llama de su independencia. Hace dos siglos, un puñado de patriotas liderados por Juan Antonio Lavalleja protagonizó un desembarco que cambiaría el curso de la historia. En la playa de la Agraciada, aquel grupo de orientales enarboló la bandera tricolor con la firme convicción de liberar la entonces Provincia Oriental de la ocupación brasileña. Este acto de valentía, conocido como el Desembarco de los Treinta y Tres Orientales, no solo marcó el inicio de una lucha por la independencia, sino que también sentó las bases para la conformación del Uruguay como nación soberana. La gesta de estos hombres, cuyo número creció rápidamente gracias al apoyo del pueblo oriental, resonó en toda la región, demostrando el profundo anhelo de libertad que animaba a sus habitantes. Su coraje y perseverancia fueron pilares fundamentales para alcanzar la independencia definitiva, un sueño que se consolidaría años después. ¿Por qué Uruguay fue conocido como «Provincia Cisplatina»? En el marco de esta significativa conmemoración, es importante recordar un período particular en la historia uruguaya: su denominación como «Provincia Cisplatina». Tras la derrota del caudillo José Gervasio Artigas, figura clave en los albores de la independencia, y su posterior exilio, la hasta entonces «Provincia Oriental» quedó bajo el dominio luso-brasileño. Fue en 1817 cuando la potencia ocupante impuso, en los documentos oficiales, el nombre de «Provincia Cisplatina». Para los gobernantes en Río de Janeiro, capital del reino y luego del imperio, el territorio que hoy conocemos como Uruguay se ubicaba «de este lado» del Río de la Plata, de ahí la etimología de «Cisplatina», que significa «nuestra orilla» desde la perspectiva de la metrópoli imperial. Sin embargo, este cambio de nombre no fue un simple acto administrativo. Representó la imposición de una nueva realidad política, la marca de un dominio extranjero sobre una tierra con una identidad propia, forjada en luchas y aspiraciones de autonomía. Mientras la burocracia imperial llenaba sus documentos con la palabra «Cisplatina», en el corazón de los orientales persistía el anhelo de la «Provincia Oriental», la tierra de Artigas, cuna de la libertad. «Cisplatina» se convirtió así en un nombre que reflejaba la visión del conquistador más que el sentir de los conquistados. Fue un recordatorio de un período de transición, donde la derrota de un líder no significó la extinción de un ideal. La denominación impuesta desde Río no logró borrar la memoria de la «Oriental», que se mantuvo viva en el habla del pueblo y en el espíritu de quienes luchaban por su destino. Hoy, al celebrar el bicentenario de la Cruzada Libertadora, recordamos aquel tiempo en que un nombre era también una frontera invisible, una línea divisoria entre la imposición y la identidad. Al evocar la efímera «Provincia Cisplatina», valoramos aún más el triunfo final de la «Provincia Oriental», que con su gesta libertadora reafirmó su nombre y su destino como nación soberana en el concierto mundial. La valentía de los Treinta y Tres Orientales fue el primer paso firme hacia ese futuro de libertad que Uruguay celebra hoy con orgullo.
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