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Chajari » actualidadadiario
Fecha: 16/04/2025 18:56
El jefe de Gabinete participará de una sesión informativa en la Cámara de Diputados, pero si no hay quórum dejará solo el informe escrito. Rumores de vaciamiento de la sesión. La previa de la pelea en la comisión investigadora Después de la postal de euforia que Javier Milei y Luis Caputo impostaron en Casa Rosada post formalización del nuevo acuerdo con el FMI, llegó el turno de que Guillermo Francos, el soldado político del gobierno libertario, blinde a los hermanos Milei del escándalo $LIBRA. El objetivo es neutralizar los coletazos del criptoescándalo y el jefe de Gabinete dará inicio al operativo contención este miércoles, cuando asista al Congreso a dar su informe de gestión. La visita de Guillermo Francos coincide con un clima hostil en la Cámara de Diputados, marcado por el escándalo $LIBRA y las maniobras de Martín Menem para boicotear la comisión que iba a investigar el caso. Los diputados opositores están furiosos con el riojano, que este martes confirmó la composición de 28 miembros que deja a la comisión en un empate inmovilizante, y aprovecharán la presencia de Francos para arremeter contra todas las tácticas urdidas por el Ejecutivo para evitar dar explicaciones por lo que pasó con la criptomoneda que fue promocionada por el Presidente a través de un tuit. Francos lo sabe y está preparado. Su primera reacción será negarse a dar precisiones sobre el escándalo bajo el argumento de que, la semana que viene, tendrá que volver a ir al Congreso para dar explicaciones sobre el tema. Esto es así porque la Cámara de Diputados aprobó, en la sesión opositora de la semana pasada, una serie de interpelaciones a funcionarios nacionales en el marco del criptogate. Además del jefe de Gabinete, fueron citados Luis Caputo, el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona y el titular de la Comisión Nacional de Valores, Roberto Silva. De todos ellos, sin embargo, los únicos que están dispuestos a ir son Francos y Cúneo Libarona: de ellos dependerá la defensa oficial del Ejecutivo frente al ojo evaluador del Congreso. En el Gobierno tienen confianza en Francos, que suele funcionar como gran componedor con algunos sectores de la oposición, y se muestran tranquilos de poder pilotear el debate tras el levantamiento (parcial) del cepo y el nuevo esquema cambiario. Habrá preguntas sobre el acuerdo con el FMI, la parálisis de la obra pública y las privatizaciones, pero el foco estará puesto en el criptogate. La sesión informativa había sido una oferta del Ejecutivo para intentar desactivar la comisión investigadora que había fallado: la oposición creó igual la comisión, así como los pedidos de interpelación, y ahora Francos deberá enfrentar dos veces seguidas al Congreso por el mismo tema. Un desgaste que algunas figuras del oficialismo ya han comenzado a analizar como evitar. El primero que movió fue Menem, que convocó la sesión previo al fin de semana largo, sabedor de que la mayoría de los diputados no podrían viajar a la Ciudad para participar de la sesión. El objetivo inicial era tener una sesión “tranquila”. Sin tantos diputados, el clima sería menos caótico y belicoso. O al menos esa era la idea original. En la previa a la llegada de Francos, sin embargo, en los pasillos del Congreso empezó a circular el rumor de que el oficialismo buscaría levantar la sesión informativa si no había quórum. La estrategia es sencilla: si el tablero no llega a los 129 presentes, debido a las ausencias de los diputados, Francos podría dejar el informe escrito y cumplir reglamentariamente con lo que le exige el artículo 101 de la Constitución Nacional. “Si no hay quórum lo presentará escrito”, deslizan desde el despacho de Menem. Pero la oposición rechaza la premisa: “No hay antecedente de que se haya levantado una sesión informativa por falta de quórum”, afirma, en cambio, una de las espadas legislativas del bloque peronista, que viene atravesando su buena cuota de tensiones internas en el marco de la pelea entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof. La discusión sobre si Francos pueda brindar o no su informe de gestión sin no hay 129 presentes será el debate reglamentario que marcará la previa de la sesión, ya que de ella dependerá, si hay muchos ausentes, de que el jefe de Gabinete tome o no la palabra. No es solo el peronismo quien está en estado de alerta ante un intento del oficialismo de hacer caer la sesión. El radicalismo, que volvió a romperse en el marco de las maniobras de Menem por la composición de la comisión Libra, apunta los cañones contra el presidente de la Cámara y lo acusan de querer vaciar la sesión. La UCR que comanda Rodrigo de Loredo insiste en que el riojano sabía que habría pocos diputados y que decidió avanzar igual con la convocatoria. El enojo está motivado porque la sesión informativa de Francos había sido pergeñada a pedido del propio De Loredo, quien le había exigido al Ejecutivo algún guiño a cambio de no acompañar la avanzada opositora por el caso Libra. Al final, la UCR de De Loredo se expuso a rechazar los proyectos opositores a cambio de la presencia de Francos y Francos, ahora, podría guardar silencio si no había quórum en la sesión. El PRO también intercedió. El más fiel aliado del Gobierno, que ahora se encuentra convulsionado por la dinámica de las negociaciones para cerrar un acuerdo electoral con La Libertad Avanza, le solicitó al Ejecutivo que pospusiera la reunión. A través de una carta, Cristian Ritondo le pidió al Gobierno que modificara la fecha de la sesión informativa debido “a las dificultades de gran parte de los miembros de este bloque para concretar reservas de transporte en la fecha mencionada como consecuencia de los feriados”. En Casa Rosada, sin embargo, rechazan de cuajo esta premisa. Sostienen que Francos irá a dar su informe y responder, así, las más de 4 mil preguntas que los diputados de la oposición le hicieron en la última semana. Una inquisición récord de la cual buscará dar cuenta en el recinto. Será la primera respuesta oficial del Gobierno al caso Libra y, en el caso de que no haya número, Francos se levantará y se irá. Y los diputados opositores que venían afilándose los dientes tendrán que quedarse con las ganas.
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