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  • El plan de Trump detrás de la fijación de aranceles

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/04/2025 06:49

    La política arancelaria de Trump provoca fuertes caídas en bolsas globales y sacude los mercados financieros La implementación de la política arancelaria del presidente norteamericano Donald Trump ha generado una crisis global en los mercados financieros y una ebullición geopolítica en el mundo entero. Pero, ¿cuál es el plan de Trump detrás de esta medida del “Liberation Day”? El caos generado es la primera parte de una estrategia mayor y mucho más compleja de lo que parece a simple vista. Las bolsas del mundo cayeron estrepitosamente luego del anuncio. El S&P 500 y el Nasdaq cerraban el viernes, en una de sus peores jornadas del último lustro, casi 6% abajo, acumulando desde el anuncio una cifra cercana al 9% a la baja. Lo mismo se vio reflejado en otras bolsas como el Nikkei japonés, que perdía en estos últimos días cerca de un 7,5%. Y nuestro Merval registraba una baja del 7,7% el viernes y 10% desde el anuncio. Por su parte, el dólar estadounidense registra su nivel más bajo en 6 meses. ¿Esto fue una medida apresurada o es parte de una estrategia planificada por la administración Trump? Claramente fue algo premeditado y con un objetivo concreto del equipo económico del presidente norteamericano, liderado por el nuevo secretario del tesoro, Scott Bessent. Nadie puede creer que establecer una política arancelaria de esta magnitud que alcanza a aliados como Israel, Taiwán, Japón y Argentina no es una decisión analizada, como tampoco es que Rusia y Corea del Norte tengan CERO aranceles siendo, paradójicamente, dos “enemigos geopolíticos de EEUU”. Esto no fue una medida tomada a la desvelada como algunos creen. Ningún presidente de los Estados Unidos y su equipo económico empuja a un escenario de recesión a su país y derrumba los mercados financieros si no tiene un plan. Todo el caos generado por la administración Donald Trump forma parte de una estrategia (sin embestir juicio personal de que sea la correcta y menos aún que sea efectiva) y, por esta misma razón, debemos hacernos algunas preguntas: ¿Por qué quiere Trump generar una terremoto comercial en los mercados internacionales? ¿Cuál es el interés subyacente para querer reindustrializar a Estados Unidos a cualquier precio? Para entender el objetivo de Trump, primero tenemos que ver quién es quién en su equipo económico. Scott Bessent, secretario del Tesoro, egresado de la Universidad de Yale en Ciencias Políticas, es un experto en los mercados financieros y fue parte del equipo de George Soros. Fue uno de los ideólogos, junto al magnate húngaro, del golpe al Banco de Inglaterra en 1992. Soros junto a Basset y su fondo de cobertura apostaron contra la libra esterlina, lo que desestabilizó los mercados financieros y llevó al Banco de Inglaterra a devaluar la moneda. Este episodio es conocido como una de las más famosas historias de la banca mundial. Stephen Miran, en tanto, es director de Consejos de Asesores económicos de Trump. Es un especialista en fondos de cobertura. Egresado de Harvard, es el autor del ensayo guía para reestructurar el sistema de comercio global y, quizás, la persona más influyente del equipo económico del presidente norteamericano. Miran es el cerebro del plan que está llevando adelante Trump, e ideólogo del lo que ellos llaman el proceso para revertir la desindustrialización de Estados Unidos. ¿Qué buscan con este plan y cuál es el objetivo? El índice manufacturero de los EEUU nos muestra que, en los años 50, el 30% del PBI norteamericano era industria manufacturera. Hoy solamente es el 10%. Durante el primer mandato de Trump, al comienzo de la guerra comercial con China, este índice subió, pero de manera insignificante, y esto es el foco del plan diseñado por Miran. Los fabricantes buscan lugares en el mundo donde poder abaratar los costos de producción y tener mejores condiciones impositiva como en China, y aunque Estados Unidos sigue teniendo una economía mucho más moderna, hubo un cambio de paradigma. Las empresas estadounidenses diseñan los productos más innovadores del mundo, pero la producción se realiza en el extranjero. Esto genera dos problemas: por un lado, una gran desigualdad. Aquellos que llevan adelante estas empresas de innovación tecnológica son las clase altas y empresariales, quienes se ven favorecidos por el conocimiento de esa sociedad, pero producen en países económicamente más baratos para ello, sin importar las condiciones de los trabajadores. Es sólo una cuestión de costos. El índice manufacturero de Estados Unidos cae al 10% del PBI en comparación con el 30% en los años 50 Pero, ¿qué pasa con el resto de los Estados Unidos, por ejemplo, con el famoso Rusty Belt (Cinturón del Oxido), la cuna manufacturera del país del norte? En los últimos 30 años ha mostrado una caída