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  • El Barcelona más punk pasa por encima del Dortmund y avista la semifinal de la Champions

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/04/2025 02:00

    ¿Cómo contralar el desenfreno cuando intuyes que la gloria está frente a tus narices? Habrá quien piense que Raphinha es un bendito chalado. Pero es observando a ese mismo bendito chalado cuando uno entiende por qué este Barça de Hansi Flick se abalanza hacia la tarta en vez de esperar a que aparezca alguien para servírsela. Es la metáfora de este equipo rebelde y punk, con una poética tan agresiva que no hay calma tras el revolcón, sólo ganas de más. Pasó el Barça por encima del Dortmund y quizá la mística del Muro Amarillo se quede en celofán el próximo martes en el camino hacia semifinales, estación que los azulgranas no pisan desde 2019. Raphinha, decíamos, se lanzó a por una pelota cuando la cordura exigía precisamente lo contrario, esperar. Porque la pelota que había tocado Cubarsí después de que Iñigo Martínez la bajara del techo ya tomaba en paz el camino hacia la red. Porque no había valorado que eran muchas las opciones de que le hubieran cazado en fuera de juego. Y porque, qué demonios, Pau Cubarsí, con ese gesto bondadoso que contrasta con su fiereza defensiva, ya levantaba el dedo para celebrar el que hubiera sido su primer gol en la Champions. Ahí es nada. Raphinha, en cualquier caso, salió indemne y victorioso de todo aquello. Y con 12 goles ya en una Liga de Campeones que ya le fija entre los mejores de siempre en los registros de la competición –Messi embocó 14 en el curso 11-12–. ¿Cómo no tener fe entonces? Ocurre sin embargo que el juego del Barça se arrima en ocasiones al ritmo punk que imponían Los Ramones, queriendo hacerlo todo muy rápido, enlazando continuamente canciones de dos minutos y provocando la locura entre quienes pretendan seguir el ritmo. De ahí que el Barça, en los primeros ocho minutos, ya hubiera amontonado hasta cuatro claras ocasiones. De ahí también que en el ecuador del primer acto el sufrido Flick, al que a veces le gustaría controlar al menos durante un rato al monstruo que ha creado, reclamara con los brazos a sus futbolistas que se calmaran un rato. Y que un formidable Frenkie de Jong, con el don de la ubicuidad, le diera un valium al balón. Aunque al menos fuera para que el Dortmund, muy limitado en todas las líneas, no se le subiera de repente a las barbas. Pero no hubo más que ver al enorme Guirassy cómo le pasaba la pelota por debajo de la suela cuando sólo tenía que marcar para intuir que no sería su día. El croata Niko Kovac, que había sido el superior de Flick durante tres meses en el banquillo del Bayern, jugaba con malas cartas. Las bajas de Süle, Sabitzer y sobre todo de Schlotterbeck, que era quien tenía que dar coherencia a la salida de balón, comprometieron de mala manera a un Dortmund que poco tiene que ver con el finalista de la Champions de la temporada pasada y que en la Bundesliga marcha a 27 puntos del líder, el Bayern. Por si fuera poco, uno de sus presuntos estiletes, el dicharachero Adeyemi, tuvo que quedarse en la ducha tras el descanso después de que ser absuelto por el árbitro, que bien pudo haberlo expulsado por dos faltas sin ton ni son. En la que sí que le costó la amarilla le tiró de las trenzas a Koundé, que devoró al joven extremo sin contemplaciones. Los futbolistas del Dortmund entraron definitivamente en pánico al salir otra vez de la caseta, cuando repararon en que el Barça no acabaría la noche sin llevárselos por delante. Lamine Yamal, que había amanecido con una elástica que no pudo colorear porque imaginó el gol de su vida en vez de pasar el balón, encontró la redención a su manera, ingeniando con el mando que tiene integrado en su botín los dos goles de Lewandowski. En el 2-0, Raphinha cazó el centro al borde del precipicio y mostró al polaco que el esfuerzo en su salto merecería la pena. En el 3-0, Fermín acompasó el pase de Lamine y cedió a Lewandowski su gol número 40 de la temporada. A una esquina de los 37 años. Otro sinsentido. Y en el 4-0, claro, fue él mismo quien se otorgó el honor de celebrar el fin de la fiesta. Asistido, cómo no, por Raphinha en su segundo pase de gol de la noche. El Dortmund marcó en el crepúsculo en fuera de juego. Y Ansu Fati, ay, debió pensar qué retorcido es el fútbol cuando salió al campo en sustitución de Lamine Yamal. El chico que está disfruta de una vida que pudo ser la suya.

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