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  • “Los hombres con alta sensibilidad lo tienen más difícil en nuestra sociedad”

    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/04/2025 18:09

    ¿No es lo mismo una persona sensible que con alta sensibilidad? Todo el mundo es sensible, con diferentes niveles desde el mínimo hasta el máximo, aunque no existe nadie que tenga cero sensibilidad. Las personas con alta sensibilidad (PAS) tienen mucha más que la media, y no solo emocional, sino también sensorial, es decir, en los cinco sentidos y en el sexto, el de la intuición. Se ha calculado que entre un 20 y un 25% de la población lo es. Además, para definir a las PAS, han de cumplir lo que la doctora Elaine Aron denomina los cuatro pilares de la alta sensibilidad, que son la elevada activación cognitiva, que piensan mucho y dan vueltas a las cosas; la alta activación emocional, que sienten más intensamente las emociones y tienen gran empatía; la alta activación sensorial, por lo que captan más los ruidos, olores, gestos y sutilezas del ambiente; y finalmente, debido a todo esto, la capacidad de sobreestimulación y saturación es mayor, ya que hay mucha activación cerebral. Este es el gran reto que deben afrontar. ¿Estos pilares se manifiestan siempre al mismo nivel? Cada persona es única, por lo que unas tendrán más desarrollado el sentido del olfato, por ejemplo, y a otras les afectarán más los ruidos; y hay quienes se sobreestimulan y se saturan mucho antes. Dentro de la alta sensibilidad, existen diferentes niveles. La asociación de PAS a nivel nacional ofrece un test en su web (www.pasespana.org) para validar si una persona lo es. Desde el inicio del libro señala que es un rasgo de la personalidad, no un trastorno mental, aunque ¿puede derivar en ello? Sí. Crecer en un entorno hostil durante la infancia, que no quiere decir peligroso o de maltrato, pero sí de incomprensión y crítica a la forma de ser, puede derivar cuando uno llega a adulto en una mayor tendencia a la ansiedad, depresión y/o problemas de adicción, por lo que es muy problemático. Crecer y desarrollarse en un buen entorno y tener un acompañamiento positivo es lo más importante para alguien con alta sensibilidad. Por eso desde las asociaciones difundimos este rasgo de la personalidad, con el fin de eliminar etiquetas, ya que hay un gran desconocimiento. Del mismo modo que no obligaríamos a una persona introvertida a actuar en contra de su manera de ser y que se sienta mal, muchas veces a las PAS se nos obliga, sin mala intención, por falta de conocimiento, a hacer cosas que nos sobreestimulan y nos saturan, o se nos critica por nuestra forma de ser o actuar. Portada del libro 'Soy sensible' de Anna Romeu. / . ¿Los profesionales de la salud mental y de la sanidad en general están bien informados? Todavía hay desconocimiento y falta muchísima información. Se está haciendo mucha pedagogía en este ámbito, aunque aún queda un gran trabajo por delante. Existen dos sectores donde conocer cómo son las PAS es imprescindible, el clínico y el educativo. En cuanto al primero, no solo hay que centrarse en la parte de la salud mental, sino también en el resto de la medicina. Por ejemplo, ya ha sido estudiado que la medicación afecta más a las personas con alta sensibilidad, por lo que deberían tenerlo en cuenta. Puede que alguien se queje de que una medicina le provoca muchos efectos secundarios y su médico le diga que eso es exagerado. Incluso en la rama de la salud mental hay desconocimiento. Tengo colegas psicólogos y psiquiatras que me han dicho que las PAS no salen en el manual diagnóstico. Pues claro, porque no es un trastorno mental, sino un rasgo de la personalidad, igual que tampoco están incluidos los optimistas y pesimistas ni los introvertidos y extravertidos. Hay características que pueden parecer las de un trastorno, aunque aquí no hay que buscar esas etiquetas. ¿Cómo va el ámbito educativo? Hacemos talleres en las escuelas para que los maestros lo detecten, ya que es una ventaja para ellos. No