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Parana » Uno
Fecha: 14/04/2025 10:36
La bioingeniera y profesora de yoga, Eugenia Muñoz, es muy jipi para ingeniera y muy ingeniera para jipi. Sus cuestionamientos a la ciencia. “La ingeniería es muy determinista y todo se vuelve binario, lo cual genera la destrucción de la creatividad, la cual nos permite el estado de salud”, afirma la bioingeniera e investigadora Eugenia Muñoz , quien cuestiona prejuicios del mundo científico. La también profesora de yoga integró conceptos de esta ciencia ancestral y de otras disciplinas holísticas a su enfoque científico —En Paraná, barrio San Agustín, calle Casiano Calderón casi Montiel. —¿Cómo era el lugar en tu infancia? —Muy transitado, de gente trabajadora y con chicos jugando en la calle; con casas variadas y luego se hizo un grupo de departamentos. Me gustaba mucho andar en bicicleta. —¿Lugares de referencia? —Un paraíso en el fondo de mi casa, donde me subía y hacía casitas, y la pileta. —¿Otros juegos? —Nadar, por placer, saltar la cuerda y el elástico, inventar juegos y crear escenarios para las muñecas, pero no me gustaba jugar con ellas. A los nueve años comencé gimnasia artística. —¿Qué actividad laboral desarrollaban tus padres? —Mi papá, un genio, es técnico en Electromedicina, pero fue DJ, hacía sus propios equipos y trabajó en Epeer. Se jubiló temprano por una hernia de disco a los 35 años. Mi mamá, con quien tenemos el centro Adonai Alma, fue peluquera y tuvo un kiosco, y hoy es técnica en Marketing y maestra de Reiki. —¿Qué relación tenías con el mundo técnico de tu papá? —Me encantaba jugar con el mercurio, aunque sabía que no tenía que tocarlo, y también desarmaba transformadores. —¿Te enseñó algo al respecto? —Me acompañó cuando ya había elegido la carrera. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Eugenia Soledad Muñoz Larrosa (@geni_sol) Cada vez más interrogantes —¿Leías? —Enciclopedias. —¿Libros influyentes? —Uno sobre lo inexplicable, con una foto de una sirena y que explicaba sobre la Atlántida; hay verdades que no están al alcance de la vida cotidiana y hay que salir a buscarlas. Tuve muchos interrogantes y cada vez tengo más. Me encantaba el dibujito El autobús mágico, que se agrandaba o achicaba en función de lo que investigaban, y así se metían dentro del cuerpo humano y lo explicaban, o iban a las nubes. —¿Materias predilectas? —Filosofía, Biología, Matemáticas y Ética Ciudadana, en la cual me pareció maravillosa la Constitución. —¿Sentías una vocación? —Era muy curiosa, me gustaba pintar, dibujar y crear mi propio espacio. Siendo adulta y estudiando Bioingeniería tampoco me sentí completa y no me entendía como tal, por lo cual me cuestionaba frecuentemente. Hacía hadas y duendes de porcelana fría, y árboles con base de barro, con rostros, y los vendía. En la primaria me gustaba Tecnología y Plástica, al igual que Música, pero el profesor era bastante duro. —¿Por qué elegiste Bioingeniería? —Pensé muchísimo, me imaginaba como psicóloga y arquitecta, y Relaciones Internacionales, pero me parece alucinante la Biología, por el orden maravilloso y el misterio de la vida. Me inscribí pero no sabía nada sobre la carrera y cuando hice el introductorio escuché hablar sobre los vectores que representan fuerzas, y dije “¡Guau, está lleno de fuerzas implícitas e inconscientes para nosotros!” Al igual que la maravilla de la gravedad, los compuestos químicos y cómo estamos formados. Ni hablar cuando comenzamos con la electrónica y las ondas electromagnéticas. Mientras estudiaba comencé yoga, porque a veces cursaba hasta diez horas, y luego hice el profesorado. —¿Cuándo vinculaste por primera vez Matemáticas con Biología? —En Fisiología, porque hay ciertos comportamientos en el cuerpo humano que se pueden predecir con fórmulas, limitadas, pero que sirven para comprender. —¿Por ejemplo? —Saber cuántos iones de sodio pasan desde el medio extracelular al celular en función de la diferencia de potencial que hay en la membrana. Se puede simplificar el cuerpo humano a través de modelos que nos permiten comprender un poco más. Lo maravilloso es saber la cantidad de veces que se reformularon las teorías, a medida que se profundiza el conocimiento y te abrís a la maravilla de la vida. Un tumor, el estrés y la meditación —¿Hiciste alguna otra interpretación más allá de la científica? —Desde esa visión sentía que había muchas partes de mí que estaban restringidas, por la demanda de la carrera, como el bienestar físico y emocional. En tercer año me ofrecieron ser ayudante de cátedra de Programación Avanzada por ser la segunda mujer que promocionó la materia. Un profesor de las primeras camadas decía que no lo harían nunca porque la conformación de nuestro cerebro es diferente. Aunque me iba muy bien sentía desazón, así que dejé por un tiempo para pensar, me puse a vender