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» Diario Cordoba
Fecha: 13/04/2025 18:53
El mundo financiero atraviesa una nueva tormenta con epicentro en Washington. La última ofensiva arancelaria de Donald Trump contra China ha desatado una cadena de reacciones en los mercados globales que recuerda a los episodios más tensos de la guerra comercial de años anteriores. Esta vez, sin embargo, el escenario es aún más frágil: con una economía global al borde de la desaceleración, cualquier chispa geopolítica amenaza con incendiar los pilares del sistema. El mercado de deuda de Estados Unidos —tradicional refugio en tiempos de incertidumbre— ha entrado en una fase de inestabilidad sin precedentes desde la pandemia, con rendimientos disparados y salidas de capitales. Mientras tanto, los mercados energéticos se tambalean: el precio del petróleo se desploma ante el temor a una recesión, arrastrando consigo a los productores de esquisto y poniendo en jaque los planes de la OPEP+. Las criptomonedas, lejos de funcionar como refugio, se comportan como activos de riesgo y sufren caídas abruptas, mientras el oro recupera su brillo y se consolida como la reserva de valor por excelencia. El dólar, debilitado por la presión internacional y las perspectivas de recorte de tipos, pierde terreno frente al euro y otras divisas fuertes. En el telón de fondo, las materias primas se convierten en una nueva línea de tensión, con distorsiones de precios, inflación importada y cadenas de suministro al borde de una reconfiguración. La renovada guerra comercial no solo tensa los mercados: redefine el equilibrio económico mundial en un momento en que pocos pueden permitirse nuevas sacudidas. El crudo cae ante una posible recesión Los precios del petróleo han registrado esta semana su mayor desplome desde febrero de 2021, sacudidos por la ofensiva arancelaria lanzada por Donald Trump contra China. La entrada en vigor de los aranceles a productos chinos ha agitado los mercados energéticos, arrastrando al Brent por debajo de los 60 dólares por barril y al WTI hasta los 56,70. El retroceso acumulado ronda ya el 20% en apenas una semana. La reacción de los mercados no es casual. El recrudecimiento de la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo reaviva los temores a una recesión global y a un descenso de la demanda de crudo. La OPEP+, que tenía previsto aumentar la producción este mes, podría verse obligada a reconsiderar sus planes. Para los productores de esquisto de Estados Unidos, cuyos costes rondan los 60-65 dólares por barril, los precios actuales amenazan con erosionar márgenes y frenar la inversión. A corto plazo, se anticipa una elevada volatilidad del petróleo. La incertidumbre sobre la respuesta de China y el impacto de los aranceles sobre el comercio mundial será clave. Por ello, los analistas no descartan un Brent en niveles de 40 dólares si la tensión persiste. La política energética global vuelve a quedar atrapada en el tablero geopolítico, donde cada movimiento tiene eco en los mercados. El mercado de deuda de EEUU se tambalea El mercado de deuda estadounidense ha entrado en una fase de inestabilidad inédita desde la pandemia. La imposición de aranceles recíprocos entre Estados Unidos y China ha desencadenado un terremoto en los bonos del Tesoro, refugio en tiempos turbulentos. Esta semana, los rendimientos de los bonos a 10 años han superado el 4,4%, y los de 30 años se han disparado cerca del 5%, en un movimiento tan abrupto como preocupante. Lo que comenzó como una huida hacia la seguridad, se ha transformado en una liquidación masiva. Los inversores desconfían del futuro fiscal de EEUU, agravado por los temores a una represalia china en forma de venta de deuda americana. Fondos de cobertura y grandes tenedores extranjeros están reduciendo su exposición, lo que ha provocado un repunte de rentabilidades que amenaza con encarecer la financiación global. En este contexto, crecen las voces que reclaman por una intervención de la Reserva Federal si la volatilidad persiste. Pero el margen de actuación es estrecho: la inflación resiste y el mercado laboral sigue fuerte. La confianza en el "refugio americano" se resquebraja. En los próximos meses, el equilibrio entre geopolítica, déficit y tipos será determinante para evitar un colapso del mercado de bonos. El oro como escudo frente a los aranceles Mientras los mercados globales tiemblan por la escalada arancelaria entre Estados Unidos y China, el oro se reafirma como el gran valor refugio. Esta semana, tras la entrada en vigor de los nuevos aranceles de Donald Trump sobre productos chinos, el metal precioso ha repuntado más de un 2%, en el entorno de los 3.230 dólares por onza alcanzados este viernes, superando sus máximos históricos. En un escenario de creciente tensión