descomunal y una creciente baja de la producción; la calidad de vida del americano de clase media que pasa por una precarización laboral nunca antes vista, ensanchando la brecha entre el estadounidense de las “costas” y el americano del centro del país, el otrora pujante sector industrial yankee casi en extinción irreversible. Esta brecha se ve claramente reflejada en el constante crecimiento de la Bolsa estadounidense en los últimos años, pero todo este crecimiento es liderado por las siete empresas más grandes de todos los índices, es decir los gigantes tecnológicos de Silicon Valley y Seattle. Apple, Microsoft y Nvidia suponen el 21% de todo el índice. Algo nunca visto antes en la bolsa estadounidense. Es decir que unas pocas empresas crecen mucho, pero la gran mayoría del sector productivo norteamericano, cada vez son más chicas o directamente desaparecen. Parte del plan arancelario anunciado por Trump, tiene como objetivo volver a tener fábricas pujantes, recuperar el sector productivo en vías de extinción y que el americano medio se recupere tanto salarialmente como en las condiciones de trabajo y calidad de vida. En esta era no estamos acostumbrados a ver un EEUU proteccionistas, sino más bien fueron políticas de estado adoptadas en países como la Argentina, y que a simple vista no han dado un gran resultado. Pero para la nación del norte, reviste un problema mayor; grandes producciones no se suplantan de un día para otro, ya que los mayoría de lo producido en ese país, tiene componentes importados y esta política de cerrar la tranquera a las exportaciones y favorecer el crecimiento de la industria autóctona, trae aparejado un exponencial incremento de los costos y por consiguiente un peligro de aceleración de la inflación que afectaría más que a nadie a las clases trabajadoras que esta medida pretende favorecer. Pero no sólo una posible inflación alta sería un problema para EEUU; incluso sería un problema menor si evaluamos la hipótesis de un conflicto bélico con China por ejemplo. De suceder eso, la empresas norteamericanas se toparían con un dilema: Para producir, misiles, drones, o cualquier equipamiento bélico necesitaría de componentes como microchips por ejemplo. ¿Dónde se fabrican hoy esos microchips? En China por ejemplo o Taiwan que aún siendo una enemigo con disputas territoriales con el gigante asiático, se han juntado ambos con Corea del Sur (otro aliado de EEUU) para fijar una estrategia conjunta y afrontar la política arancelaria norteamericana. Una gran paradoja teniendo en cuenta que hace décadas hay hostilidades entre Taiwán y China, hostilidades que la diplomacia no pudo limar, pero la política arancelaria los acercó por primera vez en décadas. Claramente uno de los objetivos de Trump al fijar esta medida es tener la capacidad necesaria para no depender de posibles enemigos para suplir las necesidades y transformarse en productor y no en exportador de tecnología de última generación, o mejor dicho, que lo que crean las empresa más innovadoras de EEUU deje de producirse en oriente, y sean producidas en ese país. Recordemos que los Estados Unidos se transformó en una súper potencia, justamente al transformarse en el gran productor mundial durante y tras la segunda Guerra Mundial y para los acuerdos de Breton Woods del año 1944 donde quedó establecido el nuevo orden mundial de la era moderna. Éste, se basa en 3 pilares: -El dólar como la moneda transaccional del mundo moderno, que a su vez estaría ligado al oro. - Estados Unidos como guardián del orden mundial, desplegando su fuerza militar en todo el mundo. -Recibir su ayuda para desarrollar nuevas industrias, y una política de libre comercio con países aliados, que en realidad tenían como objetivo que la producción norteamericana creciente entrara en esos países. Gracias a estos tres principios, Europa pudo tener su gran milagro económico tras la Segunda Guerra Mundial. El bloque occidental (capitalista) se hizo cada vez más fuerte, en contrapunto con el bloque comunista que se veía debilitado en lo económico. El muro de Berlín separaba a los países prósperos de los se sumían en la pobreza. Estados Unidos se hizo mucho más fuerte tanto a nivel geopolítica y económicamente, dado que en general el libre comercio beneficiaría a todos, pero los países aliados necesitaban dólares para poder venderle sus producción al país del norte, consolidando de esta manera al dólar como la moneda de reserva del mundo. Taiwan, China y Corea del Sur, antiguos rivales, unen fuerzas frente a la política arancelaria de Estados Unidos Pero este sistema tenía un problema; la demanda de dólares se disparó en todo el mundo pero a la vez Estados Unidos no podía crear dinero de la nada porque estaba ligado al patrón oro y eso nos lleva a que en 1971 el presidente Nixon anunciara la suspensión del patrón oro reemplazandolo por el patrón dólar. Todo esto llevó a incrementar la fortaleza del bloque occidental