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Parana » Ahora
Fecha: 16/04/2025 18:48
* Viacrucis Me gustaría estar quemando incienso, ahumaría la casa con mirra y esencias de hojas clavarían sus raíces entre los cimientos. Un árbol viviría entre las costillas el pecho sería aire y canto, las rodillas ardidas por los golpes contra las piedras de un monte alto lleno de olivos serían la única cosa roja latiendo entre los muertos. Humillada como Jesús y abrazaría el silencio de mi padre. Reconocería mi cara en los gestos de quienes azoten mi espalda mojaría mi sed en las espinas. Pero acá todos queremos ser quien ensarte la lanza en el costado derecho. El dedo contra la frente de las prostitutas. * La piedra en el bolsillo espera como un sapo en la puerta de mi madre. Ella alimenta al cururú con bichos que saca de mi espalda. El sapo no salta, está quieto. Entiende que le toca una larga jornada. Abre su boca y el pozo puede olerse. * Estamos lejos pero las cosas se acercan solas y sacan filo. * Amarás a tu prójimo. La olla de cobre hierve: esqueletos de pescados como pinos muertos en el paisaje. En un cuaderno rojo, las recetas de Semana Santa: chupín, tarta gallega, cómo despinar dorados, escuchar con piedad. No hay nadie vivo a quien cocinarle. Nombremos a María, la angustia de madre el acompañamiento final la roca cerrada en la garganta contra los primeros daños. Una pregunta: ¿fue por torpeza que me heriste? El padre sigue mudo. * Quiero decir que me gustaba el fuego cuando estaba muerto. El humo sacudiéndose como una hamaca entre las sotanas. La niebla en las cabezas bajo la cúpula. El olor en el pelo. Los pasos lentos detrás de alguna estatua. La inclinación de la frente hacia el suelo. Una impostación en masa: creamos que podemos ser buenos. Los pañuelos en los bolsillos apretados del cuello: eran palomas negras, apilamos sus plumas en las encías. Nombramos con hambre de niños el recuerdo, una campana inmensa, nuestro peso suspendido mientras tañíamos de sus lenguas a la hora justa. *
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