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» Elterritorio
Fecha: 13/04/2025 11:41
La especialista Viviana Postay advirtió de la peligrosidad de que chicos naveguen en redes sociales sin control parental domingo 13 de abril de 2025 | 6:05hs. En los últimos años, la escuela dejó de ser únicamente el espacio de aprendizaje formal para convertirse, con más frecuencia, en el escenario donde se visibilizan fenómenos sociales complejos. La violencia entre jóvenes y los retos virales que circulan en internet revelan una problemática mayor que involucra directamente a los adultos, dentro y fuera del ámbito educativo. Al juego de La Ballena Azul, que se viralizó en 2016 y que incitaba a los participantes, por lo general adolescentes y niños, a llevar a cabo una serie de retos cada uno más extremo que el anterior, semanas atrás se conocieron detalles del caso de un adolescente mendocino abusado por tres de sus compañeros en el marco de la supuesta imitación de un “juego” viralizado por TikTok, conocido como “chifla chifla”. Este juego consistió en recrear actos de violencia sexual simulando bromas entre compañeros. En este contexto, uno de los agresores inmovilizó a la víctima, mientras otro le arrojaba pegamento. El tercer agresor procedió a realizarle tocamientos de índole sexual. Hoy está presente en algunas aulas Simón dice: el viejo juego de barrio y jardines de infantes, convertido en un nuevo reto viral. Aquí el desafío es lanzado a través de un grupo de WhatsApp mientras el profesor está explicando y alguien lo graba para compartirlo en TikTok. Si bien, aún no se registraron denuncias que tengan a este reto como detonante, se trata de una nueva moda que se extiende por colegios e institutos. Mientras, se encienden las alarmas de directivos y docentes. Escuela como caja de resonancia En este contexto, Viviana Postay, docente y formadora de docentes, advirtió sobre los riesgos que implica el uso sin control de redes sociales por parte de niños y adolescentes. “Que los chicos naveguen o se muevan por las redes sociales sin ningún tipo de control parental es tan riesgoso como circular en el barrio de mayor inseguridad a las 3 de la mañana”. En este sentido, destacó que la idea de que los jóvenes son “nativos digitales” generó una falsa sensación de seguridad. “Es un término completamente erróneo”, afirmó. “Estos nativos digitales como que se mueven con una soltura y con seguridad por espacios que no son seguros, hoy no son seguros estos espacios y disparan violencias”. Remarcó que muchos de los episodios de violencia que se viven en las escuelas no tienen su origen allí, sino que comienzan en las redes sociales. “Antes comenzaban en el club, en el boliche, ‘me miró mal’... Ahora la amplia mayoría arranca en las redes porque me puso tal cosa, me colocó tal emoji, me insultó de tal manera”. Esta continuidad entre lo virtual y lo presencial, según la especialista, no es asumida por los chicos, que no logran distinguir los límites entre un mundo y otro. Lo que genera escaladas que pueden llegar a la violencia física. Frente a este panorama, el rol de las familias y de los adultos se vuelve central. “Cuando el niño viene y cuenta esta situación, es necesario escuchar sin minimizar ni interrumpir, es el primer paso. El segundo, actuar: establecer horarios de uso, utilizar herramientas de control parental, y, sobre todo, acompañar. Aunque genere incomodidad y moleste”. Las consecuencias del uso desmedido de tecnología exceden lo emocional. “Se nos duermen los chicos a la mañana y llamás a los padres y te dicen, ‘y bueno, lo que pasa es que están mirando el celular toda la noche’”, relató Postay. El descanso alterado, el impacto hormonal y el aislamiento nocturno con estímulos constantes, aumentan la vulnerabilidad de niños y adolescentes. “Ahí está vulnerable a cualquier cosa”, advirtió. Postay cuestionó la idea de que la escuela es la responsable exclusiva de revertir estas situaciones. “Hablamos de violencia escolar pero en realidad es una violencia de corte social. Las familias, clubes, iglesias y el Estado deben asumir un rol activo en esta trama”. Compartí esta nota:
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