Herbalife, estudié inglés y busqué otras carreras, hasta que decidí volver. En otro momento tuve un estrés muy grande, con el cortisol y la prolactina muy altos, y era como si estuviera por tener un bebé. Me hicieron estudio y tenía un microadenoma de adenohipófisis. Me quisieron dar antidepresivos, no los tomé, bajé la intensidad de estudio, comencé prácticas chamánicas con Delia Katz y reiki, y acompañaba a mi mamá en su espacio de terapias holísticas y meditaciones con cuencos. El cortisol bajó y el tumor se disolvió. También hice un tratamiento con un osteópata que me comentó sobre una docente mía que investigaba sobre reiki en pacientes que se dializaban, a lo cual me sumé como voluntaria, con lo que pude observar, por ejemplo, la variabilidad cardiaca durante el tratamiento con reiki en el largo plazo. —¿Lo integraste fácilmente? —Lo concilié y fue liberador, porque mis compañeros me decían que era muy jipi para ser bioingeniera y muy ingeniera para ser jipi, así que no pertenecía a ningún lado. Encontré que la investigación permitía respuestas para conectar campos aparentemente distantes, fue alucinante y sentí que tenía sentido lo que hacía. Cuerpo y campo electromagnético —¿Cuál fue la primera definición de energía y fuerzas que hiciste cuando comenzaste esa integración? —¡Qué buena pregunta! Me pareció alucinante entender que dentro de nosotros circulan muchas cargas iónicas y corrientes, porque somos un sistema eléctrico. A la vez está la extraordinaria Ley de Lenz, que dice que todo campo eléctrico variable puede generar un campo magnético variable a su alrededor, y viceversa. O sea que si tengo un campo eléctrico y muchas corrientes eléctricas dentro de mí, también hay un campo magnético que está sucediendo. Comencé a mirar el libro Manos que curan, de Bárbara Brennan (profesora de Física Atmosférica, integrante de la NASA y sanadora), quien habla mucho del campo electromagnético humano, y comprendí más que cada órgano y zona del cuerpo tiene su campo, que están generando una regulación al toroide global, regulándonos desde el punto de vista electromagnético. ¡Fue un despertar a otra realidad! —¿Hay materias en las cuales estudien la interconexión neurobiopsicoquímica? —En Fisiología, muy poco, pero hice un curso de extensión en la Facultad de Bioquímica de Santa Fe, sobre neurociencias y terapias complementarias en el abordaje de la salud. También hice una búsqueda sobre la enseñanza que nos traen las dolencias en distintas partes del cuerpo. Yoga y emociones reprimidas —¿Además de practicar, estudiaste yoga? —Sí, estaba con una rectificación cervical y rotoescoliosis lumbar, hice unas sesiones de reeducación postural y luego yoga por mi cuenta, con videos, hasta que necesité saber lo que estaba haciendo desde el punto de vista biomecánico, así que comencé el profesorado con Susana Leonhardt. —¿Qué te aportó en cuanto a otra visión biomecánica? —Con la práctica de las posturas fui desbloqueando emociones reprimidas y me di cuenta de que estaba con el pecho cerrado, para protegerme, y mi forma de pensar comenzó a ser otra. —¿Y respecto al concepto original de fuerza y energía? —Comencé a sentirme con más vitalidad y con el cuerpo más disponible a medida que la postura estaba más armoniosa, además de cambiar la tonicidad. —¿Incorporaste estos conceptos a tu profesión? —La formación y el mundo científico es impenetrable respecto a estas ideas, más allá de que muchas se sostienen científicamente. Mi idea es abrir mi propia línea de investigación en la cual se tenga en cuenta el mundo emocional y la psiquis de la persona. Hay investigaciones sobre cómo la postura corporal y los gestos se manifiestan en función del estado de ánimo. EUGENIA MUÑOZ ENTREVISTA.jpg Ciencia y pensamiento único —¿Cuáles son los prejuicios más instalados? —¡Ay, son tan difíciles; siento una barrera pero también se va generando una apertura! La idea es que no haya un pensamiento sino respetar la diversidad, para lograr la cooperación y coexistencia. La ingeniería es muy determinista y todo se vuelve binario, lo cual genera la destrucción de la creatividad, que nos permite estar en estado de salud. —¿Se puede conciliar el método científico con el campo de las energías sutiles? —Sirve para hacer demostraciones científicas de lo que, desde la intuición y lo traído desde las medicinas ancestrales, sucede con muchas técnicas que ayudan, por ejemplo, a regular nuestro sistema nervioso. El método tiene buenas bases pero también sus límites y cosas que no tiene en cuenta. —¿Tenés una mirada científica de los registros akáshicos? —¡Guau! Hay teorías, como la de David Bohm, pero no les puse mente, aunque desde 2015 hago lecturas. Mi mamá tiene libros sobre esas investigaciones pero prefiero regalarme la sorpresa con cada lectura que hago. Es un campo infinito. —¿Qué has verificado sobre la interacción