19/04/2025 06:01
19/04/2025 06:00
19/04/2025 05:59
19/04/2025 05:59
19/04/2025 05:59
19/04/2025 05:58
19/04/2025 05:58
19/04/2025 05:57
19/04/2025 05:57
19/04/2025 05:56
» SL24
Fecha: 17/04/2025 19:27
Facebook Twitter LinkedIn WhatsApp Desde lejos, con profundo pesar, sigo los hechos recientes en torno al caso Vicentin y, en particular, la detención preventiva de mi amigo personal desde hace más de 35 años, Roberto Gazze. Conozco a Roberto como un hombre íntegro, dedicado y trabajador. Durante muchos años colaboramos desde el sector financiero, y fui testigo del crecimiento extraordinario de Vicentin: de una empresa con ingresos por 300 millones de dólares a una agroindustria de más de 4.000 millones. Vicentin fue, durante casi un siglo, una muestra ejemplar del espíritu emprendedor argentino. En un país marcado por inestabilidad política, inflación crónica y crisis recurrentes, la familia Vicentin logró posicionarse como líder en la industrialización de soja, compitiendo de tú a tú con las mayores multinacionales del mundo. Su éxito se construyó con visión, esfuerzo, y también con financiamiento responsable de bancos de primer nivel como el IFC, Rabobank y otras entidades locales e internacionales. Ahora, ese legado empresarial se encuentra en entredicho, y si bien no me corresponde afirmar inocencia ni culpabilidad —eso le incumbe a la Justicia—, sí me preocupa profundamente el procedimiento aplicado. La detención preventiva por 120 días de Gazze y otros tres exdirectivos despierta dudas legítimas sobre la equidad del proceso. Los abogados defensores recibieron la acusación a las tres de la madrugada, horas antes de la audiencia. ¿Cómo puede garantizarse el derecho básico a una defensa efectiva bajo esas condiciones? ¿Qué mensaje se transmite cuando se convierte una audiencia judicial en un espectáculo mediático? ¿Y cómo interpretar que se recurra a la prisión preventiva como primera medida, sin una condena, sin juicio previo, sin que siquiera se haya demostrado dolo? Carta en defensa de Roberto Gazze y la dignidad empresarial Por Dr. Gert-Jan Mulder – Exdirector de Rabobank Argentina Desde lejos, con profundo pesar, sigo los hechos recientes en torno al caso Vicentin y, en particular, la detencion preventiva de mi amigo personal desde hace… — Dr Gert Jan Mulder (@drG_J_Mulder) April 16, 2025 La Justicia debe ser implacable con el delito, pero también cuidadosa con el honor. En el caso de Vicentin, se habla de desvío de fondos, pero también de esfuerzos genuinos por ofrecer alternativas a los acreedores, preservar los activos productivos y mantener en pie una empresa que, hasta hace poco, daba empleo directo a miles de personas. Esas acciones merecen ser analizadas con objetividad y conocimiento de causa. Como banquero con décadas de experiencia en Argentina, me alarma ver cómo una causa de alta complejidad económico-financiera se trata con herramientas propias de un proceso penal tradicional. La diferencia entre fraude y fracaso empresarial no siempre es clara, y el riesgo de criminalizar la gestión es tan real como peligroso. Las crisis no se resuelven buscando culpables a cualquier costo, sino construyendo confianza, reglas claras y procedimientos justos. Presidente Milei, a quien apoyo en su búsqueda de libertad económica y orden institucional: que esta causa no se convierta en un símbolo de injusticia. La Argentina necesita seguridad jurídica, sí, pero también respeto por la presunción de inocencia y el debido proceso. Solo así podrá volver a atraer inversiones, talento y futuro. Roberto Gazze y sus colegas merecen ser escuchados, no condenados por anticipado.
Ver noticia original