tienen que hacer nada más porque no son niños con unas necesidades especiales ni hay que tratarlos de forma diferente, aunque sí tenerlo en cuenta. Si en una clase hay 25 alumnos, como mínimo uno o dos tienen alta sensibilidad. Cada vez más padres y madres acuden a mi consulta para saber si sus hijos lo son y qué hacer. Con un pequeño asesoramiento es suficiente, pero es básico estar informado. Cuando se identifica desde pequeños y se sienten aceptados, acompañados y adaptados al entorno, crecen bien y tienen una gran resiliencia y menos índices de depresión y ansiedad al llegar a la edad adulta. Lo contrario que cuando el entorno es hostil. ¿Qué prejuicios sociales pueden impedir ver que alguien es PAS? Los hombres con este rasgo lo tienen mucho más difícil que las mujeres en nuestra sociedad. La sensibilidad se asocia siempre a la mujer. En cambio, un hombre que llora, que no es competitivo, que le gusta la poesía y que se emociona con una puesta de sol, por ejemplo, de inmediato recibe el apelativo de feminizado. Por tanto, lo que hacen es tapar su alta sensibilidad y actuar como la mayoría cuando lo mejor sería aceptarse como son. Si desde pequeños les hubiesen enseñado que emocionarse, sentir y llorar es normal, lo hubieran interiorizado y no tendrían tantos problemas. Anna Romeu, autora de 'Soy sensible'. / Guillem Bosch ¿Por qué toleran situaciones que les son perjudiciales? Muchas veces porque no tienen otra opción. Si uno es altamente sensible y vive en una gran ciudad, no le queda más remedio que estar expuesto a numerosos estímulos sensoriales, como ruidos, olores y gente. No es lo mismo que vivir en un pueblo tranquilo o en medio del campo. Otras veces lo toleran por desconocimiento. Da la impresión de que la sociedad actual valora más que las personas sean muy activas, aguanten un ritmo elevado, sean rápidas y no den vueltas a las cosas, por lo que si alguien desconoce que es PAS, lo aguanta pero no se siente bien, porque intuye que necesita otro ritmo, sin sobreestimulación, y puede acabar colapsando. Recomienda ponerse en primer lugar en vez de pensar tanto en los demás. ¿No se sentirán culpables? Por supuesto. Es la gran trampa de la complacencia. Por una parte, la intensidad emocional provoca que intente evitar el conflicto todo lo posible, ya que conduce a muchas emociones difíciles, como la rabia, la culpa, la vergüenza o la injusticia. Por otra parte, al tener una gran empatía, enseguida detectan qué le ocurre a otra persona y qué le podría venir bien. Es como cuando ves un cuadro torcido en la pared y tienes la tentación de ponerlo recto. Si ven que alguien necesita ayuda o lo que sea, la tendencia es ayudar, aunque no le vaya bien a sus necesidades. Por ejemplo, detecto que quieres pasar más tiempo conmigo, pero necesito estar sola. Una PAS pone a la otra persona en primer lugar con el fin de evitar la queja y gestionar así el conflicto, pero de este modo se perjudica a sí misma y se termina saturando, por lo que es peor. ¿Qué deben hacer para tratar de evitar el exceso de estímulos? Autorregularse cuando llegan a un nivel de sobreestimulación que les provoca estrés. El cerebro de un PAS es como el de cualquier otro en cuanto a que tiene unos límites. Si en un ordenador abres demasiadas ventanas, al final se cuelga. Es lo mismo. La saturación es la alarma que te avisa de que has llegado a tu punto máximo y debes parar. Por eso hay que aprender a escucharse y entender que puede que algo con lo que disfrutabas hace un rato, ahora ya no, que te está poniendo de mal humor, te empieza el dolor de cabeza y necesitas cambiar de ambiente. Hablamos de situaciones concretas, pero a nivel general hay que aprender a llevar una vida que te vaya bien. Hay personas que han cambiado de trabajo, amigos, lugar de residencia o incluso de pareja. No siempre hay que llegar a extremos, pero sí se pueden reestructurar las relaciones y el entorno. En cuanto a la pareja, recomiendo a las PAS que tengan tiempo y espacio propios.

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