geopolítica, los inversores se vuelcan en activos considerados seguros, y el oro lidera esa preferencia. A la incertidumbre comercial se suma la expectativa de recortes de tipos por parte de la Reserva Federal. Casi el 60% del mercado anticipa un giro en la política monetaria estadounidense ya en mayo, lo que refuerza la cotización del oro, que no ofrece rentabilidad directa pero gana atractivo cuando bajan los tipos. Aunque el mercado del oro no es ajeno a la volatilidad -y de hecho, ha experimentado oscilaciones muy considerables en los últimos meses-, su comportamiento en el actual contexto confirma su reputación como reserva de valor. El debilitamiento del dólar y el temor a una recesión global alimentan una tendencia estructural alcista. En la actual guerra comercial de Estados Unidos con el resto del mundo, el metal amarillo se vuelve, una vez más, el refugio por excelencia. Las cripto no resisten la ola arancelaria La imposición de aranceles recíprocos entre Estados Unidos y China ha arrastrado al mercado de las criptomonedas a su semana más volátil del año. Bitcoin caía a principios de semana por debajo de los 76.000 dólares, con un retroceso del 5%, mientras que Ethereum sufría una corrección más severa, cediendo más del 8% y regresando a niveles no vistos desde enero de 2023. Lejos de confirmar su papel como activo refugio, las criptomonedas están mostrando un comportamiento típico de activos de riesgo. A diferencia del oro, el Bitcoin ha cedido terreno a medida que se intensificaban los temores a una recesión global. El índice de Miedo y Avaricia de CoinStats ha caído en zona de «pánico extremo», en un giro drástico desde el optimismo de hace apenas una semana. Los analistas creen que el mercado ha entrado en una fase de reajuste tras meses de fuerte revalorización. La falta de una narrativa clara y la elevada exposición al sentimiento global complican el escenario. A corto plazo, la incertidumbre sobre nuevas represalias comerciales y posibles movimientos de la Fed marcarán el rumbo. La reciente sacudida revela que, en tiempos de crisis, las criptomonedas aún no han madurado como refugio seguro. La geopolítica debilita al dólar La guerra arancelaria ha provocado una sacudida también en los mercados de divisas, donde el dólar ha perdido terreno frente al euro y otras monedas consideradas refugio. Tras el anuncio de los aranceles, el billete verde cayó hasta su nivel más bajo en seis meses frente a la divisa comunitaria, situándose en el entorno de 1,09 dólares por euro. Este debilitamiento del dólar refleja la creciente incertidumbre sobre el crecimiento económico de EEUU y las expectativas de recortes de tipos por parte de la Reserva Federal. Al mismo tiempo, el euro, el yen japonés y el franco suizo se han visto impulsados por una mayor demanda de activos percibidos como más estables. La volatilidad en los mercados emergentes también ha obligado a los inversores a replegarse de monedas más expuestas a las represalias. La reacción de las divisas no ha sido tan predecible como en otras crisis. "Las divisas asiáticas, curiosamente, se mantienen de forma razonablemente buena y las de Latinoamérica [que de inicio tuvieron un rendimiento superior] han enfrentado dificultades desde entonces ante la preocupación de que una desaceleración del crecimiento en China pueda acarrear un grave desastre para los precios de las materias primas",explica Matthew Ryan, director de Estrategia de Mercado de Ebury. Las materias primas se tensan La nueva ofensiva arancelaria de Donald Trump ha puesto en alerta al conjunto del mercado de materias primas. Desde los metales industriales hasta los productos agrícolas, los inversores temen una nueva reconfiguración de las cadenas globales de suministro, que ya se venían replanteando desde la pandemia de coronavirus. El endurecimiento de las relaciones comerciales con China y Europa añade presión inflacionaria a corto plazo, lo que podría obligar a mantener los tipos de interés elevados más tiempo. En sectores como el cobre, ya se observan dislocaciones de precios entre regiones, fruto de maniobras para esquivar los nuevos gravámenes. En los alimentos, la tensión comercial llega en un momento de fragilidad, con precios que aún reflejan los coletazos del alza inflacionaria global. Empresas exportadoras se enfrentan ahora al dilema de absorber costes o trasladarlos al consumidor, lo que agravaría la presión sobre la inflación. A medio plazo, los analistas esperan una tendencia hacia cadenas de suministro regionalizadas, con inversiones crecientes en producción local. Un ajuste costoso y prolongado. A corto plazo, los precios de las materias primas seguirán siendo un termómetro clave de la guerra comercial y su impacto sobre el crecimiento global.
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