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  • “Leer todo antes de tirar”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 13/04/2025 14:11

    Por Carlos Lezcano Especial para El Litoral Por Fernanda Toccalino Especial para El Litoral n El kintsugi es una técnica de origen japonés y significa «reparar con oro». Es un método para arreglar piezas cerámicas que celebra la historia del objeto haciendo énfasis en las roturas en lugar de disimularlas. Sus cicatrices lo transforman y embellecen. Los dadaístas incorporaban objetos encontrados a sus collages, componían a su modo, lo que después de una guerra ya no se podía recomponer. María de los Ángeles, Ququ, hace convivir objetos encontrados con otros legados que resguardan secretos de familia. Con la paciencia de un coleccionista descubre; con la mirada de una artista imagina y recrea, busca huellas de vidas y recuerda la propia. Muchas veces son pedazos de algo roto, abandonado, que presenta con igual cuidado dándoles una nueva oportunidad. Ququ Ángel, está exponiendo su obra en la galería El vivero, la muestra se llama Relicario, y la entrevistamos en “Todos los Vientos”, el programa de radio UNNE, para conocer más sobre su producción. —En tu obra habita un recurrente interés estético y afectivo por lo descartado, al entrar en la sala vemos una suerte de archivo, de acopio de elementos vemos que hay objetos preciosos y primorosos: tules, puntillas, florcitas vemos muebles que están tapados ¿De dónde vienen esas cosas? ¿Los encontrás? ¿Los heredás? —Sí, hay dos tipos de acopio: uno es el que heredo que son, básicamente, materiales con los que yo me relacioné toda mi vida, materiales que veía en los armarios cuando era chica y revisaba. Mi tía que ya no está más, era modista, también mi mamá y mis abuelas estaban muy relacionadas con el arte textil. Así “arte”, le digo yo, ellas no lo veían tal vez como un arte. Fueron también las que me enseñaron a bordar, a coser, técnicas que también uso en mi obra. Me interesa mucho el concepto de los retazos y de lo descartado porque era lo que yo veía que iba cayendo al piso cuando iban confeccionando, no sé, un vestido o unas servilletas, cosas utilitarias para todos los días. Conservar estos retazos como los encontré es como una especie de vínculo directo a sus producciones. Y por otro lado también está lo que voy encontrando en la calle, me gusta mucho pasear sin rumbo, y en esos paseos hay cosas que me llaman la atención, a veces por el color que tienen o por las texturas. También hay temporadas en que encuentro ciertas cosas y después ya no aparecen más y aparecen otras. —En todos estos retazos que caían de la mano de tu mamá, de tu tía había una historia conocida, en los que vos vas encontrando en tus recorridos cotidianos vas haciendo un archivo de vidas desconocidas. ¿Cómo es ese vínculo? ¿Imaginás o que recreás la identidad de esos objetos? ¿Hay toda una película detrás o me la hago yo nomás? —Sí, hay películas que me las hago yo también porque juega mucho la imaginación en lo que se va encontrando o a veces incluso hay datos. Por ejemplo, una vez encontramos muchas cosas tiradas afuera de una casa antigua de Corrientes que a mí siempre me llamó la atención y había papeles con nombres. Googleamos un nombre y era una monja que había sido maestra, entonces voy relacionando todas estas cosas encontradas. Había cuadernos con escritos, y una de las primeras frases que leí decía: “Leer todo antes de tirar. Hay cosas que escribí con el corazón en la mano. Si les gustan pueden guardarlas”. Me llamó la atención que nadie se las quedara y me hace reflexionar en el vínculo de las personas con lo que eligen descartar y conservar. Había telas, tarjetas y otros objetos y con eso se van construyendo los personajes, ¿no? Hay recuerdos linkeados directamente a estos objetos encontrados que me guardo porque a su vez remiten a la situación en la que me hallaba el día que los encontré, quienes me acompañaban o si estaba sola, etc. —Eso que vos encontrás azarosamente, ¿crees que está destinado a ser encontrado? —La verdad es que hay momentos en que soy creyente de que esos objetos me encuentran a mí y hay otros que digo que es azar, simplemente. —Pero no todos los objetos te ofrecen lo mismo, ¿no? Te presentamos como Ququ Ángel pero nosotros te conocíamos como Ququ Trash. Lo trash está más vinculado a lo descartado, a la basura. Vos seguís dándole una segunda oportunidad a estos objetos convirtiéndolos en obra de arte pero te estás desprendiendo de ese nombre que te identificó tanto tiempo. —Sí, un poco por el gusto de ser medio “de nicho” e ir cambiando mi nombre en las redes sociales, que no sé si me favorece mucho pero me divierte hacer. Y por otro lado relacionando esto a la alquimia donde se habla mucho de transformar, ¿no? de transformar la materia, de transformar el descarte, la basura e ir refinándola. Uso Ángel porque también es parte de mi nombre María de los Ángeles y a medida que pasó el tiempo fui cambiando también de nombre porque para mi familia