sobre el oriental, derivando en la caída del muro de Berlín en el 82’ dando comienzo a un nuevo orden mundial basado en este caso en otros tres pilares: - Tipos de cambio flexibles porque al no haber patrón oro los bancos centrales pueden imprimir billetes más cómodamente porque ahora el dinero es moneda fiduciaria es decir que se basa en la fe -Baja de aranceles y barreras al movimiento del dinero en todo el mundo -Seguridad garantizada por los Estados Unidos y su moneda. De hecho, no había ningún acuerdo formal para utilizar dólares. Sin embargo, el mundo lo seguía utilizando, ya que básicamente era la moneda más estable y la economía más fuerte del planeta. Por ello, la Reserva Federal de los Estados Unidos podía imprimir más dólares que antes sin perder el valor de la moneda, gracias a ello podía endeudarse con mucha más tranquilidad y financiar el ejército más grande del mundo. Los ahorros de los estadounidenses no perdían valor, es más, se incrementaron con el tiempo. Resumiendo; los norteamericanos eran cada vez más ricos (por el momento). Pero la contraparte de esta riqueza creciente era que, al volverse cada vez más ricos, tenía menos sentido instalar nuevas fábricas en el país, ya que todos esos nuevos países emergentes abrazaban el capitalismo, permitían producir eficientemente y con costos menores. ¿Por qué? Algunos países “hackearon” el sistema, transformándose en capitalistas comercialmente, pero en los social, los trabajadores de esos países no gozaban de condiciones dignas de trabajo ni salarios dignos. Esto da pie al resurgimiento del gigante dormido China, a principios de siglo. China entra en la Organización Mundial del Comercio y se convierte en unos pocos años en la gran fábrica del mundo, mientras EEUU cada vez producía menos, pero gastaba más. El desafío de Trump a esta crisis productiva norteamericana es buscar una solución para poder volver a reindustrializar el país sin perder el valor del dólar. Pero, ¿es posible competir con la China y otros países productores con mano de obra barata sin tener que bajar los sueldos? En principio parecería casi imposible que regresen al país estas fábricas de empresas americanas instaladas en China y otros países. Una de las razones, es que algunos de estos países se especializaron en hacer los mismos mejores, eficientemente y a costos muy inferiores (ejemplo: Taiwán con microchips), por lo que no tiene ningún sentido que Estados Unidos se ponga a construir fábricas para suplantarlas, cuando puede montar startups y diseñar las tecnologías del futuro mientras otros ponen los tornillos, los procesadores o construyen coches eléctricos Esto es lo que piensa la mayoría del mundo menos Stephen Miran, el cerebro detrás del plan arancelario. Su plan es riesgoso y, por el momento, puso a la economía mundial patas para arriba. El tiempo dirá si el mismo favorece o no al gran país del norte que atraviesa un espiral de déficit inmenso que solo es salvado gracias a tener la máquina de imprimir dólares, la aún vigente moneda que rige al mundo. ¿Qué pergeñó Miran para ello? Primero, generar el caos arancelario que acabamos de ver, revolucionar al mundo. En su política de aranceles, el paradigma amigos y enemigos no corre, sólo importa la balanza comercial entre esos países. ¿Ésta política arancelaria no sufrirá modificaciones? Seguramente haya muchas modificaciones y da la impresión que el objetivo de este anuncio es más un llamado y una especie de intimidación al mundo entero. Una declaración: Acá estamos nosotros, y seguimos siendo la potencia que rige el orden mundial. Ello está movilizando al mundo a tener que sentarse a negociar con el gobierno Trump ya que todo el mundo quiere seguir vendiendo sus productos a la economía más grande del planeta, un mercado de 350 millones de consumidores, con un gran poder adquisitivo aún. Ningún otro mercado del mundo puede competir hoy con Estados Unidos. Incluso China, con 1000 millones de habitantes, no tiene un mercado interno con el poder adquisitivo de los norteamericanos; tampoco Europa. La teoría o plan de Miran es que, más temprano que tarde, todos los países harán lo imposible para poder volver a vender sus productos a los EEUU, aún pagando aranceles, pero vía negociación entre los países para que sean un poco más bajos que lo que ha anunciado Donald Trump este 2 de abril. Stephen Miran está convencido de que esto ocurrirá en algún momento cercano, que todos los aliados de Estados Unidos vendrán “al pie” para negociar y convertirse en el Breton Woods 2.0. La idea de Miran es que los países que quieran comerciar con Estados Unidos no tengan la posibilidad de devaluar su moneda como quieran. La gran pregunta que queda por resolver es: ¿esta política arancelaria impulsada por Trump (ideada por Miran) va a favorecer o no a los Estados Unidos? Creo que aún nadie tiene una respuesta a ciencia cierta. Ni Trump.

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