Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • ¿Aristocrático Rivadavia?

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 13/04/2025 14:13

    n Un gran presidente - Por 42 votos contra 11 en el Congreso General Constituyente había sido consagrado Bernardino Rivadavia como primer presidente de los argentinos, el 19 de julio de 1826. Rivadavia es un hombre, una fuerza histórica y un símbolo. Como hombre representa el primer presidente de nuestra patria, como fuerza histórica es la expresión de la libertad y como símbolo equivale a nuestra cultura nacional. Bartolomé Mitre ha dicho muy bien que Rivadavia “fue el más grande hombre civil de los argentinos. La historia puede decir que fue el fundador de la primera Argentina.” Cuando Rivadavia apareció, nuestra patria salía de los estragos de la guerra civil más terrible del mundo. Hablamos de la guerra que estalló en España y en América, en los primeros años del siglo XIX por el triunfo de la libertad. Un partido, el de los liberales, defendía la existencia de un gobierno constitucional, basado en el pueblo y para el pueblo, en todo lo que hoy es España y la América donde se habla español; -lo dice Enrique Gandía en 1944)-. El otro partido, el de los absolutistas, quería poner todos los poderes del pueblo en manos de un rey autócrata que debía gobernar por medio de virreyes y favoritos. Los dos bandos se arrojaron a la lucha. En España triunfaron los absolutistas y los liberales tuvieron que emigrar. En américa vencieron los liberales y los absolutistas quedaron ocultos en ciudades y desiertos. La independencia pudo erigirse sobre la base de los principios liberales y democráticos. La expresión más pura de este triunfo fue el surgimiento de la cultura. Donde hay libertad brilla enseguida el amor a la sabiduría. Rivadavia pudo llegar al gobierno: primero al Triunvirato, después como Ministro de Gobierno en la Provincia de Buenos Aires, más tarde, ahora, como Presidente y pudo derramar, a manos llenas, sobre nuestra patria, la cultura del mundo. Fueron los años de Rivadavia unos años luminosos en la Argentina. Mucha gente, enemiga de la libertad, lo ha llamado visionario y utópico. Ha dicho que se satisfacía con dictar decretos y no se daba cuenta de la realidad, que no era práctico y soñaba mucho. Hoy, el estudio de los hechos históricos nos demuestra todo lo contrario. Rivadavia era muy práctico y soñaba poco. Había aprendido a conocer el mundo en sus viajes por Europa y sabía que el hombre civilizado vive una constante superación. No era posible que estas tierras, las más ricas de América, se mantuviesen silenciosas y abandonadas en la extensión infinita de sus horizontes. Aquí debían levantarse ciudades. Aquí los campos debían convertirse en estancias hermosas, capaces, todas ellas, de alimentar a Europa entera. Veía el futuro porque conocía el presente y en sus andanzas por nuestra tierra y las tierras de Europa había comprendido, muy a fondo, que América siempre sería superior al Viejo Mundo. No fue, por tanto, Rivadavia, un visionario como lo han calumniado sus enemigos: fue un hombre de visión certera y feliz, tan certera para su tiempo, que sus profecías, sobre nuestra grandeza, han sido superadas, muy a lo largo, por nuestra presente realidad. (Enrique Gandía 1944). Los utópicos fueron los otros, sus enemigos, los reaccionarios, los fanáticos del absolutismo y del obscurantismo, que pretendían seguir viviendo como pastores, sin esperar nada del mundo, sin mirar al futuro, sin comprender nuestra grandeza, las fuerzas maravillosas que la España liberal había dejado entre nosotros. Rivadavia empezó por crear una grande Argentina en el cerebro de los argentinos. Les enseñó a leer, a estudiar, a trabajar con conciencia, no con brutalidad. Fundó bibliotecas, etc. etc. etc. Dijo a los argentinos que para ser dignos de su Patria debían ser dignos, en primer término, de ellos mismos. Nuestra Patria se hizo en sus años una nación culta. Salió de la guerra que dio origen a nuestra Independencia y tuvo una Constitución, orgánica y en contacto con la cultura universal, a los diez años de la declaración de Tucumán. Nunca fuimos tan poderosos, tan cultos y tan respetados como en tiempos de Rivadavia. Pero la gloria que con él alcanzamos empezó a declinar por la traición y anti-patriotismo de los caudillos. Los absolutistas vencidos en 1810 y 1816, los hombres que habían combatido contra la independencia civil y política por odio a la libertad, no habían muerto ni habían desaparecido de nuestra Patria. Habían quedado ocultos en rincones perdidos, esperando el momento de aplastar la libertad y gobernar cada uno, como tiranos sin freno, en una ciudad rodeada por el desierto. De común acuerdo rechazaron la Constitución que aseguraba a nuestra Patria un gobierno democrático y liberal. No quisieron que la Argentina tuviese una capital, se negaron a que el pueblo dictase sus leyes y se opusieron a que la nación estuviese organizada como una nación moderna y civilizada. Hablaron de sus libertades provinciales e hicieron de esas libertades la fortaleza de sus dictaduras. Cada caudillo se convirtió en un déspota y se encerró en su ciudad de calles de tierra y ranchos de paja, sin leyes, sin gobierno, sin jueces, sin una Constitución nacional y provincial que fijase un término a sus mandatos y un límite a su voluntad. Cada caudillo fue un dueño del pueblo y un enemigo de la grande Argentina. Conspiraron contra nuestra organización, contra nuestra cultura y contra nuestro poder. Traicionaron la Patria en su guerra contra el Brasil. Rivadavia no pudo seguir gobernando contra la oposición tenaz de los caudillos que querían volver a un estado primitivo con la teoría de un federalismo imposible en la Argentina. Renunció y abandonó la Patria, tristemente, viendo sus esfuerzos destruidos por el egoísmo y la barbarie. Llegó un caudillo máximo, Juan Manuel de Rosas, que se adueñó de Buenos Aires y dejó a todos los caudillos en plena libertad de tiranizar indefinidamente sus pobres provincias. Combaten a Rivadavia hoy los populistas. Los enemigos de la libertad, los fanáticos e intransigentes que detestan los derechos naturales del hombre, se burlan de la Constitución y desean el establecimiento de gobiernos tiránicos que les permitan sus venganzas y una opresión sistemática del pueblo para gobernar sin límites y sin frenos, como los déspotas de la antigüedad y los que el mundo civilizado acaba de aplastar en la vieja Europa. (Enrique Gandía 1944). El carácter de “República aparte” está dado por la idiosincrasia de un pueblo que desde el fondo de su historia, desde el primer “Grito Comunero” en 1764, luchó y se desangró por su autonomía provincial, armando 5 Ejércitos libertadores en procura de la Libertad y la Organización Nacional. La idea de República aparte autoimpuesta en la idiosincrasia correntina quizás estribe en una exacerbación del sentido de pertenencia. Sin embargo, la historia marca que la provincia, si bien tuvo participación en los hechos consagratorios de la formación del país, siempre Corrientes mantuvo sus diferencias con el centralismo de la política argentina. Tanto el idioma Guaraní, incorporado en la Constitución provincial, la identidad gastronómica, la pertenencia histórica, precolombina al mundo o cosmovisión Guaraní, la semblanza y continuidad cultural de las danzas, como el Chamamé el sincretismo religioso con santos propios que participan del credo católico (Virgen de Itatíl) como así también la música, que engloban el ser en su completa dimensión, establecen a las claras la posibilidad de desandar el camino, institucional, de lo que se plantea como deseo en el inconsciente colectivo correntino. Su republicanismo independiente del centralismo porteño, que nace con el primer populista de nuestra historia Juan Manuel de Rosas. Los liberales de épocas anteriores pensaban que los pueblos del mundo eran pacíficos por naturaleza y que solo los monarcas deseaban la guerra para aumentar su poder y riqueza con la conquista de provincias. Fue el proyecto de Rosas y su Psicopatía y enfermedades psicológicas varias que lo obsesionaba con acumular poder y dinero. De allí, que desde tiempos de Pedro Ferré, reza en nuestra Bandera de Corrientes PATRIA LIBERTAD CONSTITUCIÓN.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por