soy Mari, Marita, para otras personas soy María o Ángeles, diferentes personas me conocen con diferentes nombres. A su vez la figura del ángel en la historia, los mitos y el arte me interesa mucho y la quise integrar. Esta cosa de ascender de la basura o ir refinándola la veo como una evolución en mi obra, porque si bien siempre usé cosas halladas en la calle, actualmente me interesa más ir combinando, por ejemplo, los escombros con el material textil heredado e ir produciendo algo un poco más elaborado. El ángel es como un sinónimo de bondad, de belleza, algo romántico y de guarda también. Justamente hoy hablábamos del cielo de Berlín, “Las alas del deseo”, la película de Wim Wenders que son dos ángeles que miran Berlín y tratan de cuidar a esa gente. De alguna manera en este relicario vos también ofrendás, cuidás perpetuás.Además, lo trash tiene que ver con una cultura, tuvo su momento de moda, asociada a una cultura más light, al cómic, la prensa rosa, a una literatura menor, más popular, a las cosas del corazón entonces no me parece que estén tan separados lo trash de lo angelical.En tu obra a estos objetos encontrados o heredados ofrecidos por gente querida que vos guardás, que cuidás que resignificás en una obra de arte le sumas tus gestos: pequeñas líneas modeladas con alambre, una serie de dibujos de una época, como es el manga, o el anime con esos ojitos japoneses melancólicos, a Sailor Moon. Lo primordial para mí es el dibujo, siempre es mi primer acercamiento y lo primero que surge. El anime tiene un componente muy nostálgico para mí porque son los dibujitos que miraba cuando era chica. Siempre me interesó el dibujo en todas sus formas y diferentes las expresiones de la humanidad relacionadas al dibujo a través del tiempo, por ejemplo me inspira mucho el dibujo medieval, las místicas que recibían información de Dios y lo contaban por medio del dibujo, o iluminaciones como se lo solía llamar en esos tiempos. El dibujo es el sello propio que se suma a estas cosas encontradas y heredadas. —Y ese pasado con el presente, ¿no? ahí hay un juego de tiempos. —Sí, creo que todo el tiempo hay un movimiento entre el pasado y presente, el adentro y el afuera, lo íntimo y lo público, ya sea por lo que veo y me encuentro o también interviniendo en la calle como también lo he hecho en su momento. —Vos fuiste parte del colectivo Nunca Sé. —Sí, el nombre ququ trash surge en esa época, cuando formamos este grupo entre todos, artistas callejeros, DJs, VJs, ilustradores, la mayoría iba a la facultad de diseño gráfico entonces estaba muy atravesado por esta cosa más gráfica de comunicar y de usar la calle como método de comunicación, de apropiarnos de la calle. —Haces visuales, estuviste en Play, videoarte, acompañaste grupos de música, expusiste en el Centro de Arte Sonoro en Buenos Aires, o sea que trabajas mucho también desde lo digital y no solo desde la materialidad de “Relicario”. —Sí, soy curiosa y voy explorando muchos materiales y medios, el vínculo con amigos que exploraban más que yo la animación también me motivó a indagar por ahí y me fueron tirando data y enseñando mucho. En el CASo hice unas piecitas justamente también usando registros de la calle que me encanta hacer y usando el sonido de los propios videos mezclándolos con otro proyecto que se llama Screencore (del inglés, screen: pantalla y core: centro, corazón) y se trata de filmar mis propios dibujos o frases de la propia interfaz de las páginas de internet desde diferentes pantallas. —DJ es de música y VJ es de video. Te quiero preguntar algo más cotidiano, más periodístico: ¿de dónde sos? ¿cuál es tu pueblo? —Yo nací en Sáenz Peña, Chaco, viví en Quitilipi hasta los 18 y después me mudé a Corrientes así que soy chaqueña y correntina, ya viví más tiempo acá, porque hace 20 años que estoy. Le contaba el otro día a Fer en la inauguración, en mi pueblo yo no veía tanto estas cosas, de descarte de fotos o descarte de cartas, estampitas, yo lo llamo basura mística porque vine a Corrientes y para mí era una experiencia totalmente nueva, ver payés, velas, sapos, hasta he visto en la playa 12 cabezas de chivos. Y a mí eso me alucinaba. Tuvimos, con la artista y amiga Julia Rossetti, nuestra era de encontrar naipes, cartas y otorgarles un sentido, como si fuesen señales o llamados de atención. Hay muchos artistas que trabajaron interviniendo y resignificando objetos, pero lo interesante es ver como a través del tiempo van cambiando los objetos y van cambiando los propósitos. En tu caso el dibujo se cuela entre los objetos esa línea de lápiz muy delgada, precisa y sensible, hay una cantidad de arabescos que no sé si remiten a algo o si es un recurso estético. Creo que viene del arte más decorativo que es otra cosa que me llama mucho la atención de Corrientes, la antigüedad de la arquitectura, las molduras y ornamentos de los edificios son cosas en las que fijo mucho mi mirada. Más que nada porque en mi pueblo Quitilipi no se ve tanto esta arquitectura antigua. Los arabescos vienen del arte árabe y me