entre lo racional y lo intuitivo? —En nuestro hemisferio más creativo, el derecho, donde no es 0-1, existe lo pluri y la diversidad, que es restringida y desactivada por el comportamiento dual. Es interesante hacer la respiración cruzada, entrelazar nuestros brazos o realizar cosas al revés, para modificar nuestra relación con lo izquierdo y lo derecho. A veces escribo con la mano izquierda, y es como tomar la vida más como un juego. Dar espacio al arte y la creatividad permite un puente y un balance de los dos hemisferios, necesario para nuestro bienestar. —¿Qué desaprendiste? —¡Un montón (risas)! Es lo que más vengo haciendo. Desde que entré en la escuela tuve muchas formaciones y me olvidé de mi propia voz y deseos, y el ir hacia adentro me permitió volver a la creación. Aprendí a saber que jugamos con diferentes personajes, roles y máscaras, pero no son quienes somos, sino sólo herramientas. Me descubro mientras voy andando. EUGENIA MUÑOZ.jpg —¿Publicás contenidos? —Contenidos científicos con relación a la investigación sobre el movimiento, disponible en la página del Conicet, hice una publicación con una amiga licenciada en Música, sobre la interocepción como herramienta para quienes cantan, y estoy investigando sobre las meditaciones somatosensoriales en movimiento, que implementamos con Alquimia sensorial, cómo cada parte de nuestro cuerpo nos habla y cómo intervenir desde la escucha. —¿Algún anuncio? —El lunes 21 y luego el tercer lunes de mayo, en la Casa de la Cultura, hacemos meditaciones somatosensoriales en movimiento, con música en vivo, para regular lo emocional. —¿Cuál es el paradigma dominante de la carrera? —Hay una predominancia de la intervención que me llama la atención siendo paciente, como cuando estuve en estado de estrés. En vez de preguntarme algo y tomarme como parte activa de mi propia salud quisieron intervenir con un fármaco, anulando mi capacidad de autorregulación y autorregeneración, lo cual pasa mucho en el campo farmacológico. En la bioingeniería estoy agradecida de los equipos que hay para generar diagnósticos y tratamientos pero se nos perdió de vista la capacidad de poder percibirnos y auto sanarnos. Estamos en un sistema que en vez de generar autoconocimiento y autonomía, para saber que somos parte de una red, promueve que tengas menos conocimientos para seguir a quien tiene el poder. Trabajo en un laboratorio de investigación del movimiento humano, para terminar mi tesis doctoral, y mi directora es Paola Catalfamo, quien es muy profesional y muy humana. Hablamos de llevar la consciencia de que lo primero tiene que ser que no es un paciente sino parte activa de su propia salud y que debe tomar su propia percepción como esencial. Es necesario para la población el entrenamiento y la educación del desarrollo consciente del estado interno corporal, la interocepción, para llevarlo al consciente. —¿Por ejemplo? —Si tengo la posibilidad de percibir cómo está mi postura corporal, podré hacer un movimiento. Si percibo que me molesta el hígado es porque sé dónde está ubicado y cómo lo siento, y desde ahí puedo tomar acciones. Hay corrientes que sostienen la capacidad que tenemos para autorregularnos: si el sistema nervioso autónomo está en estado de estrés, alterado, y en situación de huida y supervivencia, hay muchas capacidades que tenemos y a las cuales no accedemos. Así nos hace estar el constante bombardeo de noticias, las redes sociales y la urgencia. En cambio, cuando se tiene la posibilidad de apagar eso, y bajar el flujo mental y la rumiación, el cuerpo colabora y tiene otras percepciones, al igual que el tiempo transcurre de otra manera. —¿Claves para lograrlo? —Regulando la respiración para ayudar a que el sistema autónomo, estimulando el nervio vago, vaya al estado creativo, con lo cual estamos más permeables a la maravilla de la vida. También nos ayuda a desarrollar la consciencia del primer sentido, la interocepción, ya que el cerebro constantemente monitorea el estado del cuerpo. En cambio los sentidos tienen un grado menor para nuestro cerebro. Hay muchas enfermedades graves porque desde el minuto cero en que la mente y el cuerpo nos dan ideas sobre eso, las discutimos, hasta que la emoción y el cuerpo se manifiestan. Si uno primeramente escucha y toma una acción, por ejemplo, el órgano no se enferma completamente o no te lo tienen que sacar. O con una postura corporal que genera un desgaste mecánico y el cuerpo se lesiona. —¿La carrera también tiene un enfoque intervencionista, más allá de la excepción que mencionaste? —La bioingeniería está bastante alejada de a quien se interviene. Trabajo con participantes con amputación, quienes utilizan distintas prótesis, pero no tengo un contacto personal con ellos. Estamos muy alejados de las personas y necesitamos acercarnos más.
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