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Crespo » Estacion Plus
Fecha: 15/04/2025 14:24
El procedimiento ocurrió en San Juan. Tras la operación, el nene de cinco años presentó dificultades para alimentarse, para hablar y también fue víctima de bullying en el colegio. Detalles del fallo judicial que condenó a la odontóloga En julio de 2024, María Fernanda Lara llevó a su hijo de cinco años al servicio de odontopediatría del Hospital Rawson, en San Juan, con un fuerte dolor dental y fiebre alta. La consulta, que inicialmente buscaba resolver una caries en una muela de leche, derivó semanas más tarde en la extracción de 12 piezasdentales en una clínica privada. Junto a su marido, Roberto Lucero, la mujer denunció que no habían autorizado esa extracción masiva y demandaron a la odontóloga Romina Pellice, que a fines de marzo fue condenada por mala praxis. “La extracción masiva de piezas dentales afectó severamente la calidad de vida del menor, que presentó dificultades para masticar, alimentarse y hablar. También se alteró su digestión, su curva de crecimiento y su desarrollo del lenguaje. El daño fue más allá de lo físico”, precisó a Infobae la abogada de la familia del nene, Yamila Piozzi, al referirse al daño psicológico que padeció el menor. En el ámbito escolar, la imagen del niño sin dientes fue motivo de burlas por parte de sus compañeros, lo que agravó su estado emocional. “La situación provocó una merma en su autoestima y un cambio en su conducta social”, precisó Piozzi al poner como ejemplo que el menor abandonó los deportes que practicaba en ese momento. A ocho años de esa intervención quirúrgica, la jueza de la Unidad de Finalización de Causas del Sistema Mixto de San Juan, Ana Carolina Parra, condenó a la odontóloga a un año de prisión en suspenso, y la inhabilitación para desempeñar y/o ejercer la profesión por el término de un año. En su fallo, el tribunal consideró que Pellice actuó con imprudencia profesional, excediéndose en su función: “La odontóloga ingresó al quirófano sin conocer el estado real de la boca del paciente y no trazó un plan de trabajo. Tomó decisiones sin evaluar otras alternativas y sin el consentimiento informado de los padres”. De una caries a una extracción masiva Todo empezó el 6 de julio de 2017 cuando el niño comenzó a manifestar dolor persistente en la boca, acompañado de inflamación facial. Como su mamá trabajaba en el Hospital Rawson, de San Juan, decidió llevarlo allí. La primera odontóloga que lo atendió le diagnosticó un flemón en la región facial y localizó la infección en el elemento 84, un molar de leche afectado por caries. Ante la imposibilidad de realizar una intervención completa debido a la ansiedad del menor, la profesional practicó una apertura cameral para facilitar el drenaje de la infección y prescribió antibióticos. “Al día siguiente, tras observar que el cuadro no había mejorado, solicitó la internación del menor en el Sanatorio Argentino, donde recibió antibióticos vía endovenosa durante 48 horas”, detalló Piozzi. El 8 de julio, luego de la estabilización del cuadro febril, el nene recibió el alta médica con indicación de seguimiento ambulatorio con pediatría y odontología. En las semanas posteriores, sus padres buscaron una nueva opinión profesional para reparar la muela dañada y no tener que volver a pasar por la misma situación. “Por miedo a que volviera a tener dolor, los padres lo llevan a lo de la dentista Romina Pellice. Llegan recomendados a la Clínica San Blas. La profesional no logró ver la boca del niño porque era inquieto, pero la madre le explica lo que pasó. En la segunda consulta, tampoco logra revisarlo del todo. Entonces, la odontóloga sugiere extraer la muela partida en quirófano en el Sanatorio CIMYN, el 14 de septiembre”, recordó. De acuerdo con lo acreditado durante el juicio, Pellice no brindó detalles sobre la cantidad exacta de piezas a extraer ni sobre tratamientos alternativos posibles. Solo informó que tras la cirugía, el nene necesitaría una prótesis llamada mantenedor de espacios, destinada a conservar el lugar de las piezas hasta que erupcionaran los dientes permanentes. “El niño ingresó al quirófano para que le extrajeran una muela. Salen del quirófano después de una hora y le entregan a la madre un frasco con 12 piezas dentales. Dicen que hubo una gran infección y que actuaron de urgencia, pero era una cirugía programada. El niño había entrado sin dolor, sin fiebre, sin inflamación. Todo esto fue una decisión unilateral sin consentimiento”, se lamentó Piozzi. Si bien al menor deberían haberle aplicado anestesia local, los padres se encontraron con que lo habían intubado. “Le hicieron anestesia general sin informar. Después de la cirugía, las doctoras desaparecen del sanatorio. No dejaron indicaciones médicas ni recetas. La pediatra del sanatorio le dio el alta sin saber cómo proceder”, enfatizó la abogada. La odontóloga Romina Pellice fue condenada a un año de prisión en suspenso y un año de inhabilitación profesional por mala praxis Al referirse a las consecuencias psicológicas que sufrió el nene, Piozzi dijo que quedó prácticamente desdentado: “Solo les quedaron dos muelas superiores definitivas y los dientes delanteros. Empezó a tener problemas para alimentarse, digestivos, psicológicos. Sufrió bullying en la escuela, no pudo hacer deportes y necesitó fonoaudióloga porque no podía hablar correctamente. Su mandíbula dejó de crecer con normalidad. Su rostro se modificó y su boca se metía hacia adentro”. La explicación que la familia de la víctima recibió por parte de la odontóloga los dejó perplejos: dijo que tomó esa decisión porque “las encías no estaban sanas” y quería “evitar futuras infecciones”. Sin embargo, un informe pericial del Círculo Odontológico cuestionó el accionar de la profesional e indicó que se indicó la cirugía sin una evaluación integral ni un seguimiento odontológico previo que justificara una extracción masiva. Además, se señaló que cuatro de las piezas dentales extraídas se encontraban en buen estado, sin caries ni infecciones, por lo que su remoción carecía de fundamento clínico inmediato. El informe subraya que, aún en presencia de un posible riesgo de infección generalizada, la odontóloga debió haber hospitalizado al menor, realizarle estudios complementarios y tratarlo con antibióticos intravenosos antes de una intervención tan invasiva. Roberto Lucero, padre del menor damnificado (Foto: captura TV) El impacto de lo ocurrido en la vida del niño continúa hasta la actualidad. La falta de piezas dentarias le impidió realizar correctamente funciones básicas como la masticación, lo que afectó su alimentación y crecimiento. El desarrollo del habla también se vio comprometido, al igual que su desempeño escolar, debido al aislamiento que sufrió tras ser objeto de burlas. “A raíz de todo esto, ningún odontólogo de San Juan quiso atender al niño al ver lo que habían hecho en la boca. Sus padres tuvieron que llevarlo a Mendoza”, relató Piozzi. Sus dientes crecieron, pero mal posicionados y desordenados por falta de contención. Hoy en día sigue en tratamiento, pero aún no crecieron todas las piezas. “El nene no solo perdió los dientes. Perdió la sonrisa, la confianza, la tranquilidad. No se recupera de algo así con una prótesis”, expresó Piozzi sobre las secuelas irreversibles que padece el menor por ese acto de negligencia profesional.
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