gusta morfológicamente la forma, son figuras vegetales, que es algo que también fue atravesando mi obra en diferentes formas básicamente por eso, no es que tenga un significado profundo, pero sí, me gusta estéticamente. —Estuviste trabajando con otros artistas, en colectivos. Y hoy estás... —Hoy estoy más sola. Este último tiempo, estoy atravesando períodos más introspectivos. Son etapas, o también la edad, ir creciendo y ya cansarse de ir a ciertos lugares, recorrer la escena, ir a todas las muestras a veces es un desgaste energético también. Igual estoy siempre abierta a futuras colaboraciones. —En grupo te escondes un poco más, pasas uno a ser del colectivo y no aparece Ququ. Esta es una exposición individual, ¿han habido muchas en tu recorrido?—Es la segunda. Sí, la primera está ahí como media perdida. Me cuesta eso de registrar y después subir. Ordenar lo que vas haciendo en parte es legitimarse como artista, ¿no? Soy más expresiva y más poética con lo que hago, un poco encriptada por momentos. Subo imágenes con frases y por ahí la gente no entiende qué está pasando y me piden contexto.—“El olor de una sombra caducada hace décadas” Eso lo leí en tu Instagram y me encantó: el olor de una sombra caducada hace décadas Tremendo!—No me acuerdo de donde salió eso. Tal vez surgió a raíz de ejercicios de escritura y dibujo automáticos o capaz que solamente sean de un libro que leí y me gustó.—¿Y qué pasa con “ese olor y esa sombra” cuando la exposición termina? ¿Se deconstruye o se guarda como conjunto?. Hay piezas que tienen unidad en sí mismas y obviamente es vendible, están a la venta. ¿Pero qué se hace con la instalación? ¿Se desarma y se vuelve a armar después de otra manera?—Sí, está buena la pregunta porque es algo muy recurrente siempre que hago instalación site-specific (de sitio específico), entonces siempre se construye de otra forma. Y también lo pensamos mucho con Ale, uno de los chicos que coordina El vivero, de cómo vender mi obra. Él me propuso vender cada instalación. En el catálogo se encuentran instalaciones y obras singulares. Pero bueno, respondiendo a tu pregunta, le tengo mucho cariño al acto del desmontaje. Así como al montaje, le presto mucha atención al desmontaje, a como guardar todo otra vez, el cuidado al guardarlos, envolverlos en telitas, embalarlos. El cuidado de la historia de los objetos.—Los periodistas lo que hacemos todo el tiempo es tratar de contar una historia Entonces me estoy justificando para preguntarte: en tu infancia, en el tiempo que viviste en Quipilipi ¿Aparecía esta Ququ? ¿Había algo de esta Ququ? ¿Habías visto a la distancia? ¿Cómo se manifestaba? ¿Cómo era esa niña?—Sí, yo creo que en este momento la estoy sacando más que nunca. Una actividad que hacía cuando iba a lo de mis tias o incluso en mi casa era revisar los roperos. Mis tías me mostraban telas, fotos, cositas y me contaban algo sobre esos objetos. Todo tenía una historia. De vez en cuando me regalaban una que otra cosa y fui guardando, otras heredé cuando murieron. Ahora de grande, se repite esta actividad de revisar mi archivo, sacar las puntillas y telas, mirarlas y pensar qué hacer con ellas o simplemente las organizaba, le hacía algunas fotos, porque me encanta estéticamente el color del tiempo. Mi mamá me decía, “pero ¿por qué no lavas esto? Está manchado”. ¿Viste el marrón del paso del tiempo? Y bueno me encantan que queden así. Justamente hace mucho vengo pensando en hacer algo con estos archivos y ahora se dió la oportunidad.La exposición se llama Relicario y está en la Galería El Vivero en el Espacio Mariño. Es una galería muy hermosa, coordinada por Julián y Alejandro, y quien no la conoce tiene que darse una vuelta por ahí. Para cerrar voy a leer un pedacito del texto que acompaña la muestra escrito por Ququ: “En su obra habita un recurrente interés estético y afectivo por lo descartado. Ve a la calle como spot de hallazgos, inspiración e intervenciones. A su vez, trabaja con un archivo de objetos heredados por familiares y amigos. Estos materiales urbanos y domésticos cristalizan un mundo fantasioso entre la nostalgia y la atemporalidad donde intervienen personajes de anime, guiños a la cultura de internet arabescos, ornamentos de la arquitectura de la ciudad y la basura mística de Corrientes: naipes, estampitas y macumbas” María de los Ángeles Vranjes alias - Ququ Ángel (1986) Artista. Ilustradora. Tatuadora. VJ. Profesora de Artes Plásticas, por el Instituto Artístico Argentino del Nordeste. Se formó a través de talleres de fotografía, cine, cerámica, alquimia. Realizó diferentes muestras e intervenciones. Fue parte de la residencia “Sublunar” programa de “Plataforma Futuro” dirigido por Maia Navas, en Espacio Lagunar, Laguna Brava y becaria de proyecto YUNGAS arte contemporáneo dirigida por Raúl Flores. Colaboró con Limbo Visitante/Local, proyecto de Julia Rossetti, y fue parte del colectivo Nunca Sé, grupo de artistas callejeros, DJs, VJs e ilustradores de Corrientes y Chaco.

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