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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 13/04/2025 04:41
Este lunes marcará un nuevo capítulo en la política económica argentina, con expectativas e incertidumbres sobre el comportamiento del dólar y el impacto en el poder adquisitivo, los precios y la actividad productiva. Mientras el Banco Central informó un nuevo endeudamiento en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno decretó el fin del cepo cambiario en un camino distinto al que había anunciado Javier Milei hasta ahora. El levantamiento del cepo podría tener múltiples consecuencias económicas y sociales. Por un lado, se espera una mayor transparencia en el mercado cambiario, con un solo tipo de cambio más cercano al valor real de la moneda. Además, las operaciones financieras, comerciales e inmobiliarias podrían simplificarse, ya que muchas de ellas dependían del acceso limitado a divisas o se realizaban a través de circuitos alternativos. Pero, por otro lado, el precio del dólar podría experimentar movimientos importantes durante los primeros días de vigencia de la medida, ya que el mercado se ajustará a la nueva dinámica. En ese sentido, será fundamental observar cómo reacciona el Banco Central y si existen mecanismos de contención para evitar saltos abruptos. Nada nuevo bajo el sol El esquema presentado el último viernes por el ministro Luis Caputo como una novedad, en realidad ya se implementó en otros momentos. El último en utilizarlo fue Mauricio Macri durante su fallido gobierno. Fue a finales de septiembre de 2018 cuando Guido Sandleris, ex presidente del BCRA, confirmó bandas de flotación con 34 pisos de piso y 44 como techo. Sin embargo, el mismo funcionario y el mismo gobierno tuvieron que dar marcha atrás y reestablecer un duro cepo cambiario después de la elección en la que Macri perdió la reelección. El nuevo esquema supone que el Gobierno establece el piso y el techo en el que se mueve el dólar. “En ocasiones que el tipo de cambio opere en la banda inferior o en la superior, el BCRA realizará operaciones cambiarias a través del Mercado Libre de Cambio hasta donde resulte necesario”, dice el organismo conducido por Bausili. Es decir, que el Banco Central comprará en caso de que el dólar perfore los 1.000 pesos y venderá en caso de que supere el nuevo tope fijado en 1.400 pesos. El control de capitales, o cepo cambiario, ha sido una herramienta de intervención económica desde 1931, cuando bajo la dictadura de José Félix Uriburu, se instauraron las primeras restricciones a las transacciones de divisas. A lo largo de la historia tuvo distintas etapas y, en todos los casos, su implementación respondió a contextos de escasez de divisas, presión sobre las reservas y desequilibrios macroeconómicos. En esos escenarios era imperioso regular la compra de dólares, con el objetivo de evitar la fuga de divisas y proteger las reservas del Banco Central. Bajo este régimen, tanto personas físicas como empresas enfrentaban límites estrictos para adquirir dólares de forma legal, debiendo cumplir con una serie de requisitos o enfrentarse a un dólar paralelo con cotizaciones mucho más altas. Hasta ahora, sólo se podían adquirir US$200 mensuales si se cumplían ciertos requisitos, pero desde el lunes 14 de abril ya no habrá restricciones. Testeando la paciencia El Gobierno de Milei apuesta a un nuevo esquema económico, con el argumento de atraer inversiones, generar confianza y reactivar sectores clave. Pero al mismo tiempo habilita a las empresas a transferir dólares al exterior (a partir de los ejercicios financieros que empiezan en 2025), y se emitirá nuevos Bopreales para el pago de las deudas de dividendos generadas previo al 1 de enero de este año. La principal preocupación es la nueva devaluación que el FMI le impuso al tándem Milei-Caputo para el prometido empréstito de US$20.000 millones. En la city el mismo viernes anticipaban que será del 15%. Esa misma tarde el Indec reportó que la inflación de marzo fue del 3,7%, muy por encima del 2,4% de febrero. Un dato que sacudió a los negadores de la Casa Rosada. El golpe devaluatorio será un fuerte golpe a los ingresos de los trabajadores y jubilados, porque el resultado final de toda devaluación es una transferencia de ingresos desde quienes viven de sus salarios u otro tipo de ingresos no indexados por inflación hacia el capital más concentrado. Se vienen meses de inflación alta y el cálculo de muchos economistas es que, con la desvalorización del peso, la inflación de abril tendría un piso no menor al 5%, con salarios congelados y acuerdos paritarios que el Gobierno rechaza homologar si superan el 1%. Desde esta semana puede inaugurarse un juego peligroso en el que la administración libertaria testeará a diario la paciencia